sábado, 11 de febrero de 2017

El ruido del silencio

 

Quiero que sepas que, dentro de un momento, empezaré a guardar silencio por un par de horas. Voy a desconectar mi teléfono celular. No voy a prender ni la radio ni el televisor ni tampoco prenderé la computadora.
- ¿Y por qué? - me preguntó curioso un pajarito cantor que se me apareció de improviso y al que recibí con cariño porque él es mi "alter ego".
Yo le hice saber que quiero comprobar si es cierto que el silencio es el ruido más fuerte de todos los ruidos. 
- Pues, yo no creo que sea verdad lo que tú piensas - me refutó el pajarito cantor mientras me miraba hasta el fondo de mi alma.
Luego de sonrojarme nuevamente el pajarito cantor siguió hablándome y me hizo saber que él considera que mi silencio es un arma de doble filo.
Y al yo decirle que no lo entendía, el pajarito cantor me explicó que si tengo la intención de mantenerme callada por unas horas, él no cree que no es tan solo para comprobar si mi silencio es el más fuerte de todos los ruidos. Hay algo más ...
- Tienes razón. Te he mentido - le respondí avergonzada.
- En realidad, tú, a través del silencio, quieres estar sumida en tus pensamientos para verte mejor. ¿No es cierto? - me preguntó el pajarito cantor.
- , has acertado - respondí sonrojada.
- Esta clase de silencio es el que me gusta más - dijo mi pajarito cantor - puesto que es como una especie de oración donde nos comunicamos con nosotros mismos para hacer un balance de nuestros propios pensamientos, de lo que decimos o dejamos de decir, de lo que hacemos o dejamos de hacer. Además, ¿no será que no es el silencio, sino tu corazón el que está lleno de ruidos tristes que suenan a gotas saladas cuando caen al pie de tus preocupaciones? - me preguntó el pajarito cantor mientras examinaba mi alma.
Bajé la mirada. El pajarito cantor había leído mis pensamientos. Las palabras sobraban. No había necesidad de contarle a mi "alter ego" los motivos que tengo para guardar silencio. Pero antes que yo deje de hablar, el pajarito cantor me hizo recordar que la vida, a pesar de todo, es bella y merece seguir no sólo hablando por y para ella, sino también a través de ella. Lo tendré presente cuando rompa con mi silencio. 


 Marisol