jueves, 21 de enero de 2016

Probando la amistad



"De mi lista de amistades, ¿cuántas de ellas se han alejado de mi lado o yo de ellas? ¡Uf! Son muchas." Así estaba pensando Magdalena cuando despertó. Había soñado que se encontraba en la casa de sus padres - donde vivió su niñez y parte de su juventud - y que dentro de ésta se encontraban reunidos amigos y amigas de la infancia, de su juventud y esas otras amistades hechas ya como mujer adulta. ¿Qué sería de la vida de todos ellos? Por un momento Magdalena sintió tristeza al recordar los buenos momentos compartidos con todos ellos. Pero, ¿por qué la amistad se echó a perder con muchos de ellos? Simplemente porque con unos la confidencia la corrompió, con otros porque el mucho contacto la consumió, o porque el silencio de la desconfianza la maltrató. En fin, y por tantos otros motivos más... Acaso, ¿no sería porque cuando hay demasiada felicidad de una parte y desgracia por la otra la amistad se echa a perder? Magdalena suspiró. Ella había aprendido - con el pasar del tiempo - que la verdadera amistad no tiene un valor de supervivencia, sino que ésta es una de las cosas más bellas que existen porque le da valor a la supervivencia. ¿Y sabes por qué, querido lector? porque la amistad vale casi tanto como la propia familia. Sobre todo, porque la verdadera amistad te impide caer a abismo ... a ese abismo que mira dentro de ti. Bien, a decir verdad, no quiero caer en el abismo del desengaño, pero he de agregar que ilusa no soy. Más bien, soy de la opinión que la verdadera amistad es como una obra maestra porque guarda en su corazón una igualdad armoniosa que no depende ni del espacio ni del tiempo mientras el parentesco sin sangre se hace presente y me sonríe de manera benevolente. Quizás porque en realidad es que no hay amigos, sino sólo momentos de amistad. Espero tú, querido lector, me entiendas lo que quiero decir. Y así hayamos cambiado, sólo el respeto conserva la amistad mientras nos perdonamos los pequeños defectos. ¿Qué sería de mí si no existiera la amistad? No podría ser feliz. Sin bondad, complicidad y mutua ternura la amistad dejaría de ser un acuerdo perfecto entre la vida y yo. He aprendido a mostrar mi amistad a la gente que la valora porque ellos son mi patria. ¿Y sabes por qué, querido lector? porque yo no he nacido en un rinconcito, sino que mi patria es el mundo entero ... allí donde todas mis amistades viven ahora y siempre hasta el final de mis días aunque hayamos cambiado y sigamos cambiando. Lo principal es que seamos un solo corazón que habita en dos almas gemelas o no, pero que nos conduce, al fin y al cabo, al amor ... allí donde no existen fronteras cuando de verdad se quiere, probando la amistad no con palabras, sino con hechos aunque las distancias nos separen. 

MARiSOL









Imagen sacada de Bing

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