martes, 18 de noviembre de 2014

El abrazo


Yo no quiero escribir sobre el abrazo que nos damos unos a otros sea a modo de saludo, de consuelo o de cariño, ni quiero tampoco hablar sobre si el abrazo nos ayuda a calmar los nervios, nos alivia las tensiones o nos fortalece la autoestima o no. Más bien quiero hablar de este otro tipo de abrazo que nos damos entre personas desconocidas, al otro lado de la pantalla de nuestras computadoras. Si bien con este tipo de abrazo no nos tocamos físicamente, sí nos tocamos con nuestras palabras, sobre todo, si éstas son bien intencionadas.

Si bien el contacto físico es necesario para el bienestar emocional, en este otro abrazo son mis palabras las que viajan a través del internet, traspasan tu pantalla y se funden en un abrazo contigo - escribe Teresa a Samuel, quien se encuentra a miles de kilómetros, ¡quién sabe dónde! 
Después de leer Samuel a Teresa, él le responde:
Así como tú te abrazas a mis palabras, yo me abrazo a las tuyas. Debe ser que buscamos afecto ante los avatares del día a día, buscamos una voz amiga aunque sea desconocida o, quizás, ¿no será que yo ingenuamente pretendo ser la voz que abrace tu alma? 
Teresa se queda pensativa y luego le responde:
No sé, quizás entre abrazo y abrazo mis palabras   buscan a las tuyas y al encontrarse en un impulso sincero, acercan a nuestras almas dejando el tiempo y el espacio de lado. ¿Qué opinas tú?
Yo creo que, más bien, el tiempo y el espacio se tienen que abrazar de manera larga y sostenida para ayudar a nuestras palabras a que se fundan en un abrazo permanente y contínuo - le contesta Teresa, quien, que yo sepa, se llama en realidad, Terence y Samuel, se llama Samantha.

Y para terminar ... yo que me muevo a través del internet, entre las palabras, no importando en el idioma en que éstas sean escritas, sé que estas dos almas solitarias aunque no den a conocer sus verdaderas identidades, cual almas gemelas, de manera sincera, se funden en un abrazo.

MARISOL 


 




Imagen sacada de Bing