miércoles, 9 de agosto de 2023

Entre el bien y el mal

 


Desde hace miles de años que todos nosotros nos movemos entre el bien y el mal aunque no todos podamos seguirlos definiendo igual que los filósofos griegos. ¿Será que ya no siguen vigentes sus teorías después de dos mil años? ¿O será que han perdido relevancia con el paso del tiempo? No lo creo ya que el bien y el mal es uno de los temas constantes en la historia de la humanidad, pero ¿para bien o para mal? He ahí la pregunta que filósofos, escritores y artistas se han hecho y siguen haciendo. Y tú, querido lector, también.

Lo cierto es que cada uno de nosotros tiene su propia definición de lo que es bueno o malo. Será porque este tema es inabarcable, aparte de ser controvertido y complejo. 

Pues bien, el bien y el mal están conversando. El bien le preguntó al mal si él sabe quién ha dictado lo que es bueno y lo que es malo. El mal riéndose a carcajadas le dijo que fue la filosofía clásica, después, las distintas creencias religiosas y la ley la ética laica. Luego el mal le preguntó al bien si sabe quién asume la responsabilidad de definir lo que es bueno o malo ya que todos tenemos una noción más o menos generalizada sobre este punto. El bien no sabiendo la respuesta exacta, más bien le hizo saber que ambos son ideas, que casi todo el mundo posee.

- ¡Qué cosa! ¿Somos sólo ideas? - preguntó el mal totalmente desconcertado. 

- ¡Sí! - respondió el bien. Somos como las pulgas que saltan de un hombre a otro, pero no picamos a todo el mundo.

- Pues, yo no quiero ser pulga, prefiero ser una chispa eléctrica - gritó el mal. Quiero causar incendios en las mentes de los débiles de voluntad. ¡JAJAJAJA!

Sinceramente que al bien le repugna el mal y poniéndose muy serio le hizo saber que  ellos dos, como el bien y el mal, son como dos notas musicales en una sinfonía ya que así como ésta es la combinación de notas bajas y altas, en el universo la armonía fluye de la combinación del bien y el mal. Es decir, de la combinación de opuestos.

- Al infierno con tanta palabrería - dijo enérgicamente el mal. Yo pienso que todos tienen derecho de determinar por sí mismos qué es bueno y qué es malo. No deberían existir ni leyes morales ni principios. Cada uno es libre de vivir como desee y de obtener lo que quiera por cualquier medio posible y de tener su propio código de vida.

¡Uy! El bien no podía creer lo que escuchaba. Así que decidido a defenderse del mal le instó a que recapacitara ya que sin leyes ni principios no sólo existiría anarquía moral, sino también individualismo puro y egoísmo total. Es más, el bien piensa que el hombre nace bueno, pero se hace malo por distintos motivos. Además, algunas personas que son crueles o brutales pueden llegar a rehabilitarse y mostrar sus cualidades buenas como la empatía y la amabilidad. 

- Pues, prefiero ser malo - le espetó el mal al bien y continuó hablando. Empatizar lo harás tú, yo no. Yo tengo mis propias necesidades y deseos y son más importantes que los tuyos. Me considero egoísta, autoabsorto y narcisista. ¡Y qué! ¡JAJAJAJA! Además, ten presente algo importante: Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol, y si es un bien, sobre arena. Así que con un solo soplo te hago papilla, ¡bien de porquería!

El bien se dió cuenta que al mal le falta la chispa divina porque ni es capaz de sentir las emociones o sufrimientos de los demás, ni puede ver el mundo desde la perspectiva de otras personas. En el fondo es muy cruel. Y es que el mal debe ser entendido como la ausencia del bien y no como algo creado por Dios. Más bien, el mal lo creamos nosotros mismos, quizá porque está arraigado en nuestra naturaleza como una simple "inclinación al mal".  Y tú, querido lector, ¿por quién te inclinas más? 

MARiSOL