miércoles, 29 de abril de 2015

Las dos caras de la realidad

 

Había una vez una niña con ojos inmensos. Unos dicen que sus ojos eran tristes, otros que sólo eran unos ojos atentos. Yo creo que no eran ni lo uno ni lo otro. Más bien esta niña se empeñó en crear su propio mundo desde el mismo momento en que nació porque sus ojos al captar la realidad de la vida con sus dos caras (la buena y la mala, la alegre y la triste, la bella y la fea) y no gustarle para nada el mundo como tal, decidió ella  esconderse de la verdadera realidad creando la suya propia, esa realidad donde habita sólo ella y su alma.

Realmente no sé si yo podría quedarme viviendo no sólo en mi infancia ni tampoco podría imaginarme vivir sólo en un mundo sin imperfecciones. Y, lo que es peor, vivir aislada de todo y de todos.

La niña, al escuchar mis pensamientos, me capturó cuando yo estaba en mi cama durmiendo. Es así como ella me sacó de mi habitación a la fuerza y me vendó los ojos para que yo no supiera dónde ella vivía. Al encontrarme yo ya adentro de su mundo, inmediatamente, me convertí en una niña con ojos también muy grandes. 

La niña, después de observarme, me dijo que como yo le caía simpática ya no volvería yo a salir más a mi realidad de mujer ya casi sesentona. Me quedaría con ella viviendo para siempre. 
- ¡No, no quiero vivir contigo! - grité. No sólo sentí que mi voz se hacía añicos, sino sentí también como mi lengua y labios me dolían y sangraban. No sólo sentí mucho dolor, sino que sentí horror al darme cuenta que nadie podía escucharme ya que esa niña vivía encerrada en un lugar apartado de la civilización. 

¿Dónde se encontraba la puerta por la que yo había entrado para que me devolviera a mi realidad? Desesperada corrí sin saber exactamente qué dirección tomar; sólo tenía el impulso de alejarme de esa niña, de ojos muy grandes, que parecía que succionaba mis pensamientos y me dejaba vacía de ideas. Corrí, corrí. Abrí muchas puertas y en el momento que abrí la puerta correcta y lograba escapar a mi realidad, desperté.  Lo mejor que me pudo pasar. Mis ojos sonrieron ante las dos caras de la realidad.

MARiSOL 




Después de ver la película "Big eyes" me inspiré para escribir este pequeño cuento. Si quieres saber sobre la trama de la película (basada en la vida real) te dejo este enlace para que lo leas en español: "Big eyes" (Ojos grandes)



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martes, 28 de abril de 2015

Mi querida Ausencia



Conozco a Juan desde hace tiempo. Hoy día es un día de ésos, donde la lluvia de recuerdos cae y cae. No cesa. Y es que el corazón de Juan está adolorido por no vivir la vida que él hubiera querido tener al lado de su querida Ausencia ... esa ausencia que no necesita probarle a nadie (ni a Juan ni a mí tampoco) que ella está ausente porque la vida los puso a ambos por diferentes caminos.

Si bien Juan a la Ausencia no la ve, él sí la siente. Y hoy es un día de éstos. Ella ha llegado vestida de lluvia, pero no para apagar hogueras de grandes pasiones entre ellos dos. En realidad, la Ausencia, lo único que hace ahora es hacerse presente para desearle a él "todo lo mejor" en cada gota de lluvia aunque esta frase suene hueca, fría y hasta un tanto hipócrita.

Mientras la Ausencia mira a Juan desde muy lejos con ojos serenos, ella sabe (y él también) que la ausencia de dolor es imposible que deje de existir de nuestras vidas. ¡Cómo quisiéramos vivir sin dolor físico ni psíquico!, ¿verdad? Sin embargo, hay que aprender a vivir con cualquiera de ellos, no importando que clase de dolor éste sea. En ello está Juan desde hace mucho tiempo. Pero por más que él intenta vivir despreocupadamente y estar enamorado de la vida, no puede. Por cortos momentos, es feliz. Y para olvidarse de sí mismo y de sus dolores, trabaja, muchas veces, con rabia. Como si fuera lo único que existiera en este mundo ... trabajar y trabajar para esquivar a su querida Ausencia, esa ausencia que le produce el mayor dolor de todos en su corazón partido en mil pedazos.  

