domingo, 15 de marzo de 2015

Tesoros escondidos

 

Más de uno ha jugado  a buscar tesoros escondidos sea en una fiesta infantil, con los amigos del barrio como el juego de "Caliente y frío". Más de uno ha leído el cuento de "Ali Babá y los cuarenta ladrones" donde un gran tesoro escondido se encontraba en una cueva ... pero, ¿y qué pasa en tu cueva? ¿Qué tesoros escondes allí, sólo secretos impronunciables? ¿O tus tesoros los escondes en el fondo del mar de tu alma, allí, donde nadie te puede alcanzar para que no te hagan daño? También pienso que más de uno habrá fantaseado en encontrar un tesoro escondido para que le solucione sus preocupaciones, sobre todo, financieras. En casi todas las culturas existen mitos o leyendas sobre tesoros ocultos en algún lugar todavía no descubierto. Así, pues, mis queridos feligreses, los tesoros escondidos ...

A Norit  se le quedaron grabadas las palabras del párroco de su iglesia. El sermón de hoy día le había gustado; lo esencial de éste había hecho mella en ella. En el fondo, ella sabía que debía haber un cambio en su vida ... emprender una nueva aventura para rescatar sus tesoros escondidos.

Acaso, ¿no es importante descubrir los tesoros que guardamos dentro de uno, vestidos de  habilidades y capacidades? Unos no son conscientes que cuentan con dichas capacidades y no creen ser capaces de poder entender el mapa que los conduce hacia sus tesoros escondidos. Mas, sin embargo, si aguzamos nuestra mente y escuchamos a nuestro corazón, podemos sacar a la luz nuestros tesoros escondidos para que nos permitan ayudar a conseguir nuestros propósitos. Por ejemplo, desde querer montar bicicleta, pero no hacerlo por miedo o por pensar que uno es torpe y así perderse el placer de esa sensación de libertad que se siente al montar bicicleta (si no pruebas nunca sabrás si puedes ser un buen ciclista), hasta querer cantar en un coro, pero no hacerlo por pensar que su voz no es lo suficientemente buena, y así perderse el placer no sólo de cantar con otros, sino de formar parte de un grupo donde todos comparten el amor por la música, etc, etc, etc. 

Norit, después del sermón, se fué a casa, se sentó al piano y comenzó a componer sus propias canciones en el lapso de cuatro horas. Su capacidad de no sólo ver notas en su mente, sino de crear melodías, de crear sus propias partituras y crear sensaciones las había tenido guardadas, mejor dicho, escondidas, por mucho tiempo.  Ella misma se había limitado, había dudado de su propia capacidad musical, después que una profesora de música del Conservatorio la había criticado, hace mucho tiempo ya, de su talento musical. Ahora que Norit ha vuelto a componer, después de más de veinte años de no hacerlo, está ella decidida, más que nunca, de  compartir sus canciones con sus amigos. Ellos la juzgaran si ella es buena compositora o no, porque piano sabe tocar. Más de uno la ha felicitado por este don que ella tiene. 

A Norit, quien, por cierto, es profesora de música en un colegio de primaria, no le resulta importante presentarse en un escenario grande. Lo que le parece más importante es que gracias al sermón del párroco de su iglesia, ella ha logrado encontrar sus tesoros escondidos. Es el momento de compartirlos con otros en el escenario de la vida.


 MARiSOL










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