martes, 9 de septiembre de 2014

El gato y el pez del tiempo



Érase una vez un gatito que quería ser inmortal. Quería vivir para siempre; nunca morir. Él no se contentaba solamente con tener siete vidas como dicen por ahí. Psst, pero ninguna seguridad hay que esto sea cierto. A mí no me consta.

Un buen día mientras el gato miraba el cielo estrellado de una noche de verano cálida, las estrellas comenzaron a bailar alrededor de él mientras se disfrazaban de peces. Es así como una de las estrellas se le acercó al leerle los pensamientos al gato y le dijo:
- Tu deseo lo puedo hacer realidad pero con una condición.
- Díme cuál es - le dijo el gato sorprendido e inquieto.
- Que te disfraces como pez igual que yo.
El gato luego de meditar la idea aceptó. Pero en cuanto se puso el disfraz, se dió cuenta que ya no se lo podía sacar. ¿Qué pasaba? ¡¡¡¡ Socorro !!!!!
- ¡Miauuuu! Yo no te dije que quería dejar de ser gato - gritó el gato desesperadamente.
- Y tú no me preguntaste si el disfraz se te quedaba pegado a tu cuerpo - rió el pez. Además, no eres un  pez cualquiera, sino un pez del tiempo.
- ¿Qué debo entender? - preguntó angustiado el gato.
- Pues, que de ahora en adelante nadarás entre el pasado, presente y futuro, te deslizarás por todo el Universo y vendrás a la Tierra a llevarte las almas de los que mueren a tiempo o a destiempo, manejarás las manecillas del reloj como te dé la gana. Ésta será tu tarea por cumplir como pez del tiempo.

Bueno pues, el gato en cuestión no sólo viviría eternamente, sino que tendría una función importante por cumplir. Y como su vida como gato ya no le satisface para nada, la idea de transformarse en pez del tiempo le está empezando a gustar. Pero quién sabe si con el tiempo se aburra de jugar este papel.  Mmmm ... creo que es un gato inconforme. Acaso ¿no lo somos todos un poco? A mí personalmente la idea de poderme desplazar de un tiempo a otro me parece fascinante, pero prefiero vivir en el aquí y ahora con mi reloj en mano aunque no esté conforme del todo con la vida que llevo y sin tener que saber necesariamente la hora que me toque abandonar la Tierra. 


MARISOL

Mira a este gato acariciando a unos peces