¿Será que la Ausencia ha muerto y por este motivo Juan está triste?
- ¡No, yo vivo! - grita la Ausencia. Y mientras yo la escucho con atención, veo como ella cae cual lluvia sobre el alma de Juan para tratar de apagar sus dolores mientras ella deja sus dolores de lado para que yo no los vea.

Te preguntarás quién soy yo. Bien, yo soy el Tiempo ... ese tiempo que une los recuerdos con nuestras vivencias presentes, el que cose el pasado con el futuro, el que parcha las heridas y los dolores del alma. Pero que te quede claro, querido lector, que ni la ausencia, amiga de Juan, ni yo, amigo de todos, somos nada cuando se ama de verdad. 

Y mientras la lluvia moja los recuerdos de Juan, él comparte su paraguas con su querida Ausencia, mientras el amor busca en mí un final perfecto ... ausente de ausencias.


MARiSOL








lunes, 27 de abril de 2015

La ventana abierta

 

Alicia abrió la ventana de su  subconsciente para dejar escapar sus más profundos pensamientos y sentimientos, quizás porque éstos no pueden escapar a la sentencia de su destino. Y es que  en el mundo de los sueños podemos no sólo ser todo y nada, sino que nuestros sueños se convierten en recuerdos y anhelos. ¿Y qué pasa con los temores? No sé si yo esté errada y mejor dejo cerrada mi propia ventana para no saber qué es lo que me espera al otro lado de la cortina. Pero, ¿y qué pasa con la ventana de Alicia?

Alicia me miró y haciendo que mis palabras se volvieran insignificantes me dijo:
-Nuestros sueños nos ayudan a mantenernos jóvenes. ¿Qué sería de nosotros sin ilusiones?
- Pero yo no quiero tan sólo mirar en dirección a ese tipo de sueños - le respondí a mi amiga.
- ¿Y por qué no? - me preguntó Alicia un tanto disgustada.
- Pues, porque no quiero volverme, al final, sólo en la sombra de éstos - le contesté sin saber si lo que yo decía era cierto. 
Alicia dándose cuenta de mis dudas me hizo saber que los sueños o ilusiones  forman parte de la vida, de esa que se encuentra no siempre a nuestro lado, sino en el porvenir ... ese futuro por venir que todavía no ha llegado a mirarnos cara a cara porque no sabe si colocar mis sueños y los de ella en un lugar un poco cómodo: en nuestro saber.
Después de escuchar a mi amiga le pregunté:
- ¿Cuándo es mejor soñar, de día o de noche?
Alicia, antes de responderme, me preguntó si yo me refería a dormir despierta. Al decirle que sí, porque al día lo asocio con estar despierta aunque haya gente que duerme de día y está despierta de noche, mi amiga me dijo que las personas que sueñan de día son mucho más conscientes de muchas cosas que aquellas que sólo sueñan de noche ya que el subconsciente (la parte más profunda de nuestra mente) toma el control de nuestra mente y comienza a hilar toda la información que por ésta ha desfilado a lo largo de todo el día para comenzar a hablarnos en el lenguaje de los símbolos ... ese lenguaje raro y misterioso al cual no estamos acostumbrados de entender. 
- Prefiero los sueños de día, esos sueños que son las ilusiones que me sostienen para vivir  - le contesté a Alicia y luego le hice saber que los símbolos, ésos que se presentan de noche, me pueden llegar, por momentos, a atemorizar.
- Entonces, deja la ventana abierta de tu dormitorio para que éstos se escapen por ésta - me dijo Alicia retándome.
- ¡No! - un grito inesperado salió de mi garganta. Si bien con estos sueños no podré construir castillos en el aire, por lo menos, podré ver las señales que éstos emiten. Nunca se sabe si estas señales me pueden llevar a abrir de par en par la ventana de mi futuro ... ese futuro que se avecina a sesenta minutos por hora en pos de mis más queridos sueños.
Alicia me miró en silencio. Ella ya no sabe de qué tipo de sueño ambas hablamos. No importa ya. Lo único que yo sé es que en la tierra de los sueños mi espíritu inquieto abre la ventana, ya que la puerta de la razón está cerrada con llave, para poder salir volando por ésta y así vivir mis ilusiones en libertad. 

