miércoles, 4 de diciembre de 2019

Tribulación



Mientras en estas horas de tribulación  padecimientos espirituales y morales sacuden el alma de Doña Conmoción, Doña Angustia, escondida dentro de mi pecho, me pide no luchar contra ella porque sino nunca podré yo producir serenidad, esa serenidad que me pide ser constante para convertirse así en el signo más cierto de la sabiduría mas no del conocimiento porque el primero nos sirve para ganarnos la vida mientras que la sabiduría nos ayuda a vivir para tener ¡ojo! no una buena vida sino una vida buena. ¿Entiendes la diferencia?

Pero, ¿qué es vivir? Te preguntarás, querido lector. Pues, no consiste sólo en respirar sino en obrar de buena manera y con hechos bien concretos o ¿no será que más bien vivir consista en construir solamente futuros recuerdos? O acaso, ¿no será sacrificar una pasión baja por otra más alta? Quizá desvarío. No quiero decir nada que suene disparatado, insensato o carente de sentido común. Mi mente me exige mantener la cabeza fría y el corazón caliente, sobre todo, en esta época de tribulación. Será que lo único que deseo es volver a casa, pero lamentablemente no encuentro el camino a seguir, ese camino   que, al fin y al cabo, es el camino hacia mí misma.

En estas reflexiones estoy mientras Doña Conmoción y Doña Angustia me miran expectante. ¿Qué les debo decir para tranquilizarlas? La verdad que no sé. Como que me he quedado sin palabras. Lo que menos deseo es que mis palabras suenen huecas porque si no van seguidas de hechos, entonces no valen nada. Lo único que conseguiría es cansar sus oídos de  de tanta palabrería. Y la verdad que no deseo que piensen que yo estoy desasida del presente y de toda razón lógica.
- Ante tanta adversidad uno como que pierde el horizonte, sobre todo, cuando el alma comienza a cansarse de tantas injusticias, mentiras, peleas, odios, rencores y manipuleos. ¿No creen? - les pregunté a ellas dos. Era yo quien buscaba respuestas porque este sufrimiento interior me está nublando la mente. Esta mente que debe  funcionar como un buen paracaídas porque si no se abre como debe ser, pues soné... Y es que el fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso porque no hay talento más valioso que el de no usar dos palabras cuando solamente basta una. Pero, ¿cuál es la más acertada? Acaso ¿Apocalipsis? Lo ideal sería hacer uso de aquella palabra que pudiera cubrir todas mis dudas.
- ¿No será que te has apartado del camino de Dios? - me preguntó Doña Conmoción.
- Podría ser - contesté. Pero, ¿por qué todo se reduce siempre a nombrarlo como solución a todos nuestros problemas? Lo que más deseo es operar con mente sabia para poder conducir mi vida por un camino saludable y pleno.
Doña Angustia como sabe que la angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada ... esa nada que es nada ante el infinito, me dijo:
- ¡Ay, amiga! Lo único que debes saber para aplacar tus dudas, en este momento, es que para reducir lo infinito a lo finito, lo inasequible a lo humanamente real,  tú tienes sólo un camino y es el de concentrarte con fe en tus problemas para poderlos resolver así de la mejor manera.
- Pero, ¿cómo? - le pregunté angustiada a Doña Angustia mientras Doña Conmoción no salía de su asombro por lo que me había dicho nuestra amiga.
Doña Angustia nuevamente tomando la palabra me hizo saber que la tribulación es también considerada una prueba de fe que reporta mayor crecimiento y madurez para todo aquel que sea creyente.
¿Será que  tanto Doña Conmocion como Doña Angustia tienen razón porque cuando uno padece a nivel personal en momentos de grandes dificultades la tribulación es más que todo un llamado para volver a Dios? ¿Tú, qué crees querido lector? 

Esta vez yo me he quedado sin respuestas, sólo estoy llena de preguntas. En el fondo, me desconcierta (no sé si a ti también) tanto pensar que Dios existe como que no existe aunque en el fondo de mí algo me dice que sí hay un Dios porque la imposibilidad en que me encuentro de probar que Él no existe, me prueba su existencia ... esa existencia que no es más que un cortocircuito de luz entre dos eternidades de oscuridad ... allí donde vive agazapada la tribulación entre tú y yo. Esa tribulación que se deja ver para enseñarnos no sólo humildad, sino también arrepentimiento para así no sólo purificar espiritualmente nuestras almas sino para ayudarnos también a quitarnos el velo de nuestros ojos porque no todos los ojos cerrados duermen ni todos los ojos abiertos ven. 

Y antes de terminar con estos desvaríos míos mientras me despido de Doña Conmoción y Doña Angustia, aprovecho para hacerte saber que "Apocalipsis" no es sinónimo de "fin del mundo", sino más bien de "revelación" porque no puede haber una revelación más intensa del alma de toda sociedad (la tuya o la mía) que la forma de tratar a sus niños empezando por ese niño o niña interior que habita en ti. No te olvides, querido lector, de saberlo cuidar en épocas de tribulación que yo prometo hacer lo mismo.

MARiSOL