sábado, 2 de mayo de 2015

La llave oxidada

 

¿Qué más se le puede pedir a la vida cuando se ha llegado a la cima más alta del éxito? Si bien Ernesto tiene, entre sus manos, la llave del éxito (él sabe que para conseguir éste no hay que ni temerle al fracaso ni dejar de tomar con prontitud decisiones de riesgo), él, hasta el día de hoy, no ha encontrado la llave que le ayude a abrir la puerta hacia la felicidad. 

Si bien Ernesto es millonario, él sabe muy bien que la felicidad no la puede comprar. Algo que él ha aprendido, a través del tiempo, es que se pueden comprar inmuebles, hacer negocios lucrativos de todo tipo (sean legales o ilegales), coleccionar autos y relojes, tener casas y departamentos en distintos países, viajar mucho sea por trabajo o por placer, conocer casi todo el mundo, pero la felicidad quedará siempre inalcanzable a su bolsillo, si no cuenta con lo más elemental ... 

¿No será que Ernesto espera una felicidad demasiado grande? ¿Será que Ernesto es demasiado codicioso? No, ni lo uno ni lo otro. Demás está hacerle saber a Ernesto que quien cambia felicidad por dinero, no podrá nunca cambiar dinero por felicidad. Si bien es muy bueno tener dinero y poder comprar cosas con dinero, también es muy bueno tener las cosas que Don Dinero no puede comprar.

Bien, sobre la vida privada de Ernesto sé poco. Lo único que sé es que él está divorciado y tiene tres hijos de dos mujeres. Amantes, muchas ha tenido y sigue teniendo. La mayoría de ellas lo ha admirado y sigue admirando por su dinero. ¿Y si Ernesto fuera pobre, la mayoría se fijaría en él? Él sabe bien que la respuesta sería negativa. 

Pues bien, hoy día la felicidad se subió a su avión privado. Si bien ella viajó de incógnito para la tripulación, Ernesto la podía ver. Ella, quien viajaba a su lado, le preguntó:
- ¿No será que tú te estás perdiendo de las pequeñas alegrías? 
Ernesto sabe que aquí no radica el problema. Él sabe que hay algo indispensable que necesita para ser feliz del todo y es que a él le gustaría no sólo poder dormir mejor, sino que le gustaría no tomar más antidepresivos y le gustaría también bajar de peso.Tiene mucha barriga.

La felicidad lo miró con ojos benevolentes. Y es que Ernesto se ha convertido tanto en esclavo de su trabajo que, por este motivo, ha descuidado mucho su salud. Él se engañó pensando que a punta de mucho café y pastillas estimulantes podía seguir trabajando .... se equivocó. Sin salud no hay felicidad por más dinero que uno tenga. Aunque parezca mentira la felicidad radica no en lo mucho que uno posea, sino en la salud no sólo física, sino también espiritual que uno tenga.

Si bien la felicidad no tiene intenciones ni de retar ni de criticar a Ernesto, sí le preguntó, más bien, si el problema de él radica en su adicción al trabajo. Ernesto reconoció que tiene un problema de salud y es debido a la soledad que él siente. Además, el tener mucho dinero lo ha vuelto desconfiado. Amigos, tiene muy pocos. Por este motivo, él trabaja mucho para olvidarse de la otra cara de la medalla de la vida.

La felicidad, antes de quedarse dormida dentro del pecho de Ernesto, le entregó una caja pequeña.  Al abrirla, él encontró una llave oxidada y una nota que decía: "Si no te amas de manera sana no podrás abrir la puerta de la felicidad. No permitas que este mensaje se oxide, dentro de ti, como esta llave. Yo creo en ti."

Ernesto reconoció que si tomaba en serio este mensaje (estaba todavía a tiempo de no pagar un precio demasiado alto por su salud), éste sería su mejor éxito.


MARiSOL



Aquí dejo esta simpática canción que no tiene nada que ver con mi cuento, pero que habla sobre una llave ...

Imagen sacada de Bing

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