domingo, 16 de noviembre de 2014

El cerebro del sirviente


 

¿Qué le pasa al sirviente que ya no tiene más ganas de servir? Observo que está cansado sólo de trabajar. Todo parece indicar que su intuición le dice que no trabaje tanto. El sirviente no sólo está obligado a servir a su patrón, al amo, a ese que dispone de su vida y lo obliga a trabajar para él a cambio de un sueldo, sino que el sirviente se obliga a seguir en esa senda donde la intuición o mente emocional queda de lado por más que él mismo sepa que no debe descuidarla.

Si hablo sobre "el sirviente" no me encuentro en ningún siglo pasado... y es que de una u otra manera todos nosotros somos sirvientes de muchas cosas... ¿Por qué será que muchos de nosotros nos olvidamos, por completo, de nuestra mente intuitiva o emocional y nos ocupamos exclusivamente de la mente racional cuando hacemos nuestras tareas diarias?

Me pregunto por qué, a veces, nos resulta difícil equilibrar tanto en nuestra vida profesional como en nuestra vida cotidiana el uso de nuestra mente intuitiva y mente racional. Quizás deba yo hacerle ver al sirviente que se esfuerce por intentar razonar todos sus impulsos y apetencias, pero sin tener que olvidar que, aunque nuestra mente intuitiva no siempre esté acertada, siempre tiene sus razones. Por algo será que nuestra intuición o mente emocional es la que nos ayuda no sólo a experimentar placer, sino la que también nos sirve de guía para hacernos sentir bien, es la que también nos ayuda a alejar de nosotros el dolor o malestar.


Pues bien, ¿Sabías tú que tanto en la parte derecha de la corteza cerebral del sirviente como en la nuestra procesamos toda información instintiva y/o emocional  automáticamente con el recuerdo de experiencias similares ya vividas?  Es así como nosotros al extraer instantáneamente una certeza sobre la cual actuamos, hacemos nacer la intuición.

¿Sabías también tú que el hemisferio izquierdo de la corteza cerebral procesa inmediatamente esta misma información, que es analizada y sometida a deducciones? Pues, a esto nosotros lo llamamos razonamiento, porque es un proceso mucho más lento y cuyos resultados no están siempre en conformidad con los de nuestro instinto o intuición.

Antes de finalizar con este relato el sirviente me pregunta si la intuición es infalible. A lo que yo le respondo que no como tampoco lo son los instintos ni los pensamientos racionales.
- Entonces, ¿debo yo confiar en mis intuiciones? - me pregunta el sirviente un tanto incrédulo.
- ¡Claro que sí! Incluso mucho más de lo que tú te imaginas - le respondo y luego le digo acto seguido que nosotros todos los días muchas veces hacemos uso de la intuición
- Pero yo como sirviente sólo sirvo. Yo no tomo decisiones como tú - me responde un poco incómodo el sirviente. Mi intuición se queda durmiendo en algún rincón de mi mente mientras trabajo. 
- Mira, lo único que yo te puedo decir, bajo mi punto de vista - le digo- , es que yo al tomar una decisión o querer resolver un problema utilizando mi mente racional, sé que mi intuición está siempre activa porque es la que me proporciona su dictamen y su sensación de certeza. 
El sirviente me mira largamente y un poco triste me dice:
- Yo sé que no puedo despreciar mi intuición, madre de inventos, descubrimientos, innovaciones, fuente de creatividad, pero yo noy Albert Einstein. Soy un simple sirviente que su intuición o mente emocional la deja de lado cuando trabaja para ti. Y mirándome seriamente a los ojos me recita un pensamiento de este sabio que dice así:
“La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional una sirviente fiel. Hemos creado una sociedad que honra a los sirvientes y que ha olvidado los regalos. Lo único realmente valioso es la intuición.
Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los pequeños detalles que somos capaces de percibir con nuestro débil y enclenque mente”. 

Definitivamente mi sirviente no tiene una débil y enclenque mente. No sólo tiene una mente racional brillante, sino que su mente emocional  me ha hecho ver que debo recompesarlo, después de esta conversación sostenida, con un aumento de sueldo.

MARISOL
 

Imagen sacada de Bing