viernes, 14 de marzo de 2014

El pájaro azul

Érase una vez un pajaro azul que se lamentaba de todo. Se ponía de mal humor si llovía mucho y lo mismo si había mucho calor.
¿Qué le pasaba?  Pues, daba la impresión que nada le gustaba.

Un día de lluvia mientras el pájaro azul tomaba agua de un estanque, el agua le habló:
- Me da la sensación que tu insatisfacción en tu vida personal es tan grande que esto hace que tú estés siempre enojado.


El pájaro azul retrocedió asustado. Las palabras del agua del estanque las tenía clavadas en su pecho. Le dolían mucho y por este motivo, el pájaro azul se quedó mudo del susto.
El agua volvió a hacerle la misma pregunta por segunda vez. El pájaro seguía mudo. A la tercera vez, el pájaro azul le contestó, mejor dicho, le hizo una pregunta:
- Pues, ¿acaso yo no tengo derecho a quejarme si algo no me gusta?
- Veo que te niegas a darme una respuesta  - le dijo el agua.
- Tú, ¿no te quejas nunca? -  le respondió de esta manera, con otra pregunta, el pájaro azul.
- Te pregunto por última vez - le dijo el agua. ¿Por qué te quejas tanto?
El pájaro azul, después de contemplarse largamente en el agua del estanque le respondió, por fin, a su pregunta:
- Sinceramente no lo sé - respondió el pájaro azul desconcertado de su propia respuesta.
- La única manera para que otros pájaros se acerquen a ti es que cambies de actitud ante la vida - le respondió el agua del estanque.
- ¿Qué debo hacer para que otros pájaros se acerquen a mí sin miedo? La verdad que no quiero sentirme rechazado.
- Entonces, modera tu tono de voz. No grites por gusto. Y, sobre todo, no pienses en negativo ni generes conversaciones negativas que no conducen a ninguna parte. Tu forma de ser espanta a cualquiera porque se te conoce también como chismoso, aparte de criticón. Es lamentable que te dediques a ser juez implacable de los demás pájaros. La voz del agua del estanque estaba tranquila y segura de lo que decía. 
- Sí, pero .... - dijo el pájaro. No terminó de decir la frase porque el agua del estanque lo interrumpió.
-  ¡Basta de excusas! Tu forma de ser espanta a los otros pájaros, ¿no te das cuenta? Por este motivo, tú estás solo y amargado.
- ¿Y qué hago para sentirme aceptado por los demás pájaros? - le preguntó suplicante el pájaro azul.
- Es muy sencillo lo que te pido - le respondió el agua del estanque. Sería bueno que desde ya lo pongas en práctica. 
 - ¿Qué es lo que debo hacer?  El pájaro azul ansiaba escuchar una respuesta adecuada que lo ayudara ser mejor pájaro.
- Si tus problemas tienen remedio ¿por qué te quejas? y si no los tienen, entonces, ¿por qué te quejas?
Al escuchar esta respuesta del agua del estanque, el pájaro azul se quedó pensativo.  Desde ahora él quería crear una mejor realidad aunque en ella existieran problemas. Se dió cuenta que aunque le resultara difícil sacar las quejas de su vida, sabía él que tenía que aprender a liberarse de sus pesares sin quejarse tanto ante la vida. La vida sonrió agradecida. Y yo también.

MARISOL