martes, 11 de febrero de 2014

El anillo de Ágata


- ¿Te gusta mi regalo, Ágata? - le preguntó su esposo Francisco.
- Sí, claro - respondió ella sin mucho entusiasmo. Otro regalo más ...... para mantenerla contenta. Y es que Àgata sabía que él tenía otras mujeres, sus otras piedras preciosas como Rubí, Esmeralda, Ámbar, etc. 

Sus amantes compartían con él su cuerpo y su dinero desde hacía ya mucho tiempo. ¡Vaya uno a saber cuantas mujeres tenía Francisco! Ella no lo quería saber. Hacía ya tiempo que no dormían juntos. Él tenía su propio dormitorio, ella también. Él llegaba cuando quería. Ella no. Ágata tenía dos guardaespaldas que no sólo la protegían, sino que le informaban a Francisco de todos los pasos que ella daba. Y como ella lo sabía, su vida era ordenada. Se encontraba con sus amigas para jugar a las cartas, para ir de compras, para jugar golf, hacer trabajos de caridad, organizar fiestas. Aparte que era abuela también. Sólo Ágata era un poco feliz cuando Francisco la llevaba de viaje (solían ser siempre espectaculares) o cuando él le regalaba su tiempo y le prestaba atención como ahora ... por ser su cumpleaños. Ágata cumplía 64 años. Francisco era un año mayor que ella.

Ágata callaba porque defendía su "status quo" aunque le doliera la infidelidad de su esposo. Ni siquiera un amante tenía ella. Su vida no era sólo ordenada, sino que un poco aburrida. El dinero puede llegar a hastiar cuando ya nada a uno le satisface. Pero Ágata se había acostumbrado al alto nivel de vida al que él la tenía acostumbrada y además porque sus tres hijos (ya mayores de edad y bien educados: el de 27 era arquitecto, el de 31 era médico pediatra y el de 33 era piloto de avión) adoraban a su padre y ella que los quería más que a su propia vida no quería decepcionarlos. Impensable era de bajar a Fernando de su pedestal ante los ojos de sus queridos hijos y nietos. Sólo el mayor de sus tres hijos estaba casado y tenía dos hijos. Francisco adoraba a sus hijos y a sus nietos, aún más. Los engreía como todo abuelo. Ella también hacía lo mismo. Mientras Francisco les hacía toda clase de regalos, ella les daba mucho amor y jugaba con ellos.

Pues bien, Àgata no es que no se atreviera a divorciarse, sino que  ella se había acostumbrado a vivir así.... era un pacto callado con su esposo. Si bien Ágata sabía que Francisco la quería a su manera, no la quería a ella sola; la compartía con otras, pero a escondidas. Y como Francisco era discreto, Ágata hacía lo que dice el refrán: "Ojos que no ven, corazón que no siente". 

Francisco no sólo se mostraba públicamente con su esposa, sino que a él le agradaba mucho la forma como Ágata se encargaba de organizar reuniones familiares o con amigos en casa. Si bien como anfitriona era perfecta, en la cama ella había resultado un poco sosa.  Así que por este motivo Francisco tenía otras mujeres. Si bien sus amantes eran un bálsamo para su cuerpo; eran el remedio necesario, aunque caro, que necesitaba contra el estrés al cual estaba expuesto en su trabajo desde hacía años.  Francisco, quien había estudiado Economía y Administración de Empresas ayudó a su padre a hacer crecer su imperio. Él le había sugerido a su padre de hacer construir - asesorados por ingenieros y arquitectos - desde casas de lujo hasta grandes edificios y centros comerciales. Y también por su parte, Francisco había creado una cadena de hoteles de lujo repartidos en distintos países. Francisco estaba pensando seriamente en vender un par de empresas, porque si seguía viviendo a ritmo acelerado, ya que viajaba mucho, moriría más joven que su padre, quien había muerto hacía cinco meses atrás de un paro cardíaco a la edad de 80 años.

La conversación siguió ...
- ¿Sabías que la piedra ágata proviene del sur de Sicilia, en Italia? le dijo Francisco a su esposa mientras se cambiaba de ropa. Quería ducharse antes de volver a salir. Esta vez no con ninguna de sus amantes, sino con su esposa. Él se había propuesto sacarla a cenar y luego la llevaría a un club exclusivo para bailar un rato como antes... cuando eran jóvenes y todavía estaban muy enamorados uno del otro. ¿En qué momento se llegó a cansar él de ella? Sacudió la cabeza. No quería ponerse triste.  Y luego Francisco siguió hablando - Se dice que la primera piedra de ágata se encontró en el río Achates, actualmente río Dirillo.
- ¡Ah! No sabía - dijo bostezando Ágata. Ella se había puesto unos zapatos negros muy bonitos, un vestido negro... ella se veía elegante. Era una mujer todavía hermosa. Y mientras ella empezaba a peinarse su rubia melena corta y a maquillarse con esmero, Francisco le dijo:
- Yo también me he comprado un anillo con una ágata pero es oscura. No lo pude resistir.
- Acaso, ¿para que te acuerdes de mí? - le preguntó riéndose de manera irónica Ágata.
- Sí, claro - mintió Francisco. Quería sacarle una sonrisa a su esposa. Y lo consiguió. Ágata no sólo sonrió complacida, sino que lo abrazó. Y mientras se abrazaban Francisco pensó que él sin ella estaba perdido. Sus amantes no le servían en este momento. 

Francisco se estaba dando cuenta que la vida se podía acabar en cualquier momento si seguía él viviendo de manera acelerada.  Le propondría a Ágata, más tarde, mientras cenaban, un viaje. Quería descansar. Francisco se sentía cansado. Quería no sólo recuperar su energía aunque ya no fuera como antes cuando era más joven, sino que quería andar con paso más lento para alargar su vida ... No quería morir como su padre de un paro cardíaco. Y es que en la joyería donde él compró los dos anillos, el dueño de ésta, un elegante marroquí, le dijo que en el Islam las ágatas también son piedras muy preciadas. Según la tradición, un anillo de ágata, por ejemplo, protege a su portador de ciertos percances y le garantiza la longevidad, entre otros beneficios.

Sé por Ágata que tuvo una noche romántica con Francisco.  Ella está feliz de saber que su esposo la necesita. Por el momento están de viaje en su propio yate - con capitán y tripulación incluída -  por El Caribe y, por suerte, no hay amantes que se divisen en el horizonte de la vida de Francisco ... Ágata se ve resplandeciente, rejuvenecida y enamorada. Francisco la está empezando a ver con otros ojos ... con los ojos del amor verdadero.

Marisol 



    
Imágenes sacadas de bing 

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