viernes, 21 de mayo de 2010

La cita


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Sandro había conocido a Verónica en una fiesta de disfraces organizada por una discoteca de moda de la ciudad. Él había venido vestido de cazador y ella de monja. Si bien Verónica -una muchacha joven, soltera y guapa- le contó a Sandro que estudiaba psicología pero que ahora estaba gozando de sus vacaciones, también le comentó que en sus ratos libres trabajaba por ejemplo, cuidando niños,  limpiando, etc., pero ella no le había comentado que... Él, Sandro, divorciado (sin hijos) y manager de una empresa de ingenieros  le  contó a Verónica que  él  viajaba regularmente para supervisar diversas obras en construcción tanto dentro como fuera del país. Y también le comentó que gozaba de unos días de descanso, pero no le dijo que...

Un buen día Sandro con ganas de tener compañía llamó a Verónica a su teléfono de casa puesto que ella le había dicho que no tenía teléfono celular. Raro, ¿no? Bueno, pues, Sandro la invitó a cenar y a bailar. Fue una noche simpática, pero no como se la había imaginado Sandro. Verónica ni le invitó a que subiera a su departamento -después que él la dejara en casa- ni ella aceptó en pasar la noche con él en su departamento. No. Verónica no era mujer para una noche, sino para muchas noches.
Antes de despedirse Verónica le preguntó a Sandro: 
- ¿Cuál es tu apellido?
Sandro sonriendo, le dió un beso en la mano y le contestó:
- Te lo diré la próxima vez que nos veamos. Sonrió feliz. Se subió a su auto y se fué silbando.

A los pocos días Sandro llamó a Verónica, pero no la encontró. Durante dos semanas la llamó a diversas horas pero solamente escuchaba su voz en el contestador automático diciendo: "¡Hola! Deja tu mensaje después de la señal. Gracias." ¿Qué pasaba? ¿Por qué ella no le devolvía las llamadas? De pronto, Verónica se habría ido a visitar a sus padres por unos días. Ella le había contado a él que sus padres vivían en otra ciudad. Quizás ella tuvo que salir de emergencia. ¡Ay! ¡Qué ganas de ver a esa muchacha de nuevo!

Sandro cansado de no poder ubicar a Verónica y con ganas de compañía femenina llamó una tarde a "Madame Butterfly" (una agencia dedicada a dar en alquiler mujeres finas y cultas a hombres con dinero. Elegancia y discreción son dos palabras importantes para esta agencia).
- Buenas tardes. Necesito compañía - dijo Sandro. No era la primera vez que marcaba este número telefónico. La telefonista reconoció la voz de Sandro.
- Cómo la quiere esta vez, señor Varelli.
Sandro pensó en Verónica. Quería una mujer parecida a ella.
- ¿Solamente para esta noche, señor Varelli? - le preguntó la telefonista.
- Sí, esta vez solamente por una noche. Tengo mucho trabajo por el momento, pero necesito un poco de distracción. Me gustaría que ella trajera puesto un vestido rojo. Quiero encontrarla en mi restaurante preferido a las 8 p.m. Yo traeré una rosa de ese color. Esa será la clave para que ella me reconozca como su cliente.
- Ya tomé nota, señor Varelli. Lo llamaré a más tardar en una hora para reconfirmar su pedido.
- Bien, gracias. Ahora tengo que salir, pero como usted tiene mi número de celular, me puede ubicar sin problemas. Se despidieron cordialmente.
A la media hora la telefonista lo llamó. Sandro tendría la mujer que quería para esa noche.

A las 8 p.m. llegó Sandro a su restaurante. Allí estaba sentada Verónica con un elegante vestido rojo. Se miraron. Sandro le entregó la rosa roja y le dejó un billete grande sobre la mesa. Sandro se había quedado sin voz, sin boca, sin palabras y con un corazón vacío.
Antes de salir del restaurante se volteó para mirar a Verónica una última vez.

Verónica con la rosa entre las manos salió lentamente del restaurante. Por primera vez ella sintió vergüenza de ser quien era... Llamó a la agencia "Madame Butterfly" para contar lo sucedido y se tomó unos días de descanso. Ella, en realidad, estaba cansada porque esa misma tarde ella había llegado de viaje del extranjero. Mientras el chofer de su cliente -un millonario norteamericano- la llevaba en una limusina a su departamento, ella había recibido a su teléfono celular la llamada de su agencia. Verónica trabajaba como una "escort-girl"* cuando podía porque le permitía de esta manera pagar su  lindo departamento,  auto deportivo, ropa fina, buena comida, etc, etc. ¡Ah! y podía también pagarse sus estudios. Y como ella necesitaba dinero, pues, aceptó a este nuevo cliente sin ningún problema sin pensar que se trataría de Sandro y que se enteraría por su agencia de  su apellido.  


¿Y qué pasó con Sandro? se dió cuenta que aquella linda muchacha que conoció en la fiesta de disfraces de monja no tenía nada. Ahora más que nunca Sandro iría de cacería hasta dar con la mujer de sus sueños.


* chica-escolta

Marisol

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