miércoles, 28 de mayo de 2014

Mi abanico

 


Mónica y Lucía son buenas amigas. Mientras caminaban juntas en dirección del restaurante donde quieren almorzar, se pararon un momento delante de una tienda de abanicos.
- ¡Son preciosos! - exclamó Lucía y luego agregó diciendo que se quiere comprar uno ya que siente calor.
- ¿Sabías que los abanicos son originarios de China? - le comentó Mónica a su amiga.
- No tenía la menor idea - le respondió Lucía.

Cuando Mónica y Lucía entraron a la tienda la vendedora les ofreció una cantidad muy variada de abanicos de todos los tamaños y colores.  
Y mientras la vendedora les mostraba diversos abanicos les contó que existe un lenguaje de abanicos.
Mónica y Lucía sorprendidas, le pidieron a la vendedora que les explicara.
- Bien - dijo la vendedora - cuando las damas europeas del siglo XIX y principios del XX iban a los bailes y no querían que nadie las vieran coqueteando con sus pretendientes, se comunicaban con sus abanicos.  
- Pero, ¿cómo? - preguntó Mónica curiosa.
- En realidad - dijo la vendedora -  existieron diferentes lenguajes del abanico. Todos ellos tenían una regla común, la de colocar el abanico en cuatro direcciones con cinco posiciones distintas en cada una de las cuatro. De esta manera representaban las letras del alfabeto.
- ¡Qué difícil! - exclamó Lucía. 
La vendedora les contó que hay otras formas de comunicarse con el abanico y les explicó lo siguiente:

  •  Cuando se le mueve con la mano izquierda significa: Nos observan.
  •  Cuando se le mantiene en la oreja izquierda significa: ¡Déjame en paz!
  •  Cuando se le desliza sobre la frente significa: Has cambiado.
  •  Cuando se le arroja con la mano significa: Te odio.
  •  Cuando se le desliza sobre la mejilla significa: Te quiero.
  •  Cuando se le mueve con la mano derecha significa: Quiero a otro. 
  •  Cuando se le tiene cerrado significa: ¿Me quieres?
  •  Cuando se le apoya en los labios significa: ¡Bésame!  
  •  Cuando se le abre con la mano izquierda significa: ¡Ven y habla conmigo!
  •  Cuando se abanica despacio significa: Estoy casada.
La vendedora iba a seguir continuando con más ejemplos cuando Lucía la interrumpió para decirle que quería comprar un abanico. Mónica también se animó a comprarse otro. Sus motivos tenía.

Ya afuera de la tienda Lucía le preguntó a su amiga, mientras se abanicaban, si se acordaba de todo lo que  que les había explicado la vendedora. Mónica le dijo que si bien encontraba interesante ese lenguaje, lo único que quería era poder abanicarse porque sentía mucho calor. Lucía se rió cual cómplice y le dijo que habría que preguntarle a la vendedora cómo mover el abanico para decir: Tengo la menopausia. 



MARISOL 

 



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sábado, 24 de mayo de 2014

Tinto de Verano





Adriana se sabe la receta del "Tinto de Verano" de memoria: 
  • Una botella de vino tinto, preferiblemente tempranillo
  • Una botella de refresco de limón
  • Vermouth
  • Limón en rodajas
  • Hielo picado

Adriana tiene el recuerdo de haberlo tomado por primera vez en un día muy caluroso de verano en una playa española junto a su hermana, Carlota,  de un vaso de plástico comprado en un chiringuito, pero ¡cómo le gustó!

Debo aclarar que Adriana no es alcohólica. Ella es una mujer que sabe disfrutar de un buen "tinto de verano", sobre todo, cuando hace calor. Y como hoy día el calor ha sido aplastante en la ciudad donde ella vive, por este motivo, Adriana refresca su alma con un vaso largo (de vidrio) relleno de este sabroso trago que ella misma se ha preparado, pero no para ahogar su soledad, la cual no le asusta, ni tampoco para tranquilizar su memoria, la cual, por momentos, le duele.

Pues bien, mientras Adriana está disfrutando en silencio y en el silencio de medianoche de su "tinto de verano", ella está esperando a que yo, Morfeo, hijo de Hipnos, dios de los sueños, y Nix, diosa de la noche, la venga a buscar para llevármela al mundo de los sueños ... allí donde yo me transformo en ser humano, especialmente de un ser querido (yo sé quien es, pero no pienso decirlo), pero no solamente para tomarla en mis brazos y hacerla dormir, sino para protegerla de su insomnio, mi rival. ¡Salud!


