martes, 15 de noviembre de 2016

Pescando deseos


Si bien no estoy segura desde cuándo se usa la costumbre de pedir un deseo cuando uno ve una estrella fugaz,  lo único que sí sé es que en latín hay tres términos para decir estrella y son: Stella, Astrum y Sidus o Sideris. Pues bien, cada palabra tiene un significado. La primera significa una estrella aislada, la segunda es cualquier cuerpo celeste y la tercera está relacionada con una constelación de estrellas que forman una figura. 

Bien, me pregunto que sería de mí si yo me pusiera a pescar estrellas y cada una de ellas me hiciera realidad mis deseos, me pregunto si mi mundo dejaría de ser imperfecto. Mas no sé si tanta perfección me haría feliz del todo. Así me encontraba yo pensando esta idea cuando llegué a un puente mágico; para mi sorpresa ví a mucha gente pescando estrellas. Todos, de alguna manera, querían hacer realidad sus deseos, unos más grandes que otros.

Como yo no tenía una caña de pescar, retrocedí y regresé al centro de la ciudad a comprarme una, pero para mi sorpresa ya no quedaba ninguna. Así que resignada regresé al puente mágico a ver como otros hacían realidad sus más caros deseos mientras yo sólo los observaba. Sin embargo, después de un rato se me acercó un anciano y me dijo que él tampoco tenía una caña de pescar, pero me animó a que tratara de pescar con mis dos manos por lo menos una. Pues, bien, en el momento que atrapé una estrella pequeña, no me dolió tanto como cuando pesqué una estrella grande. No sólo tenía que hacer un esfuerzo por sostenerlas, sino que las manos me quemaban.

No contenta con lo que estaba haciendo me quejé diciéndole al anciano que no me parecía justo que otros las pudieran pescar sin quemarse las manos y encima poder hacer realidad sus deseos a lo que el anciano me contestó:
- La diferencia entre tú y los demás es que los otros no luchan por sus deseos, es como si fueran al supermercado y pidieran un kilo de naranjas, por ejemplo. Tú, en cambio, estás luchando por hacer realidad tus deseos. El hecho que te quemes las manos es porque estás realmente haciendo lo indecible por hacer realidad tus deseos.
- Pero, siento que me abandonan las fuerzas porque siento mucho dolor - le contesté al anciano entre lágrimas.
- Que no decaiga tu ánimo, que no te abandonen las fuerzas - me dijo el anciano y luego siguió hablando - Yo te puedo dar un ungüento contra las quemaduras. Puedes seguir pescando estrellas hasta completar todos tus deseos haciéndolos realidad.
Yo, la verdad, que sentía tanto dolor en las manos (realmente me quemaban y tenía grandes ampollas en ellas y mis dedos estaban hinchados y en carne viva) que desistí de seguir pidiendo deseos. Después de contemplar mis manos, miré al anciano y él me dijo que lo disculpara pero que me había tendido una trampa.
- ¿Cómo? ¡No entiendo nada! - le dije desconcertada.
- En el fondo, lo que yo quería - me dijo dulcemente el anciano - era que tú no abandonaras tu deseo de lucha. Sobre todo, cuando se trata de luchar contra una parte de sí mismo. Esto hace que sólo uno así se convierta en un verdadero ser humano cuando uno supera todos estos combates que la vida nos trae sin estar pidiendo sólo deseos. Cuando uno aprende a luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza y sabes salir adelante, entonces perteneces al club de los más fuertes porque sólo ellos saben luchar no una hora o un año, sino toda una vida sin estar cómodamente pescando deseos. Lo importante es ir a por ellos con tu propio esfuerzo. Luego de decirme todo esto, desapareció el anciano entre las estrellas y mis manos dejaron de dolerme. Sabía que mi lugar no era quedarme sólo en este puente. Tenía que seguir caminando con la vida sin quedarme paralizada solamente en un lugar pescando deseos.


MARiSOL