Al convertirme en pájaro me doy cuenta que   razonar yo no quiero, sólo sostener mis ilusiones sobre las alas de mi propia imaginación para salir volando ya no sólo a través de la ventana (del subconsciente, dormitorio o futuro),  sino hacia la vida.

MARiSOL





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jueves, 23 de abril de 2015

El árbol de los pensamientos

 
Érase una vez un cedro muy alto cargado de muchos pensamientos. O acaso, ¿se trata de un tilo, ciprés o de un abeto? Sinceramente no creo que esto sea significante, pero lo que sí te doy a conocer, es que el árbol de los pensamientos proviene de mi mente con la intención de ver en qué punto convergen tus pensamientos con los míos.

Pues bien, se trata de un árbol muy especial, porque él no sólo representa la vida, partiendo desde sus propias entrañas (conocidas como raíces), hasta tocar el cielo de manera vertical con su enorme tronco, sino que  este árbol representa la vida de los pensamientos ... esos pensamientos que no sólo viven en nuestras mentes, sino que nos traen al lugar actual dónde nos encontramos. Y yo no me refiero específicamente a un lugar geográfico, sino a ese lugar donde nuestros pensamientos no ocupan ningún lugar ni en nuestras mentes ni en el lugar dónde vivimos, pero que definen el lugar emocional de nuestras vidas.

- ¿Y en qué lugar tú te encuentras? - nos llega la voz del árbol de los pensamientos desde un lugar recóndito de nuestra alma. Sin embargo, antes que podamos dar una respuesta, él nos hace otra pregunta:
- ¿Has logrado llegar a ese lugar donde tú puedes ser capaz de encontrarte a ti mismo no sólo dejando de lado los prejuicios inconscientes y tus malos hábitos, sino que también eres capaz de aprender a cómo pensar? Es decir, no se trata de qué pensar (de esto o aquello), sino de cómo pensar ...

- Pero, ¿no sería más fácil dejar de pensar o tener pensamientos vacíos de contenidos? - me pregunto yo. Pero, ¡ay! me imagino la indignación que sentiría el árbol de los pensamientos si yo le hiciera esta pregunta. Pero, ¡quién sabe! Quizás, él sólo bostece de puro aburrimiento ante semejante idea mía.

En el fondo, no está de más decirlo, la misión del árbol de los pensamientos no trata sólo de ayudarnos a entrar hasta las más profundas raíces de nosotros mismos para poder entender el por qué pensamos de una manera u otra (sin pretender suplantar mi mundo por el de los demás o viceversa), sino que el árbol de los pensamientos nos ayuda a recordar que nosotros mismos somos el resultado de lo que pensamos para, ya sea, darle luz u oscuridad a nuestro mundo ... ese mundo donde no sólo se concentran todas nuestras posibilidades de cambio y de aprendizaje de la vida, sino ese mundo que se encuentra dentro de nosotros mismos ... allí donde deberíamos intentar vivir en paz no solamente con nuestros pensamientos, sino con el de los demás, porque los buenos pensamientos no sólo salen de la razón, sino del corazón, ya que los malos pensamientos se terminan cayendo cual hojas secas, tarde o temprano, de sus ramas.