MARISOL 



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martes, 20 de mayo de 2014

¿Por qué?

 


El Dr. John Williamson había llegado al hospital para operar a Tom, un muchacho de 10 años, con un tumor cerebral cancerígeno. La operación en sí no sólo sería bastante complicada, puesto que Tom tenía dos meduloblastomas, sino que  su pequeño paciente tendría que  sacar mucha fuerza después de unas semanas de operado para soportar la quimioterapia. Sería la única manera de aliviar sus terribles dolores de cabeza, mareos, vómitos, falta de concentración y problemas con la vista. 

Los desesperados padres de Tom querían creer que su hijo podría curarse del todo. Pero el Dr. Williamson sabía que no había un 100% de total recuperación. El destino de Tom estaría, más que todo, en manos de alguien más poderoso que él.

Tom ya estaba en el quirófano. Otros dos médicos esperaban al mejor médico cirujano del país para turnarse con él en las cuatro horas que estaba programada la operación. Enfermeras ya estaban allí esperando las órdenes del renombrado Dr. Williamson.


El Dr. Williamson se acercó a Tom y habló con él antes que le pusieran la anestecia.
- ¡Buenos días, Tom! ¿Listo para la operación?
- Sí, doctor. Me pongo en sus manos. Pero si ésta no resultara bien, mis padres harán realidad un deseo mío y donarán mis ojos, corazón y riñones para que otros niños tengan la oportunidad de vivir mejor. Así parte de mí se quedaría en este mundo que muchas veces no entiendo.


Tanto los médicos como enfermeras cruzaron miradas unos con otros. John tragó saliva. Se sintió pequeño ante Tom. Y lo único que le dijo fué:
- Trataré junto con mis dos colegas de sacarte el tumor. Esta es nuestra tarea. Tú sabes bien que hay un gran riesgo en esta operación, pero quiero pensar que será un éxito. Ahora relájate que vamos a empezar...

Tom cerró los ojos... Él no quería sufrir más. La anestecia comenzó a hacer su efecto. Tom sintió alivio de saber que en este momento no sentía dolor. Sonrió.

Por más que trataron médicos y enfermeras de reanimar a Tom, la anestecia -vestida de ángel- se lo había llevado a un mundo donde no existía más la pregunta ¿Por qué?

Marisol

La canción "Tell me why" la compuso 
Declan Galbraith a la edad de 10 años.


"Tell me wy"
Declan Galbraith 

In my dream, children sing
A song of love for every boy and girl
The sky is blue and fields are green:
And laughter is the language of the world
Then I wake and all I see
Is a world full of people in need

Tell me why(why) does it have to be like this?
Tell me why (why) is there something I have missed?
Tell me why (why) 'cause I don't understand
When so many need somebody
We don't give a helping hand
Tell me why?

Everyday I ask myself
What will I have to do to be a man?
Do I have to stand and fight
To prove to everybody who I am?
Is that what my life is for
To waste in a world full of war?

Tell me why(why) does it have to be like this?
Tell me why (why) is there something i have missed?
Tell me why (why) 'cause I don't understand
When so many need somebody
We don't give a helping hand
tell me why
tell me why
tell me why
tell me why
tell me why
just tell me why, why, why

lunes, 19 de mayo de 2014

Deteniendo el tiempo


- ¿Por qué muchos de nosotros, como yo, quisiera poder detener el Tiempo? - me pregunta mi amiga Elena.
- Pues, seguramente tienes la necesidad de hacerlo reversible porque o bien tú has tomado una mala decisión en algún momento de tu vida o porque has hecho daño a alguien o porque te ha sucedido algo feo y quisieras que esto no hubiera pasado, ¿verdad?
- ¡Ay! cuántas veces he deseado poder detener el Tiempo, pero es  imposible - me responde Elena resignada a su suerte. 
- Para mí el Ayer, Hoy y Mañana son sólo adverbios de tiempo - le comento a mi amiga. 
- Quizás hasta  el mismo tiempo en sí ni existe y sólo es un invento del hombre para justificar su existencia sobre la Tierra - me dice Elena. 
- En realidad, nadie puede manejar las manecillas del reloj ni para atrás ni para adelante como tú lo deseas, Elena - le contesto. El tiempo es una constante en la Psicología, en la Física, Filosofía y en la Literatura.
- Mmmm - dice Elena seria. ¿Sabes? Yo estoy cansada del tictac de los relojes porque aunque quisiera no puedo detener, por nada del mundo, la marcha de mi historia de vida. 
- Es verdad - le contesto y continúo hablando - Tu vida vuela como un pájaro libre... un pájaro que no se detiene cerca de ti, Elena, para no dejarse atrapar por ti. 
- Y quién sabe, en qué dirección seguirá volando... - suspira Elena resignada.
Elena dirá lo que quiera pero si bien nadie puede ni sentir ni tocar el Tiempo, yo como fotógrafo me doy el lujo ya sea con mi cámara de fotos o mi celular con cámara incluída de sí poderlo detener y bien que lo disfruto. ¡Ja!

