martes, 19 de enero de 2016

El faro y yo


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Como desde hace unos pocos días he visto que el faro, cercano a mi casa, ya no lo veo regalar su luz de manera potente, me he acercado a él para preguntarle el motivo por el cual ha dejado casi de funcionar como debería ser.

Bien, al preguntarle a mi querido faro por qué no brilla como antes en la oscuridad de la noche, él me hizo saber que está cansado de no solo siempre alumbrar a otros, sino que nadie lo alumbre a él.  Su voz sonaba triste y dolida.


Luego de escucharlo le pregunté si yo lo podía alumbrar con mi simple compañía, a lo que él me respondió:

- Puedes quedarte a mi lado, si así lo deseas, pero es más que eso, lo que yo necesito.
Al yo pedirle al faro que me revelara sus secretos pensamientos, ésto fué lo que me contestó:

- La verdad que también estoy cansado de alumbrar solo para que los barcos divisen la costa, porque yo quisiera que fuera más que eso ...

Y yo al saber de lo que se trataba lo interrumpí robándoles sus palabras y le dije agitada:

- Tú lo que deseas es alumbrar también los corazones de los que van en sus barcos, ¿verdad? 

El faro sorprendido por mi respuesta me miró desconcertado. Le había adivinado sus pensamientos.Y sin darle yo tiempo a hablar le dije a continuación:

-A ti te gustaría poder alumbrar el camino interno de todos aquellos que te ven desde sus horizontes de vida para apartar de sus corazones todo mal, ¿verdad?

- Así es. Me gustaría que mi luz pudiera enceguecer al odio, a la envidia, a la desconfianza, al egocentrismo, a la indiferencia, a la vanidad, a la arrogancia, al rencor, a los celos, a la tristeza, al rechazo, a la soberbia ... ¡Ay! La lista es larga. Me gustaría que los malos sentimientos dejaran de existir para hacer de los seres humanos mejores personas - me contestó el faro abatido.
- Entonces, no dejes de seguir alumbrandónos - le supliqué.

- Acaso, ¿tú también necesitas de mi luz? - me preguntó sorprendido el faro. 
- No sabes ¡cuánto! - le respondí bajando la mirada.
- ¿Puedo saber por qué? - me preguntó curioso el faro. 
- Pues, para que me ayudes a enceguecer a la nostalgia de mi camino de vida - le contesté sin levantar la mirada del suelo.

- Pero no tiene nada que ver con los malos sentimientos - me replicó el faro. A lo que yo le dije que la nostalgia es venenosa cuando se vuelve un hábito, sobre todo, cuando solo nos concentramos en mirar hacia atrás con pena y no hacia adelante con alegría.

El faro no me hizo ninguna pregunta más. Mejor así. Y es que el faro no quiere saber de mi nostalgia, porque él tiene la suya propia. Luego de permanecer el faro unos minutos silencioso, empezó a brillar como antes, con su luz potente. Agradecida lo acaricié. El faro se había dado cuenta que no hay que esperar a recibir, lo mejor es dar sin intereses de por medio. Sonreímos porque hemos descubierto que comos almas gemelas no queremos dejar, con nostalgias o sin ellas, que nuestro sol interno deje de brillar ahora y nunca aunque ambos sepamos que en nosotros habita una nostalgia incomprensible ... ésa que nos lleva a pensar que un hay un más allá fuera de nuestro alcance donde ni la luz del faro ni la mía pueden alcanzarlo, solo cuando ya nos encontremos viviendo dentro de él. Mientras tanto el faro y yo seguiremos brillando para alumbrar nuestros caminos de vida y de todo aquél que nos necesite aun sin pedir nada a cambio.



MARISOL



Mi querido Malecón Cisneros vivirás por siempre en mi corazón.



Pintura de  Vladimir Kush