domingo, 27 de diciembre de 2015

¡Feliz Año Nuevo!


Si bien este año 2015 aún no termina, éste tiene que rendirse ante el adiós ya premeditado que se avecina, pues, sabe que debe cederle el puesto al nuevo año que le sigue. Si bien el 2016 espera impaciente para entrar en nuestras vidas, mi amiga Rebeca no sabe si tiene ganas de recibirlo o no. 

Mientras Rebeca piensa ésto, ella  abre un poco la puerta del tiempo para ver, con una expresión entre indecisa y ambigua, lo que le espera. La verdad, que ella no sabe si temerle o no a este nuevo año, que está avanzando no sólo de puntillas, sino que avanza hacia ella con paso seguro de manera inevitable, porque el 2015 - según Rebeca - no se portó del todo bien con ella. 

Pues bien, luego de haber yo leído los pensamientos de Rebeca decido encontrármela cara a cara, aprovechando que ella ha asomado su cabeza por la puerta del tiempo, porque quiero decirle algo importante:

-  Rebeca, si mantienes una actitud negativa, tén por seguro, que el nuevo año no será mejor que el anterior. Déjame decirte que he observado que tú durante este año, que aún no termina, has muerto más de una vez ... te has muerto de celos, de envidia, de dolor, de preocupación y de decepción. Yo te pregunto si todas esta muertes han valido la pena. Al ver que Rebeca no sabe qué decir, continúo hablando - Tú sabes muy bien que al pensar de esta manera negativa te debilitas y te vuelves pequeña no ante el año nuevo o al que se fué, sino te debilitas ante mí.  Tienes que aprender que no importa en que año te encuentres, sino cómo tú te encuentres en cada año. Recuerda que cada año es un volver a empezar, es renovarse, es tratar de cambiar lo que se debe cambiar, pero no para darle gusto a los demás, sino para darte gusto a ti misma porque lo que más deseo es que me trates bien porque yo soy una parte muy importante de ti. 

- ¿Por qué me dices todo esto? - me pregunta Rebeca consternada.

- Yo deseo que en lugar de rendirte ante la idea que hay un año que se va y otro que llega, más bien, ríndele cuentas no a los años en sí, sino a mí.

- Pero, ¿quién eres tú? - me pregunta Rebeca una vez más desconcertada.

- Bien, tienes que rendirte ante la evidencia que yo soy tu vida. Después de decir estas palabras y darme cuenta que he agarrado en frío a Rebeca, continúo hablando - Al final lo más importante no son los años (nuevos o viejos) de vida que pasen sobre ti, sino la vida que tú le quieras dar a todos ellos. De ti depende darles luz o sólo sombra. Es más, quiero hacerte saber que aún ante las adversidades tienes que aprender a sumar más sonrisas que lágrimas aunque, por momentos, des dos pasos hacia atrás y uno hacia adelante. ¿Y sabes por qué?

- No, no lo sé - responde Rebeca. La verdad que ella no sabe qué decir. Criticarla no quiero,  sólo aconsejarla aunque la verdad duela.

- Al final, tanto los años que vienen y van no se han hecho sólo para comprenderlos o analizarlos, sino para vivirlos lo mejor que uno pueda.

Rebeca, después de escuchar lo que su propia vida le ha dicho, cierra con cuidado la puerta del tiempo. Llegado su momento ella abrirá nuevamente esta puerta, pero esta vez será de par en par, para dejar entrar al 2016 en su vida y con una mejor actitud ante ésta, podrá así ella decir de corazón: ¡Feliz Año Nuevo!


MARiSOL






Imagen sacada de Bing