domingo, 17 de julio de 2016

Alteraciones


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Dora no sufre de alteraciones ni en la lengua ni en la boca, más sí en su alma mientras yo me pregunto a qué huele su aliento (el de su alma, claro está) y no necesariamente me refiero al último de todos. En fin, las palabras de aliento cuando no huelen bien, son inodoras y falsas, pero cuando guardan un perfume aromáticamente fragante, son aquéllas de las que Dora se agarra para no hundirse en el abismo de sus insolentes pensamientos cuando desean nacer del corazón pero no pueden porque ninguno de ellos ha encontrado remedio a todos sus males. Todo parece indicar que Dora quiere encontrarse a viva fuerza en la fase de recuperación aunque sus pronósticos excesivamente optimistas a mí me parezcan inimaginables. No sé si a ti también.

Pero aunque Dora no haya perdido el sentido ni se haya desplomado sobre el suelo, estas alteraciones que se dejan ver como negros nubarrones sobre su alma no son producto de ningún fenómeno surrealista ni de mi imaginación, sino que son una mera concentración de explicaciones lógicas que han modificado el lenguaje de sus sueños. No es porque los sueños de Dora se hayan convertido en normales y corrientes. No, es más que eso. Es que ella ha dejado de soñar mientras su rostro inexpresivo y su cuerpo en reposo sólo experimentan dolor y miedo mientras duerme.

No sé si tú sepas, querido lector, quién soy yo. Me presento: soy la Angustia. No pretendo decirle a Dora que si lucha ella contra mí, sólo producirá nuevas formas de angustia. Callo mientras observo como ella se encuentra de cara ante la nada ... esa nada que bordea el abismo de su vida, que la obliga a rumiar su propia miseria humana. Lo que yo deseo es que Dora ni recobre la conciencia poco a poco ni tampoco deseo que sus pupilas se iluminen de esperanza. Soy mala, ¿verdad? Pues te hago saber que mi presencia le infunde mucho miedo y dolor físico a Dora. Ese miedo y dolor que no sólo le producen sensación de fatiga, sino que también ahuyentan el amor a la vida. Poco a poco la pongo fuera de combate.

Mientras yo disfruto de mi poder, la bondad, inteligencia y todo pensamiento bello de la mente de Dora he logrado expulsar con gran éxito, pues yo no sólo cumplo con mi tarea, sino que siento mucho placer. ¡Ay! La domino aunque Dora no quiera. Observo que ella ha perdido el apetito a vivir. Y esto me complace mucho. Soy su tutora y la llevo por el camino que yo quiero porque como Dora tiene un alma muy sensible, resulta que ella es mi mejor víctima. Y yo mientras me regodeo en su miedo y dolor, siento que mi deber es crearle a Dora malestar, pesadumbre, desconsuelo, incertidumbre, pesar, zozobra y mucha tristeza. Y la verdad que no me importa dejarte, a tí, querido lector, un mal sabor en la boca ya que yo sé que nunca podrás sentir mi perfume, más sí puedes sentir como te altero el alma con estas palabras mías. No me importa que ni Dora me odie ni tú tampoco.

MARiSOL






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