domingo, 4 de mayo de 2014

La almohada mágica


Ana María tiene una almohada mágica que no sólo le hace soñar lo que ella quiere, sino que la hace dormir placenteramente. Sus  noches tienen la garantía del descanso absoluto. Pero, la verdad que yo no la envidio.
- ¿Por qué no me envidias? - me preguntó Ana María.
- Porque la envidia es un signo de inferioridad - le contesté tranquilamente. Y luego le dije también que nadie es digno de envidia.
- Pero, ¿no te gustaría dormir como yo?  No puedo creer que a ti te te resulte indiferente sufrir de insomnio - me respondió Ana María incrédula ante mi respuesta.
- No es que me resulte agradable no poder dormir como tú, pero no me gustaría tener una almohada mágica porque me acostumbraría mal. Sin ella, dejaría de ser yo.
- ¡¿Cómo?! ¡No te entiendo, Regina! - exclamó Ana María.
- Pues, tú vives en una realidad inexistente, querida amiga - le contesté segura de mis palabras.
- ¡Exijo una explicación! - me dijo molesta Ana María.
- ¿Te gustaría prestarme tu almohada por una semana? - le pregunté a mi amiga.
- Mmmm..... Es mucho tiempo. Por un día, no hay problema, pero con una condición - me contestó Ana María.
-  ¿Cuál es? - le pregunté bostezando. Yo estoy cansada no sólo porque me falta sueño, sino de esta conversación. 
- Si quieres mi almohada mágica tienes tú que dormir en mi casa  - me dijo Ana María.
Me la quedé mirando un rato y entre bostezo y bostezo me negué a cumplir su deseo egoísta. ¿Qué cree Ana María? Acaso, ¿que yo voy a robarme su almohada mágica?
- ¡No me mires así, Regina, por favor! Ana María agachó la cabeza avergonzada. Sabía lo que yo pensaba de ella en este momento.
- Tu dependencia es tan grande por ella y tu miedo a perderla también que realmente no te envidio - le respondí. Y luego de decirle estas palabras comencé a sentir mucho sueño. Lo único que deseaba era dormir. Así que Ana María le preparó el cuarto de huéspedes.

Sé por Regina que ella pudo dormir esa noche, pero Ana María, no. Para tu información: yo soy la almohada mágica. Y es que después de haber escuchado la conversación entre Regina y Ana María, decidí regalarle una noche placentera (y muchas más) a Regina y una noche de insomnio (y otras más) a Ana María hasta que deje de lado su egoísmo y desconfianza. Y, sobre todo, para que entienda, de una vez por todas, que ella no puede hacerse dependiente de mí. Yo soy solamente su somnífero. Y tú, ¿puedes dormir sin almohada mágica?

MARISOL




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