sábado, 3 de diciembre de 2016

La cara oculta de la Luna


Todos sabemos que la cara oculta de la Luna es, en realidad, la parte no observable de este astro desde la Tierra ya que sólo miramos siempre la misma cara y no la otra. También sabemos que sólo vemos la misma cara de la Luna ya que ésta rota sobre sí misma mientras gira alrededor de la Tierra. Lo que quiere decir que vemos sólo la misma cara porque su período de rotación es igual al de traslación. Sin embargo, ya se le conoce esa otra cara desde que la sonda soviética Lunik 3 la fotografió el 10 de octubre de 1959 por primera vez. Esta cara está mucho más accidentada que la cara visible. Los científicos dicen que porque este lado de la Luna está expuesto más a la caída de meteoritos. Pero, ¡quién sabe!

Bien, en realidad lo que yo deseo es contarles un pequeño cuento entre la Luna y un faro. Empiezo con un diálogo:
 
- Si bien esta noche tú luces radiantemente hermosa me gustaría saber ¿qué escondes detrás de tu parte oculta? - le preguntó el faro curioso a la luna llena.
- Tu pregunta es demasiado directa y me perturba. Sin embargo, tu piropo sí te lo agradezco - le respond la Luna con voz seria.
- Acaso, ¿no me consideras tu amigo? - le preguntó el faro sorprendido.
- Recién te estoy conociendo. Y si te confío mis secretos me hago tu esclava - contestó la Luna de manera tajante. Ella no estaba dispuesta a hablar más de la cuenta. Se había vuelto desconfiada desde que otro faro la traicionó desde que éste le conociera su otra cara.
- ¿Acaso a un buen amigo no se le cuentan secretos? - le preguntó el faro un tanto contrariado.
- ¿Y quién me garantiza que tú eres un buen amigo? - le contestó la luna con otra pregunta.
El faro la mi aturdido mientras le regalaba su luz y le dijo:
- Tu desconfianza está vestida de mucha soledad. Además, me ofendes.
La luna pensó en ese momento: ¿Y si este faro fuera diferente al otro? 
La duda volaba alrededor de ellos dos.
El faro rompió el silencio y le hizo saber que mientras ella no confíara en él, estaba de más ser amigos. Y terminó diciendo:
- No solamente me pareces infeliz, sino injusta también. No me das ninguna oportunidad para probarte que soy un buen amigo.
- ¿No puedes ser tolerante conmigo? - le preguntó la luna.
- No -respond el faro. ¿Cómo puedo yo ser tolerante contigo cuando tú eres intolerante conmigo y me juzgas de manera equivocada? 
La luna se quedó muda de la sorpresa. Y luego de un buen rato ella le dijo:
- Tienes razón. Dáme tiempo para cambiar mi forma de pensar. ¿Te parece? La decepción sufrida ha sido tan grande que me resulta difícil abrirme hacia ti.
- Muy bien. Le daré una oportunidad a nuestra amistad. Iré a paso lento - le contestó el faro. 
La luna tenía temor de hacerse conocer del todo. pero en la amistad no deben haber secretos.  ¿O acaso, ella se equivocaba?

¿Tú que opinas, querido lector? Yo creo que la Luna debe aprender a no sospechar de una buena y verdadera amistad porque una de las alegrías que nos proporciona ésta es saber en quien confiar, sobre todo cuando hay respeto y cariño de por medio. 

Y, sin embargo como ocurre con la Luna, todos nosotros tenemos una cara oculta, mejor dicho, una cara oscura porque normalmente, la mayoría de nosotros, ofrecemos una buena cara, sobre todo,  en público. Queremos ser lo más agradables posible. Claro, es humano comportarnos así porque, en el fondo, queremos ser aceptados, apreciados, comprendidos por los demás. Pero ese lado brillante suele ser engañoso. Nadie es completamnete perfecto ya que en la vida de todos hay no sólo problemas, sino también carencias, fracasos, errores y hasta arrepentimientos sin dejar de lado un poco de locura o mal genio.

Es por este motivo que el faro debe ser cuidadoso y no ir tan rápido en querer conocer la otra cara de la Luna. ¡Qué sabemos lo que ella esconde detrás de esa cara oscuramente oculta! Aún no sabemos si el faro estará dispuesto a ser su amigo cuando le conozca esa otra cara. Por este motivo la Luna se muestra reservada. Y como, en realidad, yo no la conozco no sé qué secretos ella guardará. Pero la puedo comprender porque yo también guardo los míos propios. Y no te los pienso decir por temor a que me juzgues mal, querido lector. 

Al terminar de escribir estas palabras, la luna llena me sonríe amablemente mientras el faro me mira pensativo. Quizá aún él no ha aprendido a no poner condición alguna en la amistad. O acepta a la Luna del todo, con sus dos caras o la deja de lado. Lo mismo pasa con el amor. Me pregunto si el faro sería capaz de aceptarme a mí también después de alumbrarme con su potente luz el fondo de mi alma ... allí donde viven mis demonios y ángeles no siempre en armonía.


Marisol



1 comentario:

Carmen Diez dijo...

Mis mejores deseos para ti y tu familia, un fuerte abrazo hasta siempre, gracias por compartir!!
http://10coloradoflowerpower.blogspot.com.es/

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