El árbol de los pensamientos me mira. Él sabe, muy bien, que mi alma está de rodillas, pero no para recoger el fruto de buenos o malos pensamientos, sino para que mis propios pensamientos se conviertan en plegarias para pedir por todos aquellos que se quedaron sin el cobijo del árbol de los pensamientos.

MARiSOL







 


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viernes, 17 de abril de 2015

La búsqueda y yo

 

La búsqueda me está buscando. Aunque parezca redundante es así. Ella me está buscando, no porque yo ande perdida ni desorientada, sino porque ella quiere saber si yo estoy en armonía conmigo misma. Su pregunta es directa. Y mientras yo le pregunto ¿de qué armonía me habla?, yo no estoy segura si mi autosatisfacción se encuentra en equilibrio ... ¡Ay! Lo que sí sé es que la vida llega a ser aceptable cuando el cuerpo y espíritu no viven sólo balanceándose sobre la cuerda floja de nuestras insatisfacciones o frustraciones, sino cuando ambos experimentan un respeto natural el uno por el otro. Por tal motivo la búsqueda quiere saber cómo realmente me encuentro. La verdad que no es fácil mantener el equilibrio mientras se le da a ella una respuesta. No quiero que la búsqueda me interrogue cuando yo estoy consciente que mis respuestas pueden ser blandas. Pero, ¿qué quiere la búsqueda de mí? Acaso, ¿una respuesta dura? ¡No! La búsqueda lo que desea saber es si yo encuentro una respuesta para cada problema o si veo un problema en cada respuesta. Es decir, ella quiere saber si yo soy una persona optimista o pesimista. Al darle a ella mi respuesta al oído, la búsqueda me hace saber que si yo no estoy en paz conmigo misma no puedo guiar a otros en la búsqueda de sí mismos. Me doy cuenta que yo debo primero empezar a buscarme a mí misma para no perderme por un camino equivocado. No necesariamente el que tú me marques o el que tú creas que yo te quiera imponer a recorrer, sino, más bien la búsqueda lo que quiere saber es si nosotros dos estamos dispuestos a acercarnos el uno al otro, a pesar de nuestras diferencias, para hacer de nuestro mundo un lugar apto para poder vivir con ellas en armonía.

MARiSOL




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jueves, 16 de abril de 2015

Moviendo montañas

 

Mi Voluntad no se ha extraviado, solamente ella se ha quedado sin rumbo momentáneamente. Antes mi voluntad era más impetuosa y enérgica, pero ahora se encuentra escondida en un rincón fuera de mi memoria. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no la encuentro?

Elisa sabe que, en el fondo, ella tiene la fuerza para sostener a su propia voluntad, pero últimamente ésta como que está muy pesada y por más que Elisa quiere levantarla, no puede. 

¿Por qué mi amiga se siente débil y se resigna a su suerte? Yo sé que existe una fuerza motriz llamada voluntad que mueve montañas ... me refiero a esas montañas que se encuentran entre su propia felicidad y la de los demás.  

Yo no necesito de gran talento para darme cuenta que sólo con voluntad puedo conseguir lo que yo quiera: escalar mi propia montaña para reconsiderar mi vida y los paisajes que se dejan ver a través de ésta. Pero como que no puedo ...

¡Ánimo amiga! No te rindas. Tu carácter definirá tu voluntad. Créeme que no hay grandes dificultades cuando, desde el fondo de tu alma, se tiene el firme deseo de superarlas mientras escalas tu propia montaña de inseguridades, dudas y defectos. Pues bien, si quieres hacer algo de tu vida, que lo imposible no destruya tu buena voluntad, porque quien tiene voluntad tiene la fuerza para superarse a sí mismo.


