lunes, 24 de agosto de 2009

¡Caray, qué caradura!

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Mientras Catalina de Cadaqués y Calatrava, condesa de Cádiz, cabalga cadenciosamente bajo calmantes por costas cantábricas con su ex-compañera de colegio, Carola Cúllar de Calmud, la campana de una capilla católica le recuerda a la condesa Catalina que Conrad Clermont de Concarneu-Creusot, conde de Cotentin, está colérico con ella.

Catalina no quiere ser ni cobarde ni calzonuda. Mientras una catarata salada cae de sus ojos color canela, ella contempla el crepúsculo color carmesí. ¡Cuánta congoja carga su cuerpo a cuestas! Catalina ya no quiere ni candelabros de cobre ni collares de camafeo ni cortinas de crepé fino ni cuadros caros ni cama de caoba, sólo cortar de cuajo su relación caótica y compleja con el carismático, pero caprichoso conde de Cotentin.

- Conrad Clermont de Concarneu-Creusot no cambiará - le confiesa Catalina a Carola y continúa - No quiero ni cubrir ni camuflar más sus carcajadas camaleónicas por mis clamores confusos. ¡No más códigos contradictorios por descifrar o comprender ni más colisiones por evitar! El conde de Cotentin, cazador de coquetas concubinas con voz de caramelo y cabellos claros, es cruel conmigo. Compadecerlo no quiero. No hay cañón que me haga callar ni cadenas que aten más a mi cansado corazón. ¡Conseguiré ser nuevamente la capitana de mi carabela!

Al terminar Catalina de decir esto, Carola, cómplice del conjuro, la anima a seguir cabalgando cuesta arriba de una colina. Al subirla, a la condesa Catalina de Cadaquéz y Calatrava le cambia la cara al encontrarse con un camino colmado de claveles, cardos, campanillas, caléndulas y camelias. 

Por primera vez, cree Catalina tener el compás correcto entre sus cálidas manos. Catalina ya no se conforma de compartir a Conrad Clermont de Concarneu - Creusot con otros cuerpos calientes. Cantabria la conquistó y acá, al lado de su compatriota Carola, se quedará hasta curar sus heridas del corazón por completo. Hasta un cambio de casa, de trabajo y hasta de país, no le caería mal. Cádiz la espera contenta.

Catalina no regresará más al castillo "Coeur de caramel" (Corazón de caramelo), ubicado al pie del Canal de la Mancha, en Cotentin, Francia, de propiedad del conocido Conrad Clermont de Concarneu - Creusot, conde de Cotentin. Él, más bien, con su coche de calidad, un cabriolé marca "Cadillac", se irá cachondo a Cannes con Claire Corburg, su nueva compañera de carátula, a cabalgar, pero no como lo hace Catalina con "Candela", su caballo, por campiñas cantábricas ...

¡Carajo! ¡Caray! ¡Caráspita! ¡Caramba! ¡Qué conde más caradura! ¡Y por caridad, Catalina, no se te ocurra regresar con el cretino de Conrad!


Marisol 



He jugado con la letra "C" lo más que he podido en este cuento


 




Imagen sacada de Bing


11 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

jajajajaja...Catalina ha comprendido, en cada contrariedad, que el conde no le conviene. Casándose con él sólo cargará cadenas continuamente. Como confía en su corazón cuando éste le aconseja ser cautelosa, actuará con claridad cuando coteje los pro y los contra.
El conde Clermont carece de constancia, por más de Contentin que sea, es un alcornoque, un caradura y un cruel candidato.
No hay nada como cavilar con equidad, con calma y en querida compañía, concentrándonos en la catástrofe que podríamos haber cometido.
Quita el tiempo las cáscaras de la costumbre y con certeza, la condesa Catalina se reconfortará cuando encuentre otro corazón que le acurruque en su costado, sin caprichos, sin culpas y sin contradicciones. Cabrá entonces la circunstancia de convalidar el amor con conmovedora cuota de cariño bien correspondido.

jajajja...me he divertido mucho con el juego, Marisol!!!

un besito CA...RIÑOSO!

Crepusculario dijo...

Caray con el Conde! quizá si cabe continuación de su cuento o tal vez comentar más despacio la contumacia de los personajes y entre tanto mar Cantábrico poner la cruz en Cornualles y herigir un castillo en la cima de las rocas que compara el conde para su amante comprometiendola de paso a convivir entre las nieblas circundantes tan dadas a los roces ciegos en dedos caprichosos.
Ahora se entiende el poema que contiene su alta mar.
aullidos afectivos

ShaO dijo...

Caramba! Convendríame ir cambiando mi cantinela corriente de cuánto me encantan tus cuentos (jaja pero que no sea hoy que he conseguido hilvanar unas cuántas palabras con c) Impresionante trabajo Marisol y me voy tarareando a Maná...
Cientos de ósculos

Maite dijo...

Caray con el conde, menos mal que Catalina puso tierra y mar por medio, muy lindo el cuento, Marisol.

Voy a tu otro blog, para ver si me deja seguirte, como una pluma estilográfica, nombre, María Teresa, y así tenerte en mis blogs que sigo asiduamente, voy a ver si puede ser.

un abrazo en una tarde muy calurosa.

Maite

Loli Martinez dijo...

Hola Marisol ,cierto es todo lo que cuentas y este cuento camina hacia una creatividad correcta.Me gusto tu cuento , felicidades .
Un beso .

Tony Amesty dijo...

Un relato encantador, real como la vida misma...¿no?.

Un abrazo

HUMO dijo...

Juega con las letras que quieras , mientras escribas estos maravillosos cuentos!!!!


abrazos !

=) HUMO

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Hubiera jurado que dejé aquí un comentario!...había jugado también con la letra "c"...pero ya no está!
Bueno, que valga la intención y el tiempo que me llevó escribirlo! jejej
Saludos!

Unknown dijo...

muy bueno! hermoso!

amor que soy dijo...

¿ves lo que te decía? aparte del nombre de cecilia en todo el cuento creo no usas ni una sola vez la c antes de e o de i, por eso te digo que lo suyo sería jugar con fonemas en vez de con letras, en el fonema 'k' incluyes ca, que, qui, co, cu, etc., en el fonema z za, ce, ci, zo, zu

en el fonema 'y' palabras con y y con ll, etc.

¿cómo lo ves?

un beso, osa berlino-peruana

Marisol Cragg de Mark dijo...
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