martes, 21 de febrero de 2017

Aplaudiendo a la Felicidad




"Aunque mis preocupaciones o penas me dejen, por momentos, paralizada y sin fuerzas de seguir, quiero ser feliz. Acaso ¿es un pecado decir que yo quiero, a toda costa, ser feliz? Más bien creo que es un deber el que tengo conmigo misma. Y aunque no me sienta feliz todos los días, me resisto a ir por la vida con la cabeza gacha. Y, más bien, aplaudo, hasta que me duelan las manos, para animarme a seguir caminando por la vida con una sonrisa en los labios aunque a otros no les guste".

Esto es lo que Antonia pensaba mientras observaba como mucha gente caminaba sin sonreír a su lado. ¿Tendrían realmente motivos para estar todos así o es sólo una mala costumbre esto de mostrarse serio cuando uno se encuentra caminando en la calle? Ingenua ella no es en pensar que, lamentablemente, hay calles peligrosas en cualquier lugar del mundo. Pero ella no quiere pensar en peligros, sino en nuestra actitud de positivismo hacia la vida.

Hoy día, creo yo, que Antonia debe aplaudirse a sí misma por haber sonreído, pero no para darse fuerza para ser feliz, sino por haber sonreído a toda aquella persona desconocida que pasó a su lado aunque ella no tenga, por el momento, motivos para levantar en dirección al cielo la comisura de sus labios. Ella bien sabe que no se trata de ausentar la preocupación o el dolor de nuestras vidas, sino se trata de saber vivir con ellos nos guste o no. 

Además, creo yo, que tampoco se debe esperar por una felicidad demasiado grande porque esto es un gran error; es un obstáculo para nuestra propia felicidad porque ésta no se encuentra en ningún futuro. Más bien, se encuentra acá y pasa todos los días al lado nuestro. Y sólo está en nuestras manos aplaudir fuerte para vencer nuestras preocupaciones o tristezas para que la felicidad se acerque a nosotros y así nos acompañe, más a menudo, en nuestro camino de vida ahora y siempre sin disminuir la felicidad de los otros. 

Después que terminé de escribir estas palabras, Antonia me sonrió. Y tú, querido lector, ¿quieres que te aplauda por haber sonreído hoy día? Sólo necesitas quince músculos para sonreír mientras cuarenta músculos son necesarios de usar para arrugar la frente. Soy de la opinión que si somos capaces de sonreír aún en momentos difíciles, es porque poseemos la sabiduría de la vida. Yo, por el momento, me encuentro muy lejos de haber alcanzado este nivel. Soy principiante, pero deseo ser una buena alumna igual como Antonia.


MARiSOL


 


Imagen sacada de Bing