domingo, 7 de diciembre de 2014

Paseo en bicicleta


Que yo sepa los caminos conocidos son los que recorremos a gusto porque nos resultan familiares y porque nos sentimos seguros. Pero, y ¿los caminos desconocidos? Normalmente nos atemorizan. Pero, a Carla, no.  Ella no le tiene miedo a nada. Pues bien, ella se ha propuesto hoy día entrar en el bosque, que queda no muy lejos de donde ella vive. Quiere adentrarse en éste con su perrito "Bobby" y su bicicleta para recorrerlo con tranquilidad. Y como ella no tiene ninguna cita ni ningún compromiso para hoy día, ella ha decidido explorar el bosque, a pesar que vecinos suyos le han advertido de no hacerlo ya que algunas personas han desaparecido en él y nunca más han regresado.

Pues bien, después de haber pedaleado un buen trecho, Carla frenó para que "Bobby" pudiera bajar ya que él quería orinar. Lo dejó correr y luego lo perdió de vista porque él se había escondido detrás de un arbusto grande. Todo parecía estar bien, pero al ver que su perrito no regresaba Carla lo llamó. Su voz se volvió aguda a medida que los minutos pasaban y porque él no daba señales de vida. Agotada de gritar y sin saber si continuar su paseo o si desandar el camino, se sentó un momento para pensar qué hacer. Luego, ella se paró y caminó en dirección al arbusto por tercera vez y al acercarse más a éste vió que tenía una entrada. Era un pasadizo oscuro y al fondo de éste se veía luz. Siguiendo la luz caminó Carla cerca de unos cien metros y luego se paró sorprendida porque vió a su perro que ladraba, pero no lo podía escuchar porque había una puerta de vidrio gruesa entre ellos dos. Carla vió también como él jugaba feliz con otros perros.

Carla  al darse cuenta que la entrada era a un mundo paralelo, emprendió de puntillas la retirada. Ella no podía imaginarse vivir en otra dimensión que no fuera la que ella ya conocía. Esta otra sí la llenaba de temor. Y si aún así a ella no le pasara nada malo en ese otro mundo, ella no quería renunciar a su mundo, así éste no fuera mejor que aquel otro donde se encontraba ahora su perrito. Es así como Carla emprendió la retirada. Al estar ella ya afuera del arbusto, agarró rápidamente su bicicleta, pero antes de regresar a su mundo conocido, vió a un gnomo que la observaba detrás de un árbol; él tenía entre sus manos la correa de "Bobby". Ahora ella sabía que su perrito tenía nuevo dueño. 

Un escalofrío sintió Carla. Ella no pensaba contarle a nadie, sólo a mí, del descubrimiento hecho, de la entrada a esa otra dimensión y del gnomo que ella vió. Carla temía que si contaba de este otro mundo, muchísima gente estaría con ganas de entrar a éste y como ella no sabía lo que había realmente detrás de esa puerta de vidrio, ella no podía garantizarle a nadie una vida feliz.

Quizás, un día de estos, yo me anime a hacer un paseo en bicicleta con Carla para que ella me indique la entrada a ese otro mundo. 

MARiSOL 



Acá dejo un vídeo interesante que, quizás, llame tu atención.





Imagen sacada de Bing