lunes, 23 de marzo de 2015

El arroyo y la roca

 

Érase una vez un arroyo que quería ser tan duro como una roca. Pues bien, un día el arroyo se enturbió tanto así que el sol y la luna no podían dejarse reflejar en él. Esto significaba que el arroyo se había quedado ciego.
La roca al ver tan agobiado al arroyo le dijo:
- Tu deseo lo cumplió el hada del bosque. 
- ¡Pero es un hada un poco torpe porque no me ha convertido en roca como yo quería! - exclamó el arroyo.
- Es cierto, no te ha convertido en roca, pero ahora tú  no puedes ver igual que yo - le dijo la roca tranquilamente y siguió hablando  - Tú querías ser yo. Podré ser una roca grande y dura, pero soy ciega. Por cierto, el hada del bosque nunca ha logrado que yo pueda ver, pero tú sí me puedes ayudar.
- ¿Qué debo hacer? - le preguntó el arroyo. Se daba cuenta que no quería vivir en oscuridad.
La roca le hizo saber que volvería a ser transparente si le hacía un solo favor.
- ¿Qué debo hacer? - volvió a preguntar el arroyo.
- No necesitas ser duro como yo, pero tú cuentas con una fuerza especial que yo no tengo - le respondió la roca y continuó hablando - Si tú usas tu fuerza de voluntad para ir cavando un hueco en mí, algún día podré yo verte.

Al escuchar la conversación entre el arroyo y la roca, se acercó rápidamente el hada del bosque y limpió de toda suciedad al arroyo. Éste agradecido se propuso complacer a la roca. Pero no le hizo un hueco de un día para otro, sino que logró regalarle un ojo a la roca después de mucho tiempo. Exactamente no se sabe si la roca se demoró cientos o miles de años en hacer un hueco en la roca. Lo importante es que el arroyo pudo cumplir con el deseo de la roca gracias a su constancia. Esa gran virtud que nos conduce a realizar lo que deseamos para alcanzar nuestras metas en lo que nos hemos propuesto, pese a lo difícil que éstas puedan ser. Lo importante es no perder la motivación personal pese al tiempo transcurrido. Es así como la constancia nos ayuda a sustentar el trabajo en la fuerza de voluntad y en el esfuerzo contínuo -  como el arroyo - para lograr llegar a la meta que nos hemos propuesto como la que se propuso la roca.

MARiSOL








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