viernes, 12 de octubre de 2012

Ángel salvador

(cuento de la vida real)

foto mía

Estaba paseando buen rato con mi padre por el vecindario con Puffy, su perrito de 8 años, cuando  de repente vimos como Puffy se trataba de meter desesperado sus patitas en su hocico. Cuando yo le abrí el hocico no ví nada. Mi padre tampoco. Sin embargo sabíamos que algo malo le pasaba al perrito. Mi padre trató de calmarlo, pero no pudo. Tanto mi padre y yo nerviosos de no saber como ayudar a Puffy nos asustamos.  De pronto, de una casa salió una empleada, se arrodilló ante el perrito, le abrió el hocico, metió ella su mano y, en un dos por tres, le sacó un pedazo grande de hueso. Se le había atravezado en la garganta. Sin su ayuda se nos hubiera muerto Puffy.

Hoy día fuí con mi padre y Puffy a la calle donde había sucedido este accidente. Como no recordábamos de qué casa había salido la empleada, toqué en todas las casas de la cuadra. Ninguna de las empleadas que me habían abierto era la mujer que nos había ayudado a salvarle la vida a Puffy. Pero por suerte en la última casa donde toqué el timbre salió la dueña y cuando le conté lo sucedido (como en otras casas también) me dijo:
-Sí, Lorenita me contó cómo le quitó el hueso a su perrito. Pero ella no está. Venga mañana.
- Lamentablemente mañana estaré fuera de la ciudad - le contesté yo. ¡Hágame el favor de entregarle este paquetito de galletas!
- Lo haré sin falta. - me contestó la señora y me sonrió.  
Nos despedimos mientras Puffy,+ que tenía a mi lado, movía la colita contento y agradecido en señal de haber tenido la suerte de haber encontrado en su camino a un ángel salvador.

Marisol