miércoles, 5 de noviembre de 2014

Los problemas del flamenco


Conozco un flamenco que, cada vez que tiene algún problema, no se queja. Este flamenco ha hecho un pacto con la vida, porque la vida le ha enseñado que si se queja o predica a los cuatro vientos lo mal que se encuentra, no gana nada. Una cosa es contar el problema que nos aqueja sin aspavientos y otra es quejarse hasta el cansancio y no hacer nada por resolverlo, sino, más bien, esperar a que otro nos lo resuelva.
Bueno pues, este flamenco ve los problemas como retos y oportunidades porque así uno puede demostrar lo que sabe. No tiene la necesidad de solamente quejarse como otros muchos flamencos que sí lo hacen por cualquier tontería. Y es que la mayoría, que este flamenco conoce, gasta su tiempo y energías hablando sólo de sus problemas en lugar de afrontarlos. 
¿Quién dijo que la vida es fácil? Los problemas hay que verlos como tareas por resolver aunque no tengamos la fórmula exacta y precisa. Lo importante, es enfrentarnos a los problemas poniendo todo de nuestra parte, porque los problemas en sí no son los problemas, sino el miedo que tenemos ante ellos.

Sin lugar a dudas, este flamenco es un optimista, por suerte, porque un pesimista siempre es parte de cualquier problema que se le presente siendo su propio obstáculo. 

De este flamenco estoy aprendiendo que, si bien la vida es una cadena interminable de sucesivos problemas, no hay que claudicar ante ellos, hay que resolverlos de pie y con la cabeza erguida. Sólo ante la muerte uno claudica porque en la muerte ya no hay más problemas por resolver. 





MARISOL 





 




Imagen sacada de Google+

El Universo de Elena


Elena salió nerviosa y agitada de noche a caminar a la orilla del mar. Quería tranquilizar su alma. Así que ella salió con una lámpara de gas para que le alumbrara su camino. Elena sabía que disfrutar del mar en calma, sea de día o de noche, le tranquilizaba sus nervios, porque cuando el mar estaba agitado y bravo, prefería tenerlo de lejos, porque la ponía aún más nerviosa. Y este momento de paz era lo que hacía la vida digna de ser vivida, porque le ayudaba a ella a olvidarse, por un momento, de sus problemas familiares y laborales, le ayudaba a reconstruir su alma, por momentos, golpeada por la vida o cuando ella misma golpeaba, sin querer u otras veces de manera intencionada, la vida de otros.

En un momento que Elena se paró, vió que su lámpara la ayudaba a ver estrellitas sobre la arena y no solamente en el cielo. Es así como Elena sintió como si estuviera rodeada del universo entero y que éste la abrazara. 
- Aquí me tienes, a tus pies - le dijo el Universo. Su voz provenía de todas partes. Pero yo pienso que le hablaba a Elena desde su corazón.
- Gracias por acompañarme - le dijo Elena.
- De nada - le contestó el Universo y luego le dijo - recuerda que tú eres un pedazo de mí hecho vida.
- ¿Cómo debo entender esto que me dices? - le preguntó Elena.
- Pues, es muy sencillo, querida Elena. Existe un rincón del Universo que tú mismo puedes mejorar.
- Sigo sin entenderte - le dijo Elena apenada.
- Ese rincón del Universo al cual yo me refiero, es donde habitan tus pensamientos y sentimientos, es decir, eres tú mismo. Así como ahora tu alma está en paz, trata de mantener lejos de ti a todos los sentimientos negativos que te habitan y, más bien, trata de convertirlos en positivos para que tu propio universo se vea hermoso, porque el mejor universo que existe no soy yo, sino el corazón que te habita. Si tú aprendes a mantener tu equilibrio emocional de la mejor manera que tú puedas sin hacerte daño a ti misma ni a los demás, tendrás un corazón fuerte y noble capaz de conquistar no sólo el corazón de todas las personas que habitan tu universo, sino que serás capaz de conquistar también mi corazón. ¿Me entendiste ahora?
Elena entendió que la voz del Universo no era quien le estaba hablando, sino era la voz de Dios que le estaba indicando el camino correcto a seguir.

MARISOL