sábado, 14 de marzo de 2015

Nubes negras


- ¿Por qué te escondes de mí? - le gritó el faro a la luna. Su voz más que cargada de reproche, estaba llena de sufrimiento y de dolor.
A pesar de no poder ver el faro a la luna, ella le contestó:
-  Si tú no puedes cambiar esta situación que te produce dolor, ¿no te parece mejor afrontar tu sufrimiento cambiando de actitud? Yo no tengo la culpa que las nubes sean tan espesas y que no te permitan verme, pero me puedes escuchar. Yo diría, más que eso, me puedes sentir. 
- Pero, ¿cómo puedo sentir si no te puedo ver? - le preguntó el faro a la luna. 
- ¡Qué poco confías en mí! - le respondió la luna. Me apena que sólo quieras verme para creer en nuestro amor. Si tú estuvieras seguro de lo que sientes por mí, no te importarían las nubes. ¿No te parece?
El faro insistía en verla, pero por más que alumbraba el cielo con su potente luz,  no podía ver a la luna. 
La luna decepcionada, por la actitud negativa del faro, le dijo:
- Tú tienes el talento de ver mucho en todo. Pero tu desgracia es de querer ver todo lo que no hay, y nada de lo que tú ves, realmente existe.
- ¿A qué te refieres? - gritó malhumorado el faro. 
- Pues, que yo no me escondo de ti como tú crees. Tu desconfianza me hace ver, mejor dicho, sentir, que tu debilidad es más grande que tú.
- ¡Cómo me puedes decir que yo soy débil! El faro estaba furioso. Comenzó a odiar a la luna. 
La luna muy segura de sí misma le dijo con voz serena:
-  Tu pesimismo es lo que te hace débil. Yo no puedo enmendar tu debilidad de carácter. Es más, con una actitud también violenta me demuestras que eres débil. Lo único que conseguirás es destruir nuestra relación. Pienso que deberías tomarte tu tiempo en reflexionar sobre nuestra relación. Yo haré lo mismo.
- ¿Por qué me dices esto? - volvió a gritar el faro. Le temblaba su voz. Se sentía indignado que la luna lo desafiara.
Antes de despedirse del faro, la luna le dijo:
- Veo que no me amas como realmente lo merezco ya que amar no es sólo querer, como el querer verme, sino es más que eso, es comprender lo que te he dicho. Veo también que tu incomprensión y desconfianza te imposibilitan más que comprender, sentir.
El faro, en el fondo, sabía que la luna tenía razón. Al observar la conducta de la luna, se dió cuenta que tenía que conocerse mejor y para ello tenía, más que ver, mirar dentro de su corazón ... cargado ahora de nubes negras.
Esperemos que éstas se vuelvan grises, luego blancas y desaparezcan del todo del corazón del faro. Así él podrá reconquistar el amor de su querida luna.

MARiSOL






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