domingo, 20 de marzo de 2022

Al garete

 

- ¿Qué quieren? ¿Cara o sello? - le gritó el Cielo a los miles de soldados que se encontraban en sus trincheras esperando el momento indicado para atacar a su enemigo. Ellos desconcertados no entendían la pregunta que retumbaba en sus oídos. Ésta se había dejado escuchar como un poderoso relámpago. Temor sentían los soldados ante esta pregunta porque parecía guardar una amenaza o acaso, ¿una solución al conflicto? Bueno fuera porque muchos se encontraban cansados y querían regresar a sus hogares, al lado de los suyos.

En vista que casi nadie se atrevía a decidirse por una cosa o por la otra, más que todo por miedo, el Cielo los retó haciéndoles saber que los que deseaban escoger "Cara"  tenían que tomar conciencia que no sólo la cara es el espejo del alma, sino que quien al Cielo escupe, en la cara le cae. Es más, también el Cielo les hizo saber que es triste ver que el hombre es como la luna porque tiene una cara oscura que a nadie enseña. 

Después  de decir esto, los soldados se pusieron muy inquietos. ¿Qué quería el Cielo de todos ellos?, ¿por qué no les hablaba de una manera más sencilla o más fácil como para poderlo entender del todo? Muchos de los soldados retaron al Cielo blandiendo sus armas y le preguntaron que qué pasaba si escogían "Sello". Pues, la respuesta del Cielo no se hizo esperar y les dijo a todos ellos que los pueblos son como una cera blanda y que todos dependen de la mano que les imprime el sello. Seguidamente el Cielo con voz muy seria exclamó: - ¡Ay, hombres ilusos, acaso no se dan cuenta que el alma humana sólo vive, de su incesante esfuerzo, por marcarse en todo, como sello imperial? 

Nuevamente, después de que el Cielo hablara de manera encriptada, prácticamente los soldados, tanto de un lado como del otro, se quedaron pensativos. El Cielo aunque pudiera hablar en todos los idiomas, su mensaje era muy difícil de entender. Y es así como varios soldados, tanto de un bando como del otro, se amotinaron maldiciendo al Cielo. Pero éste impertérrito les contestó con voz soberana: -¡Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender! Es más, sólo durante  los tiempos difíciles es donde las personas llegan a entender lo difícil que es ser dueño de sus sentimientos y pensamientos.  

Al terminar el Cielo de decir esta última frase y caer en un profundo mutismo mientras observaba a los soldados, éstos comenzaron a sentir que sus cabezas les explotaban. El Cielo había mandado clara la señal: "Era hora de ponerse a pensar en el otro, en hacer compromisos, en sentir empatía o en ponerse en los zapatos del otro porque no sólo todo nuestro conocimiento tiene su principio en los sentimientos, sino que mientras las teorías, las doctrinas o los sistemas se explican, los sentimientos se sienten ... Y es aquí donde el Cielo te pregunta a ti, querido lector, qué sientes tú en este momento. ¿Miedo, dolor, impotencia, rabia o una gran indiferencia porque el mundo entero está "al garete"? 

¡Ay! es que yo (ni soy el Cielo ni soy soldado) como la conciencia del mundo te hago saber como también a los soldados (si fueran sólo de plomo, sería mejor) que esta locución adverbial significa "a la deriva". Puede usarse como sinónimo de estar extraviado, sin rumbo, sin plan definido, fracasado o malogrado. También puede usarse coloquialmente para manifestar desagrado, disgusto o repulsión. Por este motivo, te hago saber, querido lector, que una guerra nuclear no es la solución para evitar que el mundo entero esté al garete. Todo lo contrario,  nuestras almas se convertirían en embarcaciones que se quedaron a merced de las corrientes y de los vientos del tiempo porque cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo.

MARiSOL


 Imagen: "Al garete" de Ulises Bretaña Hevia (artista cubano, 1957)