sábado, 3 de mayo de 2014

¡No hay pero que valga!



- No sé por qué me pesa el alma, querida luna. ¿Será por este motivo que no puedo dormir?
- ¡Ah! no me digas que no eres feliz.
- ¿Te estás burlando de mí? - le pregunté a la luna un tanto molesta.
- No. En absoluto - me respondió ella con dulce voz. A mi parecer, yo creo que tú te tomas demasiado en serio. Pienso que tu mayor obstáculo es esperar en vano por la felicidad.
- No te entiendo - le contesté desconcertada con la respuesta que me dió la luna.
- Mira, tú te estás perdiendo de las pequeñas alegrías por estar esperando a que la felicidad llegue a tocarte la puerta. No esperes por ella, porque ella no vendrá. Acaso, ¿no te das cuenta que ella vive dentro de ti?
- Pero, es que no tengo todo lo que deseo....
- ¡No hay pero que valga! - me interrumpió la luna y luego agregó - Creí que tú eras más sabia. 
- No, no lo soy - le respondí sonrojada.
- Pues bien, entonces, debes aprender que para ser realmente feliz tienes que saber vivir no sólo prescindiendo  de algunas cosas, sino de la presencia de personas queridas que por motivos distintos no se encuentran ya más en tu vida. ¿Me has entendido?
- Sí, pero ...
- ¡No hay pero que valga! - me interrumpió la luna y luego agregó diciendo que tratara yo de disfrutar del momento sin esperar por un mejor futuro porque lo que cuenta es vivir en el aquí y ahora. También me sugirió que si yo le sonreía a la vida a pesar de no tener todo lo que deseo, le estaré sonriendo a mi futuro. 
- Espero que tú tengas razón - le dije a la luna un tanto escéptica.
La luna, después de mirarme fijamente a los ojos, me dijo:
- Ahora ¡véte a dormir y prométeme que cuando te despiertes sonreirás!
- No te lo prometo, pero lo intentaré.
- Bien. Lo importante es que no te duela el alma - me aconsejó la luna.
- Sí, pero ... - le respondí sin poder terminar de decir mi frase.
- ¡No hay pero que valga! - me interrumpió la luna antes de despedirse. 
Después de cerrar mi ventana con el propósito de sentir más liviana mi alma, me fuí a mi cama y antes de dormir esbocé una sonrisa. La luna por la ventana de mi dormitorio al ver lo que yo hacía también sonrió. 
 

Marisol






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