sábado, 28 de noviembre de 2020

EL sentido de la vida

 

Quellbild anzeigen 

Erika, es una amiga viuda de 70 años, que espera no sólo ansiosamente que pronto salga al mercado la vacuna para combatir el Covid-19, sino que piensa que la humanidad lo que también necesita es una vacuna que nos devuelva a todos a recuperar el sentido de la vida. Justamente ahora hay que darle un sentido a la vida, por el mismo hecho que para muchos éste ha perdido su sentido. Erika sabe que aunque ella ya no trabaje, ella intenta servir a los demás, lo que para ella constituye el único sentido de la vida. Hoy más que nunca ella desea sentirse útil dando apoyo moral a sus amistades y familiares que se sienten agobiados con todo lo que sucede alrededor del mundo a raíz de la pandemia que nos castiga sin piedad desde hace varios meses.

Por este motivo, quiero a Erika. Es una persona valiosa que me recuerda que en el fondo son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida. ¡Qué cuesta ser amable no solamente con amigos o familiares, sino con gente desconocida! Y aunque las sonrisas no se puedan ver por usar la mascarilla, sí se pueden sentir a través de las miradas porque el lenguaje de los ojos dice mucho, sobre todo, cuando las miradas están vestidas de brillo, ese brillo que se llama Fe.  

En caso no sepas de donde proviene la palabra Fe, te lo hago saber. Proviene del latín Fides. Pues bien, es la creencia o confianza que se tiene en una persona, religión o institución, sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia.  Erika sabe que la fe es el ingrediente mágico para lanzarnos en pos de lo que se cree, con la certeza que lo lograremos. Y es que al confiar y tener fe en lo que nos proponemos, con toda seguridad se alcanzará. Así, que por este motivo, cuidémosnos lo más que podamos sin dejarle de sonreir a la vida. Y, ¿sabes por qué, querido lector? Pues, porque la vida de un hijo, de un amigo o hasta de un desconocido, es la nuestra, como la verdadera vida de cada uno es la de todos.

¡Ay, querida Erika! ¡Cómo te extraño! Cuánto me gustaría abrazarte, y conversar de todo y de nada, pero sabernos cerca una de la otra a través del internet me consuela. Es ahora que los seres humanos debemos unirnos en repartir amor porque solamente la fuerza del amor es la que nos sostendrá aún en los momentos más oscuros, aún cuando perdamos la vida si nos alcanza a tocar esta cruel enfermedad de la peor manera.

Tanto Erika como yo sabemos que la tragedia del hombre moderno no es que sepa cada vez menos sobre el sentido de su propia vida, sino que se preocupa, desgraciadamente, cada vez menos por ello.  Es realmente una lástima que muchos seres humanos anden ciegos por la vida. Pero tarde o temprano todos nos preguntaremos por el sentido de la vida.  Muchos sabios como Confucio, por ejemplo, han intentado darnos una respuesta. A mí me gusta un proberbio de este reconocido pensador chino. Seguramente que a Erika también le gusta este proverbio que dice así: "Aprende a vivir bien, y sabrás morir bien". No se trata de resignarnos a morir ante esta pandemia, sino te llamo a la reflexión, querido lector. Todos nosotros poseemos la suficiente inteligencia como para plantearnos ciertas cuestiones acerca de nuestra existencia ahora que esta enfermedad nos ronda.  Ahora, sobre todo, en momentos difíciles, debemos mirarnos en el espejo de nuestras almas y hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué sentido tiene la vida?, ¿Cuál es mi propósito en la vida?, ¿Para qué quiero vivir?

A Erika, le quedo muy agradecida por darme la fuerza para seguir adelante, sobre todo, cuando hay  momentos en que se me quiebra mi fe. No debo permitir que se me rompa en mil pedazos. O lo que es peor que entre la vida y yo exista un cristal que no me permita ver y comprender la vida en toda su magnífica magnitud. Por este motivo, debo seguir haciendo lo que más me gusta: escribir. Así me siento más unida a mi Fe mientras juego con las palabras, cual maravilloso instrumento, que me permiten no sólo descubrirme por dentro, sino que aprendo que la vida, a pesar, de golpearnos con fuerza, es hermosa. Justamente el milagro llamado vida, debe hacernos reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas.  


MARiSOL