Orlando cuida de mí desde que lo compré en Catania, Sicilia en el 2007 en una tienda de artesanía. Él no permite que nadie se acerque a mí, sobre todo, cuando la persona tiene malas intenciones. Y para alegría mía Orlando también le ha declarado desde hace un año la guerra a un enemigo invisible...
Mi imaginación me lleva de la mano de Orlando a la Edad Media, época donde se decapitó, envenenó y hasta quemó en la hoguera a muchísimas personas, víctimas de estos diversos y horrendos castigos. Prefiero el siglo XXI aunque estos castigos sigan existiendo. La realidad va de la mano de la fantasía. Sigo fantaseando... Hace un año que mi mayor enemigo, el cáncer, fue tomado prisionero por Orlando y lo entregó a manos de una doctora para que me lo extirparan. Es así como la doctora cirujana se encargó de decapitarlo.
Pero Orlando no satisfecho me llevó varias veces al centro oncológico para asegurarse que mi enemigo no resucitara entre los muertos y se aseguró que lo envenenaran dieciseis veces con la quimioterapia hasta que muriera por completo. Y como Orlando era muy desconfiado me aconsejó que era necesario también achicharrar al cáncer en la hoguera... A ver si con las treinta y seis radiaciones moría este enemigo mío de una vez por todas.
Actualmente, desde hace como tres meses, Orlando se mantiene en estado de alerta en la sala de mi casa desde que empecé con mi tratamiento antihormonal. Él me ha dicho que durante cinco años seguirá a mi lado y más allá de todo resultado bueno o malo. Espero que el resultado sea bueno para ver a Orlando levantar su espada y escudo en señal de triunfo.
Mi imaginación me lleva de la mano de Orlando a la Edad Media, época donde se decapitó, envenenó y hasta quemó en la hoguera a muchísimas personas, víctimas de estos diversos y horrendos castigos. Prefiero el siglo XXI aunque estos castigos sigan existiendo. La realidad va de la mano de la fantasía. Sigo fantaseando... Hace un año que mi mayor enemigo, el cáncer, fue tomado prisionero por Orlando y lo entregó a manos de una doctora para que me lo extirparan. Es así como la doctora cirujana se encargó de decapitarlo.
Pero Orlando no satisfecho me llevó varias veces al centro oncológico para asegurarse que mi enemigo no resucitara entre los muertos y se aseguró que lo envenenaran dieciseis veces con la quimioterapia hasta que muriera por completo. Y como Orlando era muy desconfiado me aconsejó que era necesario también achicharrar al cáncer en la hoguera... A ver si con las treinta y seis radiaciones moría este enemigo mío de una vez por todas.
Actualmente, desde hace como tres meses, Orlando se mantiene en estado de alerta en la sala de mi casa desde que empecé con mi tratamiento antihormonal. Él me ha dicho que durante cinco años seguirá a mi lado y más allá de todo resultado bueno o malo. Espero que el resultado sea bueno para ver a Orlando levantar su espada y escudo en señal de triunfo.
Marisol