jueves, 14 de enero de 2021

Doña Inseguridad

 

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Todos sabemos que en nuestras vidas nos podemos sentir, en menor o mayor escala, inseguros. Pero, ¿qué pasa en estos momentos? Pues que nadie puede sentirse seguro al cien por ciento. Esta pandemia nos tiene en vilo, nos tiene temblando para bien o para mal desde hace varios meses. 

Doña Inseguridad ha venido para volvernos vulnerables, para hacernos sentir inestables amenazando, de este modo, nuestra autoestima. Esa autoestima que nos ayuda a hacer visible nuestro propio universo mientras tratamos de aceptarnos, de ser auténticos y de ser verdaderos. Pero, en este momento, de nada nos sirve sentirnos valiosos. El que diga que lo que yo digo, es una gran mentira, está engañándose así mismo. Lo único que deseamos es no perder nuestra salud a manos de un bicho intransigentemente mutante.

¡Ay! esta vulnerabilidad nos produce una sensación de malestar, de nerviosismo y hasta de ansiedad. Y es que en los momentos de ansiedad, no vale de nada razonar. Dejamos que otros lo hagan por nosotros. Sea por comodidad, por cobardía o simplemente porque ya no damos más. Y, ¿sabes por qué? Porque a todos los narcisistas  ya no los estimula más sus conductas compesatorias. Han caducado, finalmente, mientras siguen durmiendo no de noche, pero sí de día. Ellos no han despertado o no quieren despertar ante la cruda realidad. Tal vez, porque la realidad es un eterno insatisfecho.

Doña Inseguridad se ha propuesto enfrentarnos ante el espejo de nuestras almas mientras ella nos hace ver la dificultad para escoger entre diferentes opciones para conseguir un objetivo determinado que, lamentablemente, por el momento no existe. Se ha evaporado; ha desaparecido. 

La verdad que la maldita duda constante nos hace ver que lo que hemos hecho o dicho de manera acertada o no, no vale, hoy en día, para nada. Curioso, ¿verdad? Pienso que nos estamos moviendo en aguas movedizas desde que empezó el 2021. Me explico haciéndote esta pregunta: ¿Cómo podemos comenzar algo nuevo con todo el ayer que llevamos a cuestas? ¡Cuánta inseguridad nos rodea, más que nunca!

¡Ay! por más que sepamos que la inseguridad es una reacción emocional que supone una falta de seguridad y de confianza acompañada de malestar y tensión que se presenta en diversas situaciones, normalmente asociada a situaciones de ámbito social y en la toma de decisiones, hoy en día no hay terapia que nos ayude a superar ni nuestros miedos irracionales ni nuestros pensamientos negativos mientras no cambie esta realidad impuesta a la fuerza que sigue existiendo y no desaparece por más que queramos. ¡Qué gran pesadilla!

Doña Inseguridad nos reta no a cambiar la situación en la que nos encontramos viviendo, sino, más bien, a enfrentarnos de cambiar nosotros mismos. Y es que cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar porque el cambio es ley de vida. Indudablemente que no somos las mismas personas que el año pasado, ¿verdad?

¿Quién se atreve a decir que el cambio prepara el camino para la revolución? Y no hablo de una revolución violenta, sino, más bien, pacífica y permanente como el amor, el goce fundamental de la vida. Pero, si bien, Doña Inseguridad me deja hablar todo lo que quiera, ella muy bien sabe lo que nos espera.

Ahora, yo te pregunto a ti, querido lector, ¿sabes  que en una revolución, al igual como en una novela, la parte más difícil es la de inventar el final? Si bien doña Inseguridad se ríe de mí,  yo soy de la opinión que hay que tener fe porque el tiempo no sólo es el mejor autor, sino porque siempre encuentra un final feliz aunque te suene, querido lector, cursi, ridículo o ingenuo. Y, ¿sabes por qué? Porque así bien no creamos en los políticos (hasta ahora no han encontrado una solución perfecta a los problemas del mundo), por lo menos, nosotros con nuestras buenas obras, podemos demostrar nuestra fe no a través de nuestras creencias religiosas, sino del valor  protagónico que ésta les da a nuestras vidas y a la de los demás. Pienso que es la única manera de mantener, aunque sea un poco. a raya a Doña Inseguridad.

 MARiSOL 

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