jueves, 28 de enero de 2016

Sembrando recuerdos



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"Me he sembrado recuerdos en el alma. 
Y no sé a dónde ir con ellos.
El viento me lleva siempre en una sola dirección...
hacia ti, querido ausente"

Rocío estaba escribiendo un poema en su mente mientras conducía por un camino que la llevaba quién sabe a dónde... A ella le gustaba escribir poemas de amor desde hacía dos años. Era una forma de sentirse viva para no enloquecer. O, acaso ¿ya lo estaba?  No buscaba ni fama ni fortuna, sólo paz en el alma... La muerte de Gustavo la había dejado destrozada. Tenía una cicatriz sin cerrar desde hacía más de dos años. Rocío le escribía a él, a su gran amor, al que partió para siempre sin su permiso.

Pues bien, este poema fué el último de Rocío porque su muerte fué instantánea. No hubo testigos para contar lo que realmente sucedió. La policía la encontró en un auto empotrado contra un árbol, al pie de un terreno de cultivo usado para sembrar trigo. Casualmente fué el mismo lugar donde Gustavo había perdido el control sobre su auto por querer esquivar a un zorro y se había estrellado contra el mismo árbol muriendo de manera instantánea; lo mismo pasó con Rocío. ¿Tuvo ella que esquivar también a un zorro? No sé sabe; quizás lo que ella hizo fue llegar de la manera más rápida donde su amado porque quería reunirse con él para siempre.
 
Pero, ¿qué había pasado realmente? Pues que Rocío se había escapado unas horas atrás de un sanatorio para enfermos mentales. Se había robado el auto de una buena amiga que la había ido a visitar. En un descuido en que Irma, su amiga, se había ido al baño, porque se sentía mal del estómago, Rocío le robó las llaves del auto, su  abrigo, sombrero y sus anteojos negros. Salió del sanatorio sin llamar la atención. Ya afuera encontró sin dificultad el auto de su amiga. Lo conocía bien. Y como Rocío sabía manejar, no tuvo problemas para salir rápidamente del aparcamiento del sanatorio.

La gente del lugar cuenta que desde hace dos meses, después del trágico accidente de Rocío, más de una vez se ha visto de madrugada a una mujer de pelo largo y desnuda caminando por sus sembríos recitando en voz alta poemas de amor. En otras oportunidades, se han escuchado también de madrugada risas de un hombre y una mujer que corren alegremente por el campo y juegan a las escondidas.

Yo, hoy en la madrugada de hoy día, mientras regresaba de viaje en auto de otra ciudad que queda de la mía como a 60 kms., al hacer una pausa cerca del mismo árbol y del sembrío porque tenía muchas ganas de orinar, escuché las voces de una mujer y un hombre que se hacían juramentos de amor hasta la eternidad. Miedo no sentí, más bien, una gran alegría me invadió porque supe que mi amiga Rocío había, por fin,  dejado de sufrir al haberse reencontrado con su gran amor. Pero, ¡qué experiencia más bonita la que yo hecho! porque me doy cuenta que Gustavo ha dejado de ser no sólo un recuerdo para Rocío, sino también su gran ausente.
 
Y yo aquí, al contarte esta historia, querido lector, me encuentro sembrando hermosos recuerdos de ellos dos.




MARiSOL

 






Imagen sacada de Bing

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