viernes, 19 de mayo de 2017

Las alas del ángel



Mientras mi corazón tiene la edad de aquello que amo, mi alma es aquello por lo que vivo, siento y pienso. Ambos van de la mano, son inseparables desde que me llegaron a conocer. Y mientras yo hago este comentario, los dos me miran aprobando mis palabras. Ambos son importantes para mí porque mientras mi corazón es como un niño que espera lo que desea, mi alma es como un pájaro con alas porque son mis ilusiones las que me sostienen para seguir volando en dirección a ti. 

Pues bien, como tanto mi corazón como mi alma saben que yo soy infinito, que seguiré existiendo más allá de la vida misma, me regalan esa sonrisa que vuela hacia ti, querido lector. Sí, no me mires extrañado. Ya te haré saber quién soy, pero, por el momento, te hago saber que mientras mi corazón es el que te habla con reloj en mano, mi alma te habla sin tiempo de por medio, porque yo soy eterno. ¿Y sabes por qué? Porque yo soy una fuente inagotable de reflexiones tan profundas como la eternidad misma, tan altas como el cielo infinito y tan grandiosas como el propio misterio del universo.

Bien, ahora te haré saber quién soy. Yo soy ese ser inmaterial o espiritual que Dios tiene señalado para protegerte. ¡Pónme el nombre que tú quieras! pero yo soy tu ángel de la guarda o tu ángel custodio.  Siempre estoy allí, a tu lado, aunque no me veas. Si bien me mantengo silencioso, estoy a tus servicios para protegerte, para envolverte con mis alas sin importar la religión que tú profeces, sea que ésta pertenezca al cristianismo, judaísmo, al islamismo o la que sea ...

Ahora que ya sabes quién soy, he de agregar que soy ese ser creado de luz, dedicado al servicio de Dios y mis tareas son: haberte introducido alma en tu cuerpo de recién nacido, recoger tu  alma cuando mueras, registrar determinados hechos de tu vida o para servirte de mensajero divino cuando sea necesario.

Y mientras yo ya me presenté ante ti, querido lector, el ángel caído (expulsado del cielo por desobedecer y rebelarse contra los mandatos de Dios) me miró envidioso porque se ha quedado sin alas. Se las arrancaron, hace mucho tiempo ya, entre varios ángeles para que nunca más pueda llegar a acercarse a Dios. 

Desde que el ángel caído se quedó en la Tierra haciendo de las suyas, tengo la enorme tarea (igual que otros seres de luz) de combatirlo porque él tiene la capacidad de reproducirse con su maldad por todas partes ... allí donde tú te encuentras. Por este motivo, te protejo con mi amor porque sólo mi amor es capaz de poderte sacar el odio de tu corazón que el ángel caído te ofrece, por momentos, a través de tu corta o larga vida. Por esta razón, te pido que te mantengas siempre abrazado a mí para que mis alas cubran tu corazón ... tu alma.

Antes de morir, Ana María le pidió a su ángel guardián que viniera por ella para no permitir nunca más que el ángel caído la llevara por el camino equivocado ... ese camino vestido de sombras vestidas de odio y rencor. Es así, como antes que Ana María dejara de respirar, se arrepintió de haber sido mala con mucha gente amiga y hasta con su propia familia. Su sincero arrepentimiento hizo que yo bajara del cielo para llevármela envuelta no sólo  por mis alas, sino con mi luz eterna.

MARiSOL







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