MARISOL

 


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viernes, 16 de mayo de 2014

Las rosas de Rosa


Rosa recibió a su gran amiga de la infancia, Susana, en su jardín. Allí se pusieron a conversar después de mucho tiempo que no se veían.
- ¡Qué rosas más bonitas tienes, amiga! - le dijo Susana a Rosa y siguió hablando - Tus rosas me hacen recordar el diálogo entre la rosa y el Principito de Antoine de Saint - Exupéry.
- ¿Y de qué trata el diálogo? Ya no lo recuerdo - le contestó Rosa. Hace años que lo leí.
- ¡Pero si tú te lo conocías de memoria! - exclamó Susana sorprendida. Si leimos juntas en el colegio este libro.
- Mi memoria se ha vuelto vieja, querida Susana. Y mientras Rosa reía desganada le pidió a su amiga que le hiciera recordar ese capítulo.
- Pues, el principito le explica a su rosa la diferencia entre "Querer" y "Amar". "Querer" es apegarnos a una persona querida desde nuestras necesidades, es tratar de completarnos a través de ella porque algo nos falta.  Pero cuando ella no nos corresponde como queremos, entonces nos sentimos incompletos, vacíos, frustrados, tristes y hasta rabiosos. El sufrimiento es inevitable. Susana hizo una corta pausa para mirar a Rosa  porque sus ojos estaban vidriosos.
- Continúa, Susana, por favor - le dijo Rosa en un hilo de voz al ver que su amiga la observaba preocupada.
- Como quieras, sigo... "Amar" es entregarse a la persona querida, pero de manera desinterasada aún con el riesgo de perderla o de ir por caminos distintos. Y, por ello, en lugar de albergar sufrimiento en tu corazón, sólo guardas dentro de  él los hermosos recuerdos compartidos. ¿Quieres que continúe? Te veo triste - le dijo - Susana.
- No. Ya recuerdo lo que sigue. Y, por este motivo, no quería recordar este capítulo - dijo triste Rosa.
- ¿Por qué? - preguntó Susana curiosa.  
- Yo no sé amar, Susana. Su respuesta fué cortante.
- ¿Por qué dices esto? - le preguntó Susana mientras aspiraba el perfume de las rosas de Rosa.
- Porque yo sufro y tú sabes bien por qué - le respondió Rosa a su amiga. A pesar que ella seguía queriendo a Pablo, nunca habría futuro  entre los dos. Pero, yo no quiero hablar de este otro capítulo ...
Pues bien, Susana entendió a Rosa. Ella se arrepintió de haberle mencionado a su amiga el capítulo entre la rosa y el Principito. Sobre todo, cuando él le dice a ella  que al amor no se le entiende, sino se le vive. 
Si bien hay historias de amor que quedan sin "happy end", lo importante es que tú, querido lector, has aprendido ahora a diferenciar el significado entre "Querer" y "Amar", ¿verdad?

MARISOL



 






