domingo, 13 de diciembre de 2015

El malabarista


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Conozco  un malabarista al que le gusta poner a prueba tanto a su cerebro como a su corazón un par de veces al año. Los reta a que tomen una posición clara ante determinadas situaciones. Me imagino, que tú, querido lector, en más de una oportunidad te has preguntado si dejarte llevar por  pensamientos lógicos y racionales o dejarte llevar sólo por sentimientos y emociones. Para muchos nos resulta difícil pensar de manera sabia sea sólo con el cerebro o sólo con el corazón porque no todos tenemos espíritu de malabarista.
Sin embargo, si pensamos sólo con la cabeza, nunca faltan aquellos que nos tildan de fríos y si pensamos con el corazón, somos, muchas veces, menospreciados por nuestra debilidad de carácter. El secreto radica en la balanza adecuada.... El malabarista sabe que balancéandolos de manera equilibrada, ni él ni tú ni yo podemos caer al abismo. Pero es muy raro que nadie de nosotros haya caído al abismo aunque el malabarista me mire un tanto sorprendido porque él sí puede darle cara a éste y no hundirse en él porque sabe que la única manera de no caer es manteniendo un equilibrio natural entre el cerebro y el corazón. Tarea nada fácil, por lo menos para mí.
He de hacerte saber que el malabarista es de la opinión que si el cuerpo y el espíritu no viven en buena armonía, entonces, no hay verdadero equilibrio entre corazón y cerebro. Pero, ¿qué es lo que yo pretendo? ¿Quizás pensar en paz para no influenciarlo con sentimientos negativos? El malabarista no dice nada, sólo me observa. Sigo descifrando sus ideas. En realidad, yo ni quiero que mi cerebro se canse de pensar en positivo ni tampoco deseo que mis sentimientos se debiliten pensando en negativo.

Si bien el conocido proverbio de Blaise Pascal: "el corazón tiene razones que la razón desconoce", es muy cierto, yo me pregunto si será cierto que el corazón tiene un  sistema nervioso de 40.000 neuronas y una red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo. El malabarista insiste en que el corazón no sólo puede influir en nuestra percepción de la realidad, sino que puede producir y liberar oxitocina, conocida como la hormona del amor. Quizás nuestro cerebro y corazón han hecho un pacto secreto desde nuestro nacimiento y de nosotros depende actuar como el malabarista.
Finalmente antes de despedirnos, el malabarista me dice que todo ser humano usa el cerebro de su corazón no sólo para crear un estado de coherencia biológico, sino para crear una armonía con su cerebro para crear así un estado de conciencia inteligente entre los dos órganos. Además, el malabarista es también de la opinión que yo debo ponerme a mí misma a prueba para ver si caigo al abismo de mis equivocadas ideas o si logro sostenerme sobre la cuerda de las ideas de mi corazón. No, no me atrevo, y ¿tú, querido lector?


MARiSOL