domingo, 23 de agosto de 2015

Pensamientos fugitivos

 

Desde mi ventana veo como mis malos pensamientos se alejan de mí. Se han tomado un par de días de vacaciones. Mejor así, para no pensar. Tal vez no deba decirte, querido lector, todo lo que pienso. Pues, son malos pensamientos los que se han ido de paseo.  

Si bien hoy día no quiero actúar como pienso ni tampoco quiero pensar como actúo, no debo olvidarme que mis pensamientos son el resultado de lo que soy. Pero, ¿qué soy? Pues, la dueña de mis propios pensamientos (buenos y malos). ¡Qué difícil es pensar!, ¿verdad? Es el trabajo más difícil que existe, creo yo. ¿Será éste el motivo por el cual no todos queremos practicarlo? Por lo menos, hoy quedo liberada de mis (malos) pensamientos. Hoy día tendré, pues, la excusa de poderme equivocar en juzgar o al hablar. Nadie podrá criticarme de lo que yo diga. ¡Ja!

Es así como Ruth mientras veía como sus pensamientos corrían despreocupadamente cuesta abajo de la calle, los escuchó gritar alegremente:
- La tonta de Ruth no sabe que no regresaremos más a ella. ¡Jajajaja! La hemos burlado. Nos hemos escapado. Y ella no nos podrá atrapar nunca más. ¡Jajajaja! Queremos vivir en el cerebro de otra persona, sobre todo, que no sea transparente como ella.
Al escuchar Ruth a sus propios pensamientos decir estas palabras, entró ella en estado de pánico. ¡No puede ser! ¿Cómo qué me abandonan?
Y mientras ella lloraba desconsoladamente, su corazón le dijo:
- Tranquila mi amiga, deja que esos pensamientos tuyos se alejen de ti porque sólo los grandes pensamientos nacen con el corazón. Y el mío está a tu disposición. Ház uso de ellos. 
- Pero, ¿cómo? - gritó Ruth adolorida.
- No temas, amiga. Quiero que sepas que existen pensamientos que son como plegarias. Y tú me estás pidiendo, en este momento,  que te ayude, ¿no es cierto?
- ¡Sí, por favor! - dijo Ruth temerosa de perder lo más importante que ella tiene: sus pensamientos mientras ella se ponía de rodillas ante su corazón. 
El corazón mirándola benevolente le dijo con suave voz que, a partir de ahora, ella debe pensar más con su inteligenica emocional. Y mientras sus palabras se van moviendo dentro de su corazón, le hacen saber que éstas ni son un fenómeno irreal ni una metáfora porque el centro de la inteligencia se encuentra ubicado en el corazón y no en el cerebro, por si no lo sabes, querido lector.
Ruth sonrió agradecida de no haberse quedado huérfana de pensamientos, porque su corazón enamorará a su cerebro para producir sólo buenos pensamientos.

Como verás, querido lector, el frío intelecto de Ruth no ha ganado la batalla porque se hayan fugado sus malos pensamientos, sino porque la inteligencia del corazón  es la que le ha hecho ver a nuestra amiga que no tiene motivos para quedarse triste. 

¡Afuera, los malos pensamientos! 
¡Qué vivan los buenos pensamientos!

MARiSOL








Imagen sacada de Bing





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