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martes, 13 de mayo de 2014

Miedo de valientes

 
- El miedo, como tal, no existe. Éste se da solamente en nuestra mente.  ¿No crees?  - me preguntó mi hija Margot de trece años.
Desde pequeña mi hija nunca ha sentido miedo ante nada y ante nadie. Pareciera que la palabra "miedo" no existiera en su vocabulario.
- En realidad tienes razón - le contesté a mi hija. Más no sabía qué decirle. 
- ¿No te parece que es absurdo sentir miedo? - me preguntó Margot.
- No lo es, hija. El miedo es la señal que emite nuestro cuerpo cuando creemos que estamos expuestos ante un posible peligro. Gracias a la sensación de miedo, podemos evitar exponernos a peligros reales.
- A mí no me gusta la gente miedosa - me dijo mi hija de manera burlona.
- Pues, yo en tu lugar no me burlaría de nadie. Para tu información hay dos clases de miedos, hija.
- ¿Cuáles son? Margot estaba curiosa.
- El miedo real y el neurótico.  El primero es cuando se justifica sentir miedo ante un peligro real. El segundo no tiene relación con la amenaza. Es más, hay gente que puede llegar a sentir ansiedad o pánico.
- Y tú, mamá, ¿qué tipo de miedo sientes?  - me preguntó mi hija.
- Unas veces justifico mi miedos, otras no. A veces, cuando siento que me paralizan, trato de combatirlos. Unas veces me resulta, otras no - le respondí de manera sincera a Margot, mi hija.
- ¡Ajá! - me dijo ella mientras me miraba seria.
- Mientras yo pueda y quiera conquistar mis propios miedos, creo que soy una persona valiente - le respondí.
Mi hija, luego de un rato, me comentó que sólo había un miedo al cual ella sí le tenía miedo, pero que ella no se había atrevido a decírselo a nadie.
- ¿Y cuál es?  - le pregunté sorprendida de su confesión espontánea.
- No siento miedo ante la vida, pero sí ante la muerte - me respondió mi hija.
- ¿Y por qué? - le pregunté a Margot, mi hija.
- Porque la muerte representa el fin de la vida - me contestó. Su voz sonaba débil. Quién sabe qué es lo que hay después ....
- Para mí la muerte es el fin de todos los miedos - le interrumpí sin pensarlo dos veces.
Mientras Margot me miraba con sus ojos grandes, mi respuesta la hizo sonreir. A mí también. En este momento, las dos nos sentimos valientes.

MARISOL




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jueves, 8 de mayo de 2014

El gatito dormilón



- ¿Por qué sufres tanto por amor? - le preguntó Jazmín a su gatito Dubi.
- Porque Kitty no me corresponde como yo quiero - le respondió Dubi. Su voz sonaba triste.
- Yo creo que tú idealizas el amor - le dijo Jazmín y continuó hablando - Tú sufres porque te sientes insatisfecho y hasta desengañado, ¿no es cierto?
-  ¡Así es! - respondió su amigo gatuno. 
- Tu problema es que tú te has abocado a ver a Kitty como la princesa que te salve de tu soledad. Y tú sabes, en el fondo de tu corazón, que ella no te puede dar lo que tú más deseas aunque ella así lo quisiera - le respondió Jazmín.
- Me da rabia que Kitty sepa que yo sufro y  no haga nada para calmar mi dolor - le dijo Dubi. Tengo ganas de castigarla con mi indiferencia porque ella me rechaza. Por momentos la odio.
- Dubi, otro problema tuyo es que no solamente eres posesivo y celoso, sino que también eres manipulador.
- ¡Cómo me puedes decir esto, Jazmín, si yo muero de dolor!  Dubi temblaba de indignación y luego gritó diciendo que su amor por Kitty era inmenso.
- Te engañas, Dubi - le contradijo Jazmín. Tú no te mueres de dolor, tú solamente piensas de manera negativa. Los pensamientos negativos son los que te atrapan y no sólo no te dejan vivir en paz, sino que no te permiten aceptar la situación como es.
- ¡Mi felicidad es Kitty. No puedo vivir sin ella! - gritó adolorido Dubi. ¡Nadie me entiende ni tú tampoco, Jazmín! ¡Déjame solo!
- Antes de dejarte solo te voy a decir algo importante: Kitty es el objeto de tu deseo, y por este motivo, tú te haces dependiente de ella. Tú crees que sólo con ella, tú puedes realmente ser feliz - le dijo Jazmín. 
- Acaso, ¿es un error pensar así? - le contestó triste Dubi.
- Lamentablemente, sí - le dijo Jazmín. Deja el pasado en paz. Ya no vivas pensando en lo que hubo entre tú y Kitty, sino vive en el aquí y ahora. 
- Es fácil dar consejos, Jazmín - le contestó Dubi. Y después de decirle estas palabras se fue a dormir, porque en sus sueños Kitty era suya y de nadie más.

Jazmín piensa que sufrir por amor no sirve de nada, pero yo pienso que si experimentamos esta clase de sufrimiento, hay posibilidades, tarde o temprano, de sanar nuestro adolorido corazón si tratamos de pensar en forma positiva mirando hacia adelante y no hacia atrás. Tanto Jazmín como yo deseamos que Dubi deje de sufrir por Kitty y vuelva a enamorarse de otra gatita.

