viernes, 18 de abril de 2014

Amor ausente


Mis manos me miran y me preguntan: ¿En qué esquina del mundo se quedó conversando el Amor con el Tiempo? Las dos al unísono también me preguntan  si será cierto que ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama de verdad. No sé que contestar. Mientras mis manos me siguen mirando yo hago nacer dos personajes: Paola y Juan. Ella ya no sabe cuándo fué la última vez que lo vió alejarse de su vida. Hace ya muchos años que se dejaron de ver. Más de treinta años donde el amor persevera a pesar de hacer vidas diferentes. ¿Será posible? ¿O son solamente imaginaciones mías? 

Paola mueve su cabeza de un lado a otro. Ella no puede creer tanta incredulidad mía. Lo mismo hace Juan. Mientras mis manos tiemblan, Paola y Juan me miran serios. Ellos saben más del amor que yo. ¿Cómo estos personajes inventados por mí me pueden dar miedo? Mientras Paola me pone el espejo delante para que me vea por dentro, Juan me observa en silencio esperando a que yo termine por darles la razón. Soy terca. No quiero. Esta clase de amor será romántica pero no lleva a ninguna parte mientras no haya un final feliz. Y éste suele darse más en las películas que en la vida real. Yo no creo en los "Happy End".

- No le pongas límites al amor - me dice Paola mientras Juan le da la razón y luego él agrega diciendo: 
- No hay cosa más fuerte que el verdadero amor. El tiempo no es nada cuando se ama de verdad. Yo no digo nada. Sólo me los quedo mirando incrédula. 
- El amor verdadero hace milagros porque él ya, de por sí, es un milagro - me comenta Paola. Juan sonríe. Él sabe que Paola tiene razón.

Yo me pregunto si ha sido un error haber inventado a estos dos personajes porque mi memoria no quiere recordar. Pienso que todo milagro no puede quedarse sólo en palabras, es necesario probarlo. Sólo así podré darle crédito al amor verdadero .... a ese amor ausente que reclama, desde tiempos inmemorables, un espacio en mi corazón y yo con cólera trato de ahuyentarlo, una y otra vez, para que no me lo rompa del todo. 

Mientras yo no quiero quedarme sin más palabras para seguir escribiendo como siempre: "Érase una vez...", me miro en silencio mis manos.

 MARISOL


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