lunes, 8 de noviembre de 2010

Love L.A.*

http://public.blu.livefilestore.com/y1pY3_q3pvKcqNbC_lG-vZhUxmWzgrh6NjwUgWz2G2ie0ToeUrmxaJvrP9rzNmjrauEkLEDMHQsOuYMbG9ICBNtdg/CIMG3640.JPG?psid=1Este Otoño no sería como los demás... Myriam siempre lo recordaría. Si bien el frío de la mañana, la suave neblina y el aire puro le calmaban un poco el dolor que llevaba en el alma, la decisión la tomó mientras caminaba por el bosque. No, no era rabia lo que sentía, sino una gran desilusión. Ella nunca podría haberse imaginado que después de 25 años  de estar casada con Vicente (un atractivo cardiólogo de 60 años quien regresa ahora en la noche de una conferencia que duró cuatro días y fué realizada  en el extranjero), su esposo se le caería del pedestal desde ayer por la tarde y de la manera más vulgar...

¡Ay! Myriam siempre pensó que Vicente era diferente a los demás y que ella era una mujer muy afortunada.  ¡Qué ciega estuvo! El consuelo que le queda en este momento son sus dos hijos mellizos de 24 años. Ellos dos viven desde hace más de tres años fuera de casa; uno estudia medicina en otra ciudad y el otro estudia  ingeniería naval en el extranjero. Pues bien, ella llamaría por teléfono a cada uno  de ellos para decirles que tenía ganas de visitar a su tía Rita (quien vive en Los Ángeles) por un par de semanas. Pero si ella decidía alargar su viaje en caso de ser necesario, entonces, recién les diría la verdad. Y como ella no trabajaba y era también norteamericana como su tía, pues, no había problema: el par de semanas podía tornarse en un par de meses o más...

Si bien Myriam contaba con 55 años y aún era guapa, se preguntaba en qué le había fallado a su esposo. Pero, ¿para qué? Desde ayer por la tarde entendió finalmente por qué desde hacía  más de cuatro meses que ellos dos tenían, más bien, una relación de buenos amigos que de esposos. Llorar ya no podía, se sentía seca como una hoja de otoño. Anoche había llorado un mar de lágrimas después de haber hablado con su tía. Con Vicente no habló porque él no la llamó. Y como él estaba a punto de regresar, tenía las llaves de casa y llegaba a casa en taxi, pues no veía la necesidad de comunicarse con Myriam. ¡Dolía la herida recién abierta!

Pero ¿qué pasa con Myriam? Pues bien, ayer por la tarde cuando ella limpiaba por dentro el auto de Vicente encontró en la guantera un CD de música sensual con una dedicatoria que decía de "Para V. de V." y debajo del asiento delantero del copiloto encontró un arete pequeño de color rojo. Curiosamente la nueva secretaria del departamento de cardiología, quien trabaja allí desde hace medio  año, se llama Victoria (alias "Vicky") y Myriam le había visto puestos un par de aretes exactos a éste que tenía entres sus manos hace un mes en una fiesta organizada por el hospital con motivo de celebrar su 20. Aniversario. ¡Y bien que se acordaba! porque ella misma le había preguntado a "Vicky" que dónde había comprado los hermosos aretes. Y la nueva enfermera antes de ponerse a bailar con un joven médico soltero, le dijo de manera coqueta que habían sido un regalo de un admirador y le guiñó un ojo. Ahora entendía por qué Vicente le pidió -poco después- de irse temprano a casa.

Es así, como Myriam después de su paseo por el bosque, regresó a casa, compró por internet un pasaje aéreo y empacó sus maletas. Luego, llamó por teléfono a sus dos hijos, entregó sus llaves a una buena vecina y  pidió un taxi que la viniera a buscar en una hora. Así fué como antes de cerrar la puerta dejó sobre la mesa de la cocina el arete rojo, el CD y una nota que decía: La canción "Love L.A." es la que más me ha gustado. Saludos a Vicky.

Antes de terminar, te diré que en el mismo momento que Myriam subía al avión que la llevaría a los Estados Unidos, a Vicente se le cayó de sus manos temblorosas un vaso cuando se encontraba en la cocina. Después de limpiar el suelo y botar al tacho de la basura los vidrios rotos se deshizo con rabia del arete y del CD. Luego, llamó al hospital y después a un taxi.  Pocos minutos después, Vicente salía desesperado de casa con otra maleta, pero con la misma crisis existencial del brazo de él. Juntos nuevamente irían al aeropuerto para subirse en el primer vuelo que los llevara donde su verdadero amor.

Marisol

La foto es mía. 
El título de este cuento 
es el mismo de esta canción.