martes, 3 de noviembre de 2020

La contraseña

 


Anita no lograba acordarse de su contraseña. ¡Qué cosa! Sin ésta no podía entrar a su plataforma social.  Y mientras ella se encogía de hombros resignada ante su mala memoria y no tenía otra opción que cambiar de contraseña, Anita sabía que estaba muy lejos de ser un indulto, una amnistía, una absolución, una gracia o una clemencia. Sin embargo, sabía que la palabra "Perdón" la convertiría en su contraseña como un mantra a repetir todos los días. Pues bien, su contrasseña se llamaría "Perdón2020". Es así como esta contraseña no sólo se posó en su cerebro cual rayo luminoso, sino que ella sabía que nunca podría olvidarse de ésta. Anita tenía sus motivos...
 
Y es que aunque la ofensa y la pena se aferraran a sus tobillos cual cadena perpetua  o arresto domiciliario, Anita se encontraba esperando por una disculpa que quizá nunca llegaría. Y, sin embargo, la contraseña era la adecuada... Así que mientras ella mantenía la calma en silencio y observaba cómo la tolerancia disculpaba los defectos del mundo (¿del tuyo o del mío?), ella  se preguntaba si no sería mejor concederle a su espíritu el hábito de la duda. ¡Y es que yo la encuentro apasionante! ¿Y tú?
 
Pues bien, mientras la escuela de la verdad le recordaba a Anita que es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error porque quien comete un error y no lo corrige comete otro mucho más grande, ella sabía que había llegado la hora de perdonar a todas aquellas personas que le habían hecho daño en el transcurso de su vida. Quizá no era tan importante que sus ofensores se liberaran de su culpa para ella recién poder perdonarlos, sino que ella como persona ofendida sabía que era importante liberarse de posibles sentimientos de rencor en su corazón. Pero, ¡qué difícil es la acción y el resultado de perdonar!, ¿verdad? Y es que este valor humano no todos lo entendemos en toda su magnitud. A decir verdad ambas acciones suelen tener efectos terapéuticos positivos. 

Más de uno se preguntará si Anita es capaz de poder disculparse. Pues, déjame decirte que ella lo ha hecho varias veces, en varias oportunidades. Así como pedir perdón se asocia a la humildad por reconocer que se ha cometido un error y también suele mostrar que la persona tiene la mejor intención de rectificar o compensar ese error suyo, el poder perdonar a los otros es también de valientes. 
 
¿Sabías que la palabra "Perdón" es una palabra formada por dos vocablos originarios del latín? Mientras "Per" significa: paso o dejar pasar, "don" significa: regalo. Por este motivo, si te sientes ofendido o agraviado renuncia a vengarte o a reclamar castigo. Más bien, perdona la ofensa en nombre de tu paz interior y tranquilidad de conciencia. ¿Y sabes por qué? Pues, porque al perdonar se expresa indulgencia, tolerancia y comprensión hacia el error del otro. Sin embargo, todos sabemos que hay faltas más fáciles de perdonar que otras, sobre todo, cuando el daño es inmenso en la vida del agraviado. Y, sin embargo, aunque existan muchas personas que se resistan a perdonar, la verdad es que también existen otras que han entendido que saber perdonar es signo de inteligencia emocional, es signo de dejar atrás el pasado por muy doloroso que éste sea y lo mejor es concentrarse en mirar al futuro asumiendo una nueva postura ante la vida.
 
Anita está contenta con su nueva contraseña porque ésta contiene un gran significado no sólo por el hecho de tener la capacidad de saberse disculpar ante los demás, sino de querer ser capaz de perdonar no sólo a los otros, sino también a sí misma. Y es que saber perdonar(se) es una actitud, una decisión que nos permite crecer porque en vez de albergar ira y rencor, elegimos aceptar el pasado y seguir adelante. Anita sabe que por más que su alma esté vestida de heridas emocionales, no permitirá convertirse en esclava de sentimientos negativos porque aún más daño ella se haría. No permitirá que el dolor y el resentimiento se queden enquistados en su corazón. En caso de no lograrlo sola, Anita buscará ayuda profesional para que le de nuevas pautas y le indique caminos diferentes que la ayuden a asimilar todo lo sucedido y que le permitan liberarse de tanto rencor acumulado en su alma.

Querido lector, si aprendemos a perdonar(nos) no con palabras, sino con el corazón, entonces sabremos que ya estamos listos para pasar página en lugar de mantener nuestras heridas abiertas. Quizá ha llegado el momento que tú también cambies tu contraseña, pero, de vida.
 
 MARiSOL