MARISOL






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domingo, 4 de mayo de 2014

La almohada mágica


Ana María tiene una almohada mágica que no sólo le hace soñar lo que ella quiere, sino que la hace dormir placenteramente. Sus  noches tienen la garantía del descanso absoluto. Pero, la verdad que yo no la envidio.
- ¿Por qué no me envidias? - me preguntó Ana María.
- Porque la envidia es un signo de inferioridad - le contesté tranquilamente. Y luego le dije también que nadie es digno de envidia.
- Pero, ¿no te gustaría dormir como yo?  No puedo creer que a ti te te resulte indiferente sufrir de insomnio - me respondió Ana María incrédula ante mi respuesta.
- No es que me resulte agradable no poder dormir como tú, pero no me gustaría tener una almohada mágica porque me acostumbraría mal. Sin ella, dejaría de ser yo.
- ¡¿Cómo?! ¡No te entiendo, Regina! - exclamó Ana María.
- Pues, tú vives en una realidad inexistente, querida amiga - le contesté segura de mis palabras.
- ¡Exijo una explicación! - me dijo molesta Ana María.
- ¿Te gustaría prestarme tu almohada por una semana? - le pregunté a mi amiga.
- Mmmm..... Es mucho tiempo. Por un día, no hay problema, pero con una condición - me contestó Ana María.
-  ¿Cuál es? - le pregunté bostezando. Yo estoy cansada no sólo porque me falta sueño, sino de esta conversación. 
- Si quieres mi almohada mágica tienes tú que dormir en mi casa  - me dijo Ana María.
Me la quedé mirando un rato y entre bostezo y bostezo me negué a cumplir su deseo egoísta. ¿Qué cree Ana María? Acaso, ¿que yo voy a robarme su almohada mágica?
- ¡No me mires así, Regina, por favor! Ana María agachó la cabeza avergonzada. Sabía lo que yo pensaba de ella en este momento.
- Tu dependencia es tan grande por ella y tu miedo a perderla también que realmente no te envidio - le respondí. Y luego de decirle estas palabras comencé a sentir mucho sueño. Lo único que deseaba era dormir. Así que Ana María le preparó el cuarto de huéspedes.

Sé por Regina que ella pudo dormir esa noche, pero Ana María, no. Para tu información: yo soy la almohada mágica. Y es que después de haber escuchado la conversación entre Regina y Ana María, decidí regalarle una noche placentera (y muchas más) a Regina y una noche de insomnio (y otras más) a Ana María hasta que deje de lado su egoísmo y desconfianza. Y, sobre todo, para que entienda, de una vez por todas, que ella no puede hacerse dependiente de mí. Yo soy solamente su somnífero. Y tú, ¿puedes dormir sin almohada mágica?

MARISOL




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sábado, 3 de mayo de 2014

¡No hay pero que valga!



- No sé por qué me pesa el alma, querida luna. ¿Será por este motivo que no puedo dormir?
- ¡Ah! no me digas que no eres feliz.
- ¿Te estás burlando de mí? - le pregunté a la luna un tanto molesta.
- No. En absoluto - me respondió ella con dulce voz. A mi parecer, yo creo que tú te tomas demasiado en serio. Pienso que tu mayor obstáculo es esperar en vano por la felicidad.
- No te entiendo - le contesté desconcertada con la respuesta que me dió la luna.
- Mira, tú te estás perdiendo de las pequeñas alegrías por estar esperando a que la felicidad llegue a tocarte la puerta. No esperes por ella, porque ella no vendrá. Acaso, ¿no te das cuenta que ella vive dentro de ti?
- Pero, es que no tengo todo lo que deseo....
- ¡No hay pero que valga! - me interrumpió la luna y luego agregó - Creí que tú eras más sabia. 
- No, no lo soy - le respondí sonrojada.
- Pues bien, entonces, debes aprender que para ser realmente feliz tienes que saber vivir no sólo prescindiendo  de algunas cosas, sino de la presencia de personas queridas que por motivos distintos no se encuentran ya más en tu vida. ¿Me has entendido?
- Sí, pero ...
- ¡No hay pero que valga! - me interrumpió la luna y luego agregó diciendo que tratara yo de disfrutar del momento sin esperar por un mejor futuro porque lo que cuenta es vivir en el aquí y ahora. También me sugirió que si yo le sonreía a la vida a pesar de no tener todo lo que deseo, le estaré sonriendo a mi futuro. 
- Espero que tú tengas razón - le dije a la luna un tanto escéptica.
La luna, después de mirarme fijamente a los ojos, me dijo:
- Ahora ¡véte a dormir y prométeme que cuando te despiertes sonreirás!
- No te lo prometo, pero lo intentaré.
- Bien. Lo importante es que no te duela el alma - me aconsejó la luna.
- Sí, pero ... - le respondí sin poder terminar de decir mi frase.
- ¡No hay pero que valga! - me interrumpió la luna antes de despedirse. 
Después de cerrar mi ventana con el propósito de sentir más liviana mi alma, me fuí a mi cama y antes de dormir esbocé una sonrisa. La luna por la ventana de mi dormitorio al ver lo que yo hacía también sonrió. 
 

Marisol






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jueves, 1 de mayo de 2014

El abrazo


Desde hace mucho tiempo que Carlos ama a Marta. El tiempo, que ya no se puede contar, queda corto ante la grandeza de su amor. Marta lo sabe pero no puede hacer nada para impedir que él la siga amando de la manera que él lo hace.
- No me quieras tanto porque me asustas - le dijo Marta a Carlos en una conversación sostenida en un café escogido como punto de encuentro.
- Lo lamento. Pero yo no te quiero, te amo  - le respondió Carlos mirándola fijamente a los ojos. Tú eres la luz que ilumina mi camino. Sin ti, estoy perdido.
- No tiene sentido amar de la manera que lo haces. No te lleva a ninguna parte, Carlos. Yo no soy una mujer perfecta. Estoy llena de muchos defectos y además estoy casada - le dijo Marta. No sabía si sentía amor o rabia por él.
- Tú estás casada con un hombre que no amas del todo. Mientras Carlos hablaba Marta lo miraba desafiante y le dijo:
- Si tú no me hubieras dejado por otra, otra hubiera sido nuestra historia. Pero, ¡quién sabe cómo nos hubiera ido!   
- A mí no me importa pensar en qué hubiera pasado si nos hubiéramos quedado juntos. Si nos hubiera ido mal o bien, no cuenta. Lo único que sé es que te amo desde que me dí cuenta de mis sentimientos por ti y sufro por no poder tenerte a mi lado.
- Pues, llegaste muy tarde - le dijo Marta. Su voz sonaba cortante como un cuchillo filudo.
- Lo sé. No necesitas hacérmelo recordar - le contestó Carlos en voz baja.
- Yo creo que tú amas a una mujer inexistente, a un ideal de mujer que no soy yo.  Ya no soy la misma que tú conociste - le dijo Marta mientras se tomaba su café lentamente.
- Es normal que cambiemos ... Carlos no pudo continuar porque sonó su teléfono. Él se paró rápidamente y salió del café. Al regresar se disculpó y terminó su frase al decirle que si bien es normal que cambiemos, en el fondo, la esencia de todos nosotros es la misma. Luego de manera vehemente le pidió a Marta que se parase.
- No entiendo por qué tengo que pararme si recién hace poco que acabamos de llegar - le dijo Marta. Carlos le estaba dando una orden y no le gustaba a ella cómo él la miraba.

En cuanto Marta se paró, Carlos la abrazó en silencio. En ese abrazo él le decía todo lo que no le pudo decir durante años. Marta entendió. Cuando se desprendieron el uno del otro, él pagó rápidamente los cafés y se despidió. Como a Marta las piernas le temblaban, se sentó y pidió un cognac. Ella supo no solamente que no volvería a ver a Carlos nunca más, sino que entendió que los sentimientos de él hacia ella nunca cambiarían. ¿Y los de ella hacia él? Marta no  tuvo el valor de decirle lo mucho que ella aún lo seguía queriendo. Quizás no le dijo nada  porque su amor por Carlos no es tan fuerte como el de él.

Lo que no sabe Marta es que Carlos solamente había pedido verla por un ratito para hacerle saber lo mucho que la amaba, pero en ningún momento le había hecho saber que él quería regresar con ella como pareja. Mmmm.... Sus motivos tiene. Lo único que les puedo decir es que no sólo yo soy su jefe, sino que yo fuí quién lo llamó para asegurarme que él no dijera nada de lo que él hace realmente. Si Carlos es terrorista, sicario o espía, no es importante. Lo único que para mí es importante es que Carlos me hizo saber que él fué cuidadoso de no hacerle saber nada de esto a Marta en su abrazo.

MARISOL