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sábado, 26 de julio de 2025

¡¿Maldita Incertidumbre?!

 


Hace un par de días atrás estando en una cafetería escuché una conversación entre dos señoras alemanas que se encontraban también sentadas cerca a mi mesa donde yo estaba sola tomándome un café. Fue inevitable no hacer oídos sordos porque el tema me interesaba ya que una de ellas se quejaba repitiendo cada dos por tres la palabra "incertidumbre".  Para ser sincera yo tuve ganas de meterme en esa conversación pero me frené y decidí seguir escuchándolas, sobre todo, a la más quejosa, quien, a decir verdad,  no me inspiraba lástima, sino, más bien, ¿rabia? Pienso que, más bien, era impaciencia. Dentro mío pensaba por qué no se calla y cambia de tema para disfrutar de mi café y del buen tiempo ya que estábamos sentadas al aire libre mientras yo observaba a la gente que caminaba en la calle bastante transitada no sólo por peatones, sino también por autos, autobuses, ambulancias y autos de policía. 

Pues bien, después de tragarme la letanía de esta señora quejosa que era, por cierto, bastante larga, finalmente entendí por qué no paraba de hablar. Era casi un monólogo, porque su amiga apenas abría la boca. Contó que tenía cáncer (a qué no sé) y el médico le había dicho que podría vivir de cinco a diez años como máximo. 

Lo único que sé que la inteligencia de toda persona se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar. Si bien sé que la incertidumbre genera ansiedad, miedo, estrés y desasosiego, algo que he aprendido es que también la incertidumbre es una gran oportunidad para  reflexionar sobre nuestra propia existencia humana, sobre el sentido de la vida en este mundo tan incierto como en el actual en el que nos encontramos viviendo.

Me provocó decirle a esta señora quejosa que si ella no tuviera cáncer seguramente no estaría enfrentándose a esa situación impredecible, pero sí a otra. Es su mente la que busca respuestas para sentir que puede controlar lo que le está ocurriendo, pero no se puede controlar todo. Hay que saber aceptar que la vida es un cambio constante. Ella debería tratar de tener una actitud más positiva y saber afrontar sus miedos e inseguridades como lo hice yo, ya hace tiempo atrás, cuando pasé, después de ser operada, por quimioterapia durante seis meses y tres meses por radioterapia y hasta Octubre del año pasado, durante diez años, estuve en tratamiento. Fueron diez años donde estuve tomando un medicamento antiestrógeno que ayuda a prevenir ciertos tipos de cáncer a la mama. Este remedio impide que el estrógeno estimule el crecimiento de las células cancerosas. Y desde que no lo tomo, quién sabe si mi cáncer regrese y con más fuerza. 

A decir verdad, la incertidumbre nos desafía, nos provoca a pensar en algo que debemos reflexionar en ese momento. Sin lugar a dudas, la incertidumbre es el trampolín hacia un pensamiento mayor. Para mí sería que en lugar de sucumbir ante el miedo y la ansiedad ante lo desconocido, lo mejor es aprender a adaptarnos a la nueva situación con mayor calma como lo hice en su momento. No fue una etapa fácil de llevar, pero la superé con creces porque mantuve una actitud positiva. Y cuando me refiero a ésta es porque me refiero a tener una disposición mental de abordar la vida con  optimismo y esperanza. Me enfoqué en todo lo bueno que la vida me brindaba y que hasta ahora me brinda. 

Si bien es cierto que tanto a ti, querido lector, como a mí queremos sentirnos seguros y tener bajo control nuestras vidas, lo cierto es que la incertidumbre nos rodea desde que nacemos ya que gran parte de lo que nos espera en la vida es incierto. Si bien la incertidumbre es una parte natural e inevitable de la vida, no debemos permitir que ella nos atrape porque no sólo nos agota emocionalmente, sino porque terminamos pensando sólo en lo qué pasaría si, por ejemplo, me muero antes que tú, querido lector, o viceversa. La lista sería interminable de todas las supuestas cosas que nos podrían pasar. Lo cierto es que si bien hay personas que pueden lidiar mejor que otras ante la incertidumbre, también es cierto que todo tiene un límite. Quizá porque el juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida. 

- ¡Esta señora me tiene harta! - alzó la voz la Incertidumbre mientras se acercaba a mi mesa. Sólo yo la podía ver y escuchar. Y aregó diciendo - Nada es constante, todo cambia y aunque ella se empeñe en tener todo bajo control, ¡nunca podrá vencerme! Esta señora se encuentra en una situación privilegiada. Hay otras personas que, por ejemplo, le hacen frente al día a día para poder alimentar a sus familias o no tienen dinero para cubrir un tratamiento contra el cáncer o se encuentran en zonas de guerra sin poder salvar sus vidas. Esta señora está bien, dentro de todo. ¡Qué más quiere! Su pronóstico de vida es bueno. De pronto, hasta vive más tiempo, pero no lo creo porque ella, en lugar de quejarse, debería dejar de fumar. 

¡Pues sí! La Incertidumbre dió en el clavo. El motivo de mi irritación era que esta señora mientras se quejaba sostenía enntre sus dedos un cigarrillo a vapor. Si tanto le gusta fumar, pues que disfrute de sus días que le quedan de vida sin tener que usar a su amiga como basurero para vomitar sus pesares. A este tipo de personas es mejor mantenerlas a raya porque son personas que restan en lugar de sumar. ¿No crees, querido lector?  

Te cuento, querido lector, que la Incertidumbre se sentó a mi mesa porque se sentía entendida por mí. O mejor dicho, yo había aprendido la lección que ella, en su momento, me la había dado y yo como buena alumna la había aprendido como, por ejemplo, a no desafiarla y a no enfrentarme a ella. Aprendí a aceptarla y a sentirla, pero en lugar de dedicarme a esfuerzos inútiles para controlