jueves, 19 de febrero de 2015

Deshojando margaritas




¿Me quiere?, ¿No me quiere?, ¿Mucho?, ¿Poquito?, ¿Nada?, ¿Me quiere? .......

Nancy, una chiquilla de 14 años, se puso a deshojar margaritas mientras en voz alta hacía las clásicas preguntas que muchos de nosotros conocemos. Si bien no se sabe con exactitud el orígen de esta costumbre; sin duda la hemos practicado en algún momento de nuestra juventud para tratar de saber si el enamorado(a) nos quería o no. 

Esta flor se usa porque sus pétalos son fáciles de desprender. No siempre el número de sus pétalos son pares o impares, por lo que hace que la respuesta a nuestra pregunta sea siempre un enigma.

Unos dicen que deshojar margaritas fue una costumbre oriental. Se decía que  cuando un enamorado(a) agarraba un pétalo fresco de una margarita y lo introducía en su bolsillo durante 24 horas y luego, al final, el pétalo seguía fresco, entonces, significaba que en los asuntos del amor le iría muy bien. Pero si el pétalo de la margarita se marchitaba, debía buscar otro amor ya que las cosas no presagiaban buen futuro. Esta costumbre pasó a Europa y, sobre todo, a España, Francia y Portugal con la variante de que la margarita se deshojaba y a cada pétalo que se le arrancaba se decía: "Me quiere", "No me quiere", hasta llegar al último pétalo. Pero yo conozco la otra versión ya mencionada al principio de mi cuento. Bien entro en él ...

Nancy no podía creer que del ramo de margaritas que había comprado prácticamente todas las flores tenían un resultado negativo. Esto significaba que Pablo no la quería. ¡No podía ser! Tan rabiosa estaba que agarró la última margarita que quedaba todavía intacta y cuando ya estaba lista para empezar a deshojarla, la flor gritó furiosa:
- ¡Alto! Antes que me arranques mis pétalos como una necia, quiero decirte algo.
Nancy se quedó boquiabierta. Sus manos temblaban.
- ¡Qué desperdicio el haber comprado un hermoso ramo de margaritas de surtidos colores para alegrar no sólo tu dormitorio, sino tu estado de ánimo, en este triste día invernal, y haberlo maltratado de la manera que lo has hecho! ¿Qué sentido tiene haber deshojado pétalo por pétalo a todas mis amigas?
- Yo guardo la esperanza que contigo la respuesta que yo deseo escuchar sea diferente y con tu último pétalo me salga que Pablo sí me quiere - le dijo algo enervada Nancy.
- Sigo pensando que eres una necia - la desafió la margarita de color naranja - ¿No te das cuenta que es sólo un juego que no tiene ningún sentido? Si tanto quieres saber si tu compañero de clase, Pablo, te quiere, habla con él. O espera a que él de el primer paso. No cambia en nada la situación si me deshojas. Más bien, hagamos un trato.
- ¿Qué clase de trato? - preguntó escéptica Nancy.
- Mira,  como margarita represento la inocencia y mi color naranja combina la energía del rojo y la alegría del amarillo. Mi color expresa entusiasmo, creatividad, felicidad, atracción,  determinación,  éxito,  ánimo y estímulo. Pero, lo que yo te propongo es que me dejes viva hasta el fin de semana y si Pablo hasta esa fecha no te ha dicho que quiere ser tu enamorado, me deshojas - dijo la margarita. Su voz sonaba seria.
- Bien - respondió Nancy. Así que ella buscó un vaso y colocó allí a la margarita. La flor pudo observar con tristeza cuando Nancy se puso a barrer a sus amigas. 

******

El fin de semana llegó. El viernes pasó, lo mismo el sábado y el domingo en la tarde Nancy agarró a la margarita naranja y la deshojó pétalo por pétalo. Estóica fue la flor; ni gritó ni lloró. Al final, salió "No me quiere" igual que como con las otras margaritas. Nancy no lo podía creer. El resultado era catastrófico para ella.

Nancy ya estaba por sumirse en una profunda tristeza cuando sonó su celular. Era Pablo para preguntarle si había podido resolver la tarea de Matemáticas y, de paso, para  preguntarle si quería, al día siguiente, después del colegio, tomar juntos chocolate con churros en la cafetería cercana al colegio.

Cuando Nancy colgó tuvo que pensar en lo que la margarita naranja le había dicho. Y mientras veía como afuera nevaba, se dió cuenta que le hubiera gustado tener no sólo a la margarita naranja, sino a todo el ramo de flores en su dormitorio. Si supiera Pablo lo que ella había hecho... ¡Qué vergüenza! ¡Nunca más deshojaría margaritas!

MARiSOL

 



Imagen sacada de Bing

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