jueves, 9 de enero de 2014

El príncipe encantado


Érase una vez un príncipe triste y solitario que se había olvidado de sonreirle a la vida porque no podía olvidarse de una princesa que había cautivado su corazón hacía tiempo ya. Lamentablemente la perdió por no haberla querido cómo ella se merecía cuando ella había estado enamorada de él. Es así como este príncipe se había sumido en una larga tristeza al darse cuenta del error cometido y cuando ya era muy tarde para reconquistarla, la princesa se casó con otro príncipe con quien fundó una familia.

Un día  cuando la princesa de sus sueños, quien vivía en otro reino,  se enteró que su antiguo amor no era feliz, decidió ella viajar donde él pero de incógnito. Y disfrazada llegó a tocarle las puertas de su palacio. La dejaron entrar cuando ella dijo que ella tenía poderes mágicos que podían ayudar a curar la pena del príncipe.

- Te he dejado entrar a mi palacio porque he escuchado que me puedes ayudar - le dijo el príncipe a la supuesta hechicera.
- En realidad he venido trayéndote un mensaje - le respondió la princesa disfrazada. 
- Entonces, ¡me has mentido! - gritó molesto el príncipe. Yo necesito sacarme este dolor de encima porque me está matando. Acaso, ¿no tienes algún brebaje para darme para así curarme?
- No - le dijo la supuesta hechicera y sin mirarle a los ojos le entregó un papel que tenía escrito un poema que decía así:

 El verdadero amor 
El verdadero amor es un fuego sagrado
Que quema eternamente,
Y nadie puede oscurecer esta iluminación especial
O cambiar el destino.
El verdadero amor habla en tiernos tonos
Y escucha con gentil oído,
El verdadero amor da con el corazón abierto
y el verdadero amor conquista el temor.
El verdadero amor no hace ásperas las demandas
ni las reglas o ataduras,
Y el verdadero amor sostiene con gentiles manos
Los corazones entrelazados.

Autor desconocido

El príncipe después de leer el poema se puso nervioso y le dijo a la supuesta hechicera.
- El poema me gusta pero, ¿quién me lo ha mandado? - preguntó el principe entrigado.
- De la princesa que hace llorar tu corazón - le dijo con voz trémula la princesa disfrazada de hechicera.
-  Pero la princesa no me ha escrito ninguna línea personal. ¿Por qué? - le preguntó inquieto el príncipe.
- Porque tal vez ella no tiene nada más que agregar -le contestó la supuesta hechicera. Después de decir estas palabras se calló esperando que el príncipe hablara.
- ¿Es ella feliz? - le preguntó el príncipe serio.
- No, pero se esfuerza por serlo - le respondió triste la supuesta hechicera.
- Entonces, ¿qué pasa con el verdadero amor? - se preguntó en voz alta el príncipe. ¿Existe realmente?
- No lo sé - ella le contestó. Y mientras ella le respondía se quitó la capucha que le cubría la cara. La princesa se dejaba ver. 
Y mientras el príncipe sorprendido se quedaba mudo de la impresión, la princesa le dijo:
- Por mí no sufras más. Entre tú y yo no ha habido verdadero amor, solamente ilusión tanto de tu parte como de la mía. Ninguno de los dos se esforzó realmente por salvar nuestra relación como para darnos cuenta si valía realmente la pena luchar por ella.  Ninguno de nosotros dos se esforzó por cuidar y avanzar en la entrega. Además, como la confianza, el mutuo conocimiento y la aceptación tanto de tu parte como de la mía quedaron de lado, se murió el amor. Y el de nosotros se quedó sin nacer.

Hoy en día sé que tanto el príncipe como la princesa quedaron como buenos amigos, pero de amor no se habla más...  Y es que en la renuncia también hay amor. Al menos que exista otro capítulo de este cuento y yo todavía no le he leído.

Marisol

Y acá un vídeo animado con otro cuento
 de un príncipe y una princesa.