lunes, 18 de enero de 2010

Sortilegio





Sandro:
Sólo pocos son los que sospechan de tu  desazón y desaliento. Mas yo no. Sé con seguridad que en tu soledad solitaria yo sigo aún viviendo en ti. Mas no deseo que tú sufras mi ausencia, ¿sabes? Si bien yo sé que tú, Sandro, eres un simulador sobresaliente, sustituirme sería, sin duda alguna, un seguro suicidio. ¿No crees? Acaso, un sacrilegio. Sé también que tú, desde lejos, sigues sigilosamente en tu subconsciente mi silueta solemne. No me sorprende tanto sentimentalismo tuyo porque sé que tú me quieres sinceramente.

Sandro, ¿te siguen subyugando desde mi sencilla sabiduría, simpática sociabilidad y sabrosa superficialidad hasta mi serena soberbia y mis serias sublevaciones? ¿Te siguen sobrecogiendo mis suturas, sinsabores y sacrificios? Sé que tú eres  sensible a mis sentidos sufrimientos, sagrados secretos y a mis siniestros signos de sobrevivencia. Mas te pregunto si yo soy sólo una sugestión solapada y una realidad sinrazón o surrealista ante tus ojos. Espero no sólo satisfacerte como un simple souvenir.

¿Es verdad que yo soy tu sur, sol, semilla y sangre subtropical? No sufras más en silencio por no saberme cerca tuyo. Y aunque un mar sediento de símbolos de siglos nos separe, yo saldré siempre a saludarte en tus sueños saltando sobre suaves senderos sembrados de sándalos aún sin saber si tú, Sandro Santillana, sigues sintiendo simpatía por mí.

Y aunque sombras de sabor salado deseen sentarse sobre tu ser y sean sentimentales señales de una sinfonía sinfín y tú estés separado de mi suelo soberano de seda salvaje,   sacude, Sandro, tu sudor salino, así sea entre silbidos, siseos y susurros mientras bailas una salsa o samba y saboreas mi nombre solemne en silencio. Espero que tú  nunca sepultes en un santiamén tu sinigual amor por mí. Sarcástica no soy; sólo sinceramente sensible a tus sentires.

Soy tuya desde siempre,
Sudamérica


Marisol




Foto sacada de Bing