viernes, 25 de agosto de 2023

Egos inflados

 
Érase una vez un gato, llamado Toby, que se creía león. Pues sí, su exceso de autoestima o su amor exagerado de sí mismo no tenía límites. Esto hacía que los demás gatos del barrio lo evitaran porque todos se habían dado cuenta que él estaba más pendiente de su propio interés sin tener en cuenta el de los demás gatos. Y es que como el ego de Toby se manifiesta de forma constante y persistente y siempre está exacerbado, lamentablemente la frontera de lo lógico y aceptable para convivir con los demás gatos es imposible.

El gran problema de Toby es que termina aburriendo a los demás gatos del barrio porque no sólo habla de sí mismo, sino que se muestra soberbio ante ellos porque apenas los deja hablar. La verdad que a Toby nadie lo aguanta porque es un sabelotodo ya que siempre cree no sólo tener la razón y saber todas las respuestas, sino que reparte consejos así nadie se los pida ni lo quieran escuchar. Además, Toby quiere ser siempre el centro de atención no dándose cuenta que los demás gatos también son importantes. Lo peor es que cuando él se pone a conversar con sus vecinos, termina interrumpiéndolos. Empático  no es. Bueno fuera. También, más de un gato se ha dado cuenta que Toby es envidioso. Y es que hace pocos días atrás un gato más pequeño que Toby y nuevo vecino cuando le contó orgulloso que había cazado varios ratones durante la noche, Toby le dijo de manera arrogante que también había hecho eso varias veces y que no era ninguna gran hazaña porque sólo había cazado cuatro ratones. Y él, el gran Toby de la cuadra, podía cazar muchos más ratones en una sola noche.

Al final, el nuevo gato vecino no sólo se arrepintió de haberle contado sus logros, sino que para sus adentros pensó que Toby era un gato antipático y tóxico porque no sólo necesita ser aplaudido y reconocido por todo lo que hace, sino que necesita de la admiración de los demás gatos. Pero lo que todavía no sabe es que los demás gatos del barrio ya no se juntan con Toby porque es también manipulador. Más de uno cayó en su trampa hace tiempo ya. Pero como hoy en día todos le han puesto su límites o su "estate quieto", Toby, finalmente, se ha quedado solo; nadie lo aguanta porque sólo está centrado en sí mismo.

¿Qué piensas querido lector? ¿Tienes tú también un ego inflado? Por lo pronto, Toby va por mal camino, ¿no crees? Lo mejor es ser humilde (esa gran cualidad que implica el desapego a lo material y la ayuda al prójimo) ya que es una gran virtud a la hora de vivir en sociedad. Y es que si eres humilde, entonces, eres capaz de demostrar modestia dejando de lado el yo para preocuparte por los demás. 

Lamentablemente en este mundo hay muchos gatos como Toby (¿Qué diría Sigmund Freud?). La humildad es difícil de encontrar en la actualidad porque vivimos en una sociedad rebosante de egoísmo, donde las personas vivimos preocupadas por lo material, por el éxito, por el dinero y por el poder. Es más, las redes sociales nos ponen a prueba todos los días a nuestro ego. Debemos tener cuidado en dejar de ser humildes. Y es que las redes sociales terminan alimentando nuestro ego hasta el punto de desbordarlo. Me explico: Si bien al principio las redes sociales se crearon con el objetivo de facilitar la comunicación con las demás personas, de conocer a otras y darnos a conocer, pues, la mayoría de éstas se inclina más el darnos a conocer. Lo que quiere decir que son nuestro espejo ya que en ellas mostramos cómo somos o deseamos vernos ante los ojos de los demás. Y su uso inadecuado puede provocar percepciones distorsionadas de nosotros mismos haciendo que nos sintamos no sólo invencibles, sino muy sensibles a cualquier crítica. 

En todo caso, ¿hasta qué punto es bueno tener el ego alto? Pues, en cantidades adecuadas, el ego es positivo, sobre todo, porque nos proporciona un nivel saludable de  confianza y ambición reduciendo la incertidumbre. Es más, y para terminar, si supiera Toby la diferencia entre el ego y el yo, tendría amigos, ¿no crees? Y es que el Ego es el yo imaginario y el Yo acepta la realidad, lo que es, no se deja engañar por lo que imagina ser.