MARiSOL





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lunes, 13 de abril de 2015

El ignorante y el sabio


Érase una vez un ignorante que retó a un sabio.
- ¿Qué gano si yo sé más? - le preguntó el ignorante al sabio.
- Pues, que entenderías menos la vida - le contestó el sabio.
Como el ignorante se quedó boquiabierto, el sabio le dijo:
- No se trata de cuánto sepas, sino de lo que tú haces para vivir mejor con todos tus conocimientos.
El ignorante se quedó callado. No sabía qué decir.
El sabio le hizo hincapié que no era preciso que supiera mucho, sino, más bien, que supiera qué era lo que quería de la vida, porque no hay que confundir conocimiento con sabiduría. Es más, le recalcó que la verdadera sabiduría reconoce su propia ignorancia.
- O sea que yo me puedo quedar ignorante - dijo el ignorante.
- No presumas de tu propia ignorancia - le contestó el sabio. Y luego le dijo que lo peor que le podía pasar al ignorante era ignorar su propia ignorancia.
- ¿Y qué sucede si yo quiero esconder mi ignorancia? - le preguntó el ignorante al sabio.
El sabio se quedó pensativo y  luego le dijo:
- Seguramente que nadie te podrá herir, pero así no podrás aprender. Es más, si tu ignorancia se prolonga demasiado, al final, se convertirá en la noche oscura de tu mente. Pero si eres consciente de tu propia ignorancia, entonces, estarás dando grandes pasos hacia el saber ... de la vida. Al menos que tú no quieras saber lo que debieras saber y te conformes con saber mal lo que se sabe y te encapriches con saber lo que no debieras saber.
- Pero, díme, ¿qué debo yo realmente saber? - le preguntó el ignorante.
- Para finalizar esta conversación te diré que si bien nuestro conocimiento es limitado mientras que nuestra ignorancia es ilimitada igual que la sabiduría, trata de entender, ante todo, el significado de la vida.

MARiSOL


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domingo, 5 de abril de 2015

Luna de sangre



En Europa Central, donde yo vivo, duró el eclipse lunar 12 minutos, pero como cayó entre la 1:54 p.m. y 2: 06 p.m  no se pudo realmente apreciar.   Por suerte, en Europa Central sí se lucirá en todo su esplendor el próximo eclipse lunar el 28 de Setiembre de este año. Espero que el cielo se encuentre despejado para poderlo ver. 

Para tu información el eclipse lunar puede ser visto sin necesidad de equipo especial. Éste sucede cuando el Sol, la Tierra y la Luna se alinean de una manera casi perfecta y la Luna se tiñe de rojo al proyectar la Tierra su sombra sobre este satélite.

Bien, como el eclipse lunar del día de ayer ha caído en Semana Santa y se mostró de color rojo, éste me imagino que habrá hecho recordar la crucifixión de Cristo a millones de personas.
- ¡Alto! - me dijo la Luna no satisfecha con lo que yo aquí estoy comentando. Ella me contradijo diciendo que, hasta el día de hoy, su color rojo también nos hace recordar la inmensa cantidad de sangre derramada por los seres humanos en distintas partes del planeta Tierra ya sea por accidentes, suicidios, atentados terroristas, muertes premeditadas y guerras de carácter políticas o religiosas.
- Es muy cierto lo que dices - le dije perpleja.
Luego la Luna me hizo saber que aunque solamente haya durado pocos minutos este eclipse lunar y haya sido mejor apreciado en las costas del Pacífico de Norteamércia, Sudamérica,  Asia y partes de Australia, por lo menos, millones de personas,  dejando sus creencias religiosas de lado, la han admirado sin ningún derramamiento de sangre de por medio.  
Después de escucharla hablar le pregunté:
- ¿Será porque, en esos pocos minutos, tú has querido hacer conocer que ninguna religión vale una gota de sangre? 
- Así es - me respondió la luna y luego me dijo que, por este motivo, ya se la ha bebido  toda aunque ríos de sangre sigan corriendo, desde hace muchos siglos, no sólo por mis venas y la de otros seres humanos, sino también fuera de ellas ... aunque vínculos de sangre nos unan.

