jueves, 1 de mayo de 2014

El abrazo


Desde hace mucho tiempo que Carlos ama a Marta. El tiempo, que ya no se puede contar, queda corto ante la grandeza de su amor. Marta lo sabe pero no puede hacer nada para impedir que él la siga amando de la manera que él lo hace.
- No me quieras tanto porque me asustas - le dijo Marta a Carlos en una conversación sostenida en un café escogido como punto de encuentro.
- Lo lamento. Pero yo no te quiero, te amo  - le respondió Carlos mirándola fijamente a los ojos. Tú eres la luz que ilumina mi camino. Sin ti, estoy perdido.
- No tiene sentido amar de la manera que lo haces. No te lleva a ninguna parte, Carlos. Yo no soy una mujer perfecta. Estoy llena de muchos defectos y además estoy casada - le dijo Marta. No sabía si sentía amor o rabia por él.
- Tú estás casada con un hombre que no amas del todo. Mientras Carlos hablaba Marta lo miraba desafiante y le dijo:
- Si tú no me hubieras dejado por otra, otra hubiera sido nuestra historia. Pero, ¡quién sabe cómo nos hubiera ido!   
- A mí no me importa pensar en qué hubiera pasado si nos hubiéramos quedado juntos. Si nos hubiera ido mal o bien, no cuenta. Lo único que sé es que te amo desde que me dí cuenta de mis sentimientos por ti y sufro por no poder tenerte a mi lado.
- Pues, llegaste muy tarde - le dijo Marta. Su voz sonaba cortante como un cuchillo filudo.
- Lo sé. No necesitas hacérmelo recordar - le contestó Carlos en voz baja.
- Yo creo que tú amas a una mujer inexistente, a un ideal de mujer que no soy yo.  Ya no soy la misma que tú conociste - le dijo Marta mientras se tomaba su café lentamente.
- Es normal que cambiemos ... Carlos no pudo continuar porque sonó su teléfono. Él se paró rápidamente y salió del café. Al regresar se disculpó y terminó su frase al decirle que si bien es normal que cambiemos, en el fondo, la esencia de todos nosotros es la misma. Luego de manera vehemente le pidió a Marta que se parase.
- No entiendo por qué tengo que pararme si recién hace poco que acabamos de llegar - le dijo Marta. Carlos le estaba dando una orden y no le gustaba a ella cómo él la miraba.

En cuanto Marta se paró, Carlos la abrazó en silencio. En ese abrazo él le decía todo lo que no le pudo decir durante años. Marta entendió. Cuando se desprendieron el uno del otro, él pagó rápidamente los cafés y se despidió. Como a Marta las piernas le temblaban, se sentó y pidió un cognac. Ella supo no solamente que no volvería a ver a Carlos nunca más, sino que entendió que los sentimientos de él hacia ella nunca cambiarían. ¿Y los de ella hacia él? Marta no  tuvo el valor de decirle lo mucho que ella aún lo seguía queriendo. Quizás no le dijo nada  porque su amor por Carlos no es tan fuerte como el de él.

Lo que no sabe Marta es que Carlos solamente había pedido verla por un ratito para hacerle saber lo mucho que la amaba, pero en ningún momento le había hecho saber que él quería regresar con ella como pareja. Mmmm.... Sus motivos tiene. Lo único que les puedo decir es que no sólo yo soy su jefe, sino que yo fuí quién lo llamó para asegurarme que él no dijera nada de lo que él hace realmente. Si Carlos es terrorista, sicario o espía, no es importante. Lo único que para mí es importante es que Carlos me hizo saber que él fué cuidadoso de no hacerle saber nada de esto a Marta en su abrazo.

MARISOL 

 



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