 

MARiSOL

miércoles, 9 de agosto de 2023

Entre el bien y el mal

 


Desde hace miles de años que todos nosotros nos movemos entre el bien y el mal aunque no todos podamos seguirlos definiendo igual que los filósofos griegos. ¿Será que ya no siguen vigentes sus teorías después de dos mil años? ¿O será que han perdido relevancia con el paso del tiempo? No lo creo ya que el bien y el mal es uno de los temas constantes en la historia de la humanidad, pero ¿para bien o para mal? He ahí la pregunta que filósofos, escritores y artistas se han hecho y siguen haciendo. Y tú, querido lector, también.

Lo cierto es que cada uno de nosotros tiene su propia definición de lo que es bueno o malo. Será porque este tema es inabarcable, aparte de ser controvertido y complejo. 

Pues bien, el bien y el mal están conversando. El bien le preguntó al mal si él sabe quién ha dictado lo que es bueno y lo que es malo. El mal riéndose a carcajadas le dijo que fue la filosofía clásica, después, las distintas creencias religiosas y la ley la ética laica. Luego el mal le preguntó al bien si sabe quién asume la responsabilidad de definir lo que es bueno o malo ya que todos tenemos una noción más o menos generalizada sobre este punto. El bien no sabiendo la respuesta exacta, más bien le hizo saber que ambos son ideas, que casi todo el mundo posee.

- ¡Qué cosa! ¿Somos sólo ideas? - preguntó el mal totalmente desconcertado. 

- ¡Sí! - respondió el bien. Somos como las pulgas que saltan de un hombre a otro, pero no picamos a todo el mundo.

- Pues, yo no quiero ser pulga, prefiero ser una chispa eléctrica - gritó el mal. Quiero causar incendios en las mentes de los débiles de voluntad. ¡JAJAJAJA!

Sinceramente que al bien le repugna el mal y poniéndose muy serio le hizo saber que  ellos dos, como el bien y el mal, son como dos notas musicales en una sinfonía ya que así como ésta es la combinación de notas bajas y altas, en el universo la armonía fluye de la combinación del bien y el mal. Es decir, de la combinación de opuestos.

- Al infierno con tanta palabrería - dijo enérgicamente el mal. Yo pienso que todos tienen derecho de determinar por sí mismos qué es bueno y qué es malo. No deberían existir ni leyes morales ni principios. Cada uno es libre de vivir como desee y de obtener lo que quiera por cualquier medio posible y de tener su propio código de vida.

¡Uy! El bien no podía creer lo que escuchaba. Así que decidido a defenderse del mal le instó a que recapacitara ya que sin leyes ni principios no sólo existiría anarquía moral, sino también individualismo puro y egoísmo total. Es más, el bien piensa que el hombre nace bueno, pero se hace malo por distintos motivos. Además, algunas personas que son crueles o brutales pueden llegar a rehabilitarse y mostrar sus cualidades buenas como la empatía y la amabilidad. 

- Pues, prefiero ser malo - le espetó el mal al bien y continuó hablando. Empatizar lo harás tú, yo no. Yo tengo mis propias necesidades y deseos y son más importantes que los tuyos. Me considero egoísta, autoabsorto y narcisista. ¡Y qué! ¡JAJAJAJA! Además, ten presente algo importante: Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol, y si es un bien, sobre arena. Así que con un solo soplo te hago papilla, ¡bien de porquería!

El bien se dió cuenta que al mal le falta la chispa divina porque ni es capaz de sentir las emociones o sufrimientos de los demás, ni puede ver el mundo desde la perspectiva de otras personas. En el fondo es muy cruel. Y es que el mal debe ser entendido como la ausencia del bien y no como algo creado por Dios. Más bien, el mal lo creamos nosotros mismos, quizá porque está arraigado en nuestra naturaleza como una simple "inclinación al mal".  Y tú, querido lector, ¿por quién te inclinas más? 

MARiSOL