MARiSOL





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sábado, 4 de abril de 2015

El farol y la luna


En la calle donde yo vivo hay varios faroles, pero hay uno que me cae, en especial, bien antipático. Se trata de un farol que se encuentra al lado de mi casa; desde ayer que presume, delante de los demás faroles, que él es mucho más importante que la luna. 
Al escuchar la luna lo que este farol dijo le preguntó:
-  ¿Por qué me envidias y me odias?
El farol sorprendido que la luna le dirigiera la palabra contestó que odiaba las noches despejadas con luna llena porque así era él uno más del montón y no destacaba como ella puesto que su belleza y luz (de la luna) lo opacaba.
- Me das lástima - le dijo la luna y luego seguido le hizo saber que la envidia y el odio normalmente unen sus fuerzas porque necesitan perseguir con saña aquello que les causa malestar.
- Pues, ya lo sabes; tú eres el objeto que yo tengo en la mira. ¡No te soporto! - gritó el farol.
- A mí me va y me viene que tú me odies y me envidies - le espetó la luna y seguidamente le dijo que el odio y la envidia demuestran su falta de autoestima, su debilidad de carácter y su complejo de inferioridad.
Mientras el farol explotaba de la indignación, el fuego que llevaba dentro lo cegaba de la cólera.
La luna no dejándose intimidar le hizo saber que él no la podía perjudicar con sus palabras; más bien, al final, todo lo que él le podía increpar a ella iba sólo en su contra. Luego después le dijo:
- A mí me gustaría ser un farol como tú para estar más cerca de los seres humanos y escuchar lo que conversan cuando pasan delante mío. Me gustaría también sentir el calor, el frío, la lluvia y la nieve. Me gustaría ser limpiada y pintada. Pero yo estoy muy sola, mucho más que tú, y tristeza me da estar muy lejos de los seres humanos como para alumbrarlos más de cerca.
El farol no supo qué decir. Estaba sorprendido con las palabras de la luna. Acto seguido le preguntó: 
- Oye luna ¿tú me envidias aunque sea un poquito?
- Sinceramente no - le respondió muy tranquila la luna - Más bien yo diría que hay momentos donde me gustaría brillar pero de cerca y no de lejos como ya te lo hice saber. Además mi luz no es propia, es el reflejo del sol. No te olvides, farol. Por este motivo no te compares conmigo. No tienes necesidad ni de examinarme ni de analizarme ya sea para descubrir nuestras diferencias o semejanzas. Tú eres tú y yo soy quien soy. Así de simple. ¿Me entiendes? Y que te quede claro que tampoco te odio.
El farol se quedó pensativo, pero algo más fuerte que él lo empujaba a seguirla  envidiando y odiándola. No lo podía evitar. Definitivamente que el farol no sólo se encuentra muy por debajo de la luna, en todo el sentido de la palabra, sino que la luna se encuentra mucho más cerca de mi corazón y quizá, del tuyo también, querido lector. .


MARiSOL






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jueves, 2 de abril de 2015

La Ausencia y el Tiempo


La Ausencia y el Tiempo se encontraron para no sólo dar un hermoso paseo, sino para conversar. Tenían mucho que decirse. Fué el Tiempo quien primero empezó a hablar mientras caminaban. Él le preguntó  a su amiga si ella creía que Dios se encontraba, algunas veces, ausente, como alejado de todo y de todos. 
La Ausencia mirándolo con sus ojos francos le respondió:
-  Es común que ante cualquier tipo de desgracias (sean naturales o provocadas por el ser humano), enfermedades incurables y pérdidas de seres queridos el hombre sienta que Dios está ausente. Pero yo sé que esto no es así.
- Entonces, ¿qué sabes tú? - le preguntó curioso el Tiempo.
En lugar de una respuesta la Ausencia le preguntó:
- ¿Cuán fuerte es la fe?
El Tiempo desconcertado, respondió dubitativo:
- Me imagino que la fe es tan fuerte como uno sea.
- No, te equivocas - respondió la Ausencia y siguió hablando - Es más que eso. Normalmente cuando el Sufrimiento, ese amigo nuestro que no está en este momento con nosotros, se hace presente, sin pedir permiso, es cuando los seres humanos dudan de la existencia de Dios. Creo que Dios no es que esté ni ausente ni sordo ante las súplicas o que guarde silencio cuando una o varias personas sufren. No. Más bien creo que a través de la Fe, esa otra amiga a la cual admiramos, Dios pone a prueba al hombre, quizás con la intención de saber Él cuán grande es su fe (la del hombre).
El Tiempo no supo qué decir. La Ausencia continuó hablando:
- Gracias a la fe Dios se hace visible aunque muchos duden de la existencia de Él, ¿no crees?
El Tiempo se quedó callado un rato y luego le hizo la siguiente pregunta a su amiga:
- ¿No crees tú que la ausencia implica una presencia, la de Dios?
- Es lamentable que el hombre confíe no sólo cuando siente la presencia de Dios, sino cuando se sabe protegido por Él - le respondió la Ausencia.
- ¿No será que el hombre es débil, porque no es perfecto como Él? - le preguntó el Tiempo a su amiga.
- Así es - respondió la Ausencia.  
El Tiempo le hizo otra pregunta:
- ¿No crees tú que lo que no se puede comprobar es difícil de creer?
- No, yo pienso todo lo contrario, sí se puede creer a través de la fe - le contestó su amiga y luego le dijo - Soy de la opinión que la fe nos ayuda a pensar que hay un Algo que ha creado todo el universo y aunque no lo veamos, ese Algo le da sentido a la existencia del hombre.
- Pero,  ¿no crees que la fe no tiene respuestas fáciles porque coquetea con la Incertidumbre desde tiempos inmemorables? - le preguntó el Tiempo pensativo.
- ¡Ah! nuestra amiga la Incertidumbre. Es interesante la pregunta que me haces, mas yo te respondo con esta otra pregunta - le dijo la Ausencia muy segura de sus palabras - Si la presencia de Dios no es tangible, ¿por qué se piensa más en su ausencia que en su presencia?
- No lo sé - respondió el Tiempo.
- Cuando Dios está reunido conmigo, no quiere decir que Él no exista, sobre todo, cuando el hombre tiene que pasar por momentos de dolor y sufrimiento - le respondió la Ausencia y luego agregó lo siguiente: Tú bien sabes, como que te llamas Tiempo, que el problema del sufrimiento no es nuevo.
- Lo sé, pero ¿es porque existen diferentes tipos de sufrimiento? - le preguntó el Tiempo.
- Exacto - contestó la Ausencia - No sólo existe el  sufrimiento como castigo para quienes han hecho daño a los demás, sino que existe también otro tipo de sufrimiento y es aquel que se le ha impuesto a seres inocentes. Ellos sufren sin merecerlo. Aquí el hombre se siente abandonado por Dios porque está ausente. 
- ¿Tú crees que a través de la fe se puede aceptar el sufrimiento? - le preguntó el Tiempo a la Ausencia.
Ella le hizo saber que tal vez nunca se sepa el por qué del sufrimiento. Lo importante es que el Tiempo ayude  al hombre a encontrar el sentido que éste tiene en la experiencia que se hace con Dios aunque Él siga siendo un misterio difícil de comprender. 
El Tiempo sonrió por haber comprendido mejor a su querida amiga. Siguieron caminando y conversando.

Para terminar este cuento quiero hacerte saber que yo creo que ni la Ausencia ni el Tiempo son nada cuando se tiene Fe porque ella obra a través del Amor, aunque él insista que él en sí no existe, sino las pruebas de amor. Una de ellas, a mi modo de ver, es creer en Dios aunque muchos de nosotros insistamos en mantenerlo ausente u olvidarlo con el tiempo. 


MARiSOL
     



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