jueves, 14 de mayo de 2015

No es lo mismo


 

No es lo mismo ser pesimista que optimista. No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo. No es lo mismo que otros rían conmigo a que otros se rían  de mí. No es lo mismo ser que no ser. No es lo mismo lo que piensen de mí a lo que yo piense de mí mismo. No es lo mismo encontrarme a mí mismo que crearme a mí mismo. No es lo mismo querer ser amo de todo que ser dueño de mí mismo. No es lo mismo buscar un biógrafo a que yo mismo escriba la historia de mi vida. No es lo mismo querer cambiar el mundo a cambiarme primero a mí mismo. No es lo mismo tener dominio absoluto de mí mismo que ser esclavo de mí mismo. No es lo mismo poseer que no poseerme a mí mismo.

Enrique a sus sesenta años se replantea su vida. Se ha dado cuenta que desea cambiar en muchos aspectos. Criticarlo no quiero. Él bien sabe cuáles son sus defectos. Tan malo no es ni yo tampoco ya que sus defectos como los míos van de la mano de nuestras virtudes. Pero, ¿qué pasaría si los separáramos? Pues, dejaríamos de existir. La idea no me entristece (ni a Enrique tampoco) porque cuando nuestros corazones ya no latan más, dejaremos de combatirnos a nosotros mismos. Si bien combatirse a sí mismo es una guerra difícil, quizás la más difícil de todas; el poderse vencer a sí mismo hace nuestra victoria, simplemente, bella. ¡Ay! aunque en nuestro último suspiro "todo nos dé lo mismo" porque ya "nada es lo mismo", nosotros sabemos que ambos términos no significan lo mismo. Sí, pues, no es lo mismo.


MARiSOL




 Imagen sacada de Bing


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