miércoles, 24 de agosto de 2016

Eterna gratitud




Carmen había aprendido que la gratitud es un sentimiento importante de sentir para poder vivir en paz con uno mismo. Ella, a pesar, de haber estado rodeada de desdichas y desilusiones en varias etapas de su larga vida, lejos de olvidarse de ellas, se había propuesto nunca más renegar de ellas. Todo lo contrario, Carmen se había dado cuenta, porque nunca es tarde para darse cuenta, que las desdichas y desilusiones no sólo le habían reforzado su espíritu luchador (haciéndola más fuerte), sino  que ella se había dado cuenta también que no ganaba nada maldiciendo a su destino. Es así que cuando el destino le leyó los pensamientos a Carmen, le dijo:
-  Agradezco que esto tú pienses de mí. Ya has aprendido la lección. No sabes el bien que me hace haberte escuchado. No todos piensan como tú. Muchos no sólo me odian, sino que no hacen nada para vivir mejor a pesar de todo lo que pueda estar en contra de uno.
Carmen le sonrió a su destino. Vivían en paz desde que ella había decidido tomar las riendas de su propio destino, de la mejor manera posible, porque  sólo así ella resulta más determinante que el mismo destino.
- Lo que pasa es que tú has sabido entender, por fin, los mensajes que la vida te ha hecho llegar - le dijo el destino a Carmen. Es más, la vida te ha hecho ver que si bien hay situaciones difíciles que afrontar, por más duras o dolorosas que éstan sean, no hay que lamentarse sobre su propio destino, porque al fin y al cabo, no hay forma de escaparse de éste por más que uno quiera. 
- Pero esto suena bastante fatalista - le refutó Carmen.
- No, mi querida amiga. No es así. Si bien tú has aprendido que tú eres la dueña de tu destino, depende de tu capacidad de voluntad y tu instinto de sobreviviencia para saberlo manejar.  
- Tú bien sabes que no me ha tocado una vida fácil - le contestó Carmen.
- Lo sé. Si bien por mucho tiempo tú creías que renegabas de mí, al final, la vida misma te hizo ver que tú renegabas de ti misma.  Todas las heridas abiertas que alguna vez te han dolido en el alma, con el tiempo han ido cicatrizando, unas mejor que otras. Lo importante es que no sólo sigues viva, sino que tus experiencias de vida te han hecho sembrar un mejor carácter. Ya no andas malhumorada como antes y me alegro por ello porque has escapado de esa forma negativa de pensar. Y, sobre todo, porque te has dado cuenta que desde el punto de la fe, la gratitud es una cualidad fundamental en cualquiera de las religiones existentes.

Carmen nuevamente sonrió. Había aprendido que sólo sufriendo lo que le impuso su destino no sumaba puntos a su calidad de vida, sino que, más bien, le restaba, no sólo a la suya propia, sino también a la de sus seres queridos y amigos. Y aunque el destino le tuviera preparada alguna otra sorpresa desagradable, ella seguiría creando sus propios acontecimientos hasta el final de sus días porque también había aprendido que la vida no está hecha de épocas felices (como muchos creen diciendo: "Todo pasado fue mejor"), sino de momentos felices.  

No sólo Carmen le sonrió nuevamente a su destino, sino que la Gratitud que había escuchado en silencio esta conversación, sonrió también.  Y mientras la gratitud sonríe para sus adentros, mi Destino me observa a distancia prudente como yo escribo en letras grandes sobre mi alma: GRATITUD para leerla una y otra vez cuando sienta que mi fe tambalea. Carmen sabe de lo que hablo y la Vida también porque este hermoso sentimiento de reconocimiento hacia el prójimo o hacia cualquier divinidad es el que nos sostiene para ser mejores seres humanos.


MARiSOL







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