martes, 28 de abril de 2015

Mi querida Ausencia



Conozco a Juan desde hace tiempo. Hoy día es un día de ésos, donde la lluvia de recuerdos cae y cae. No cesa. Y es que el corazón de Juan está adolorido por no vivir la vida que él hubiera querido tener al lado de su querida Ausencia ... esa ausencia que no necesita probarle a nadie (ni a Juan ni a mí tampoco) que ella está ausente porque la vida los puso a ambos por diferentes caminos.

Si bien Juan a la Ausencia no la ve, él sí la siente. Y hoy es un día de éstos. Ella ha llegado vestida de lluvia, pero no para apagar hogueras de grandes pasiones entre ellos dos. En realidad, la Ausencia, lo único que hace ahora es hacerse presente para desearle a él "todo lo mejor" en cada gota de lluvia aunque esta frase suene hueca, fría y hasta un tanto hipócrita.

Mientras la Ausencia mira a Juan desde muy lejos con ojos serenos, ella sabe (y él también) que la ausencia de dolor es imposible que deje de existir de nuestras vidas. ¡Cómo quisiéramos vivir sin dolor físico ni psíquico!, ¿verdad? Sin embargo, hay que aprender a vivir con cualquiera de ellos, no importando que clase de dolor éste sea. En ello está Juan desde hace mucho tiempo. Pero por más que él intenta vivir despreocupadamente y estar enamorado de la vida, no puede. Por cortos momentos, es feliz. Y para olvidarse de sí mismo y de sus dolores, trabaja, muchas veces, con rabia. Como si fuera lo único que existiera en este mundo ... trabajar y trabajar para esquivar a su querida Ausencia, esa ausencia que le produce el mayor dolor de todos en su corazón partido en mil pedazos.  

¿Será que la Ausencia ha muerto y por este motivo Juan está triste?
- ¡No, yo vivo! - grita la Ausencia. Y mientras yo la escucho con atención, veo como ella cae cual lluvia sobre el alma de Juan para tratar de apagar sus dolores mientras ella deja sus dolores de lado para que yo no los vea.

Te preguntarás quién soy yo. Bien, yo soy el Tiempo ... ese tiempo que une los recuerdos con nuestras vivencias presentes, el que cose el pasado con el futuro, el que parcha las heridas y los dolores del alma. Pero que te quede claro, querido lector, que ni la ausencia, amiga de Juan, ni yo, amigo de todos, somos nada cuando se ama de verdad. 

Y mientras la lluvia moja los recuerdos de Juan, él comparte su paraguas con su querida Ausencia, mientras el amor busca en mí un final perfecto ... ausente de ausencias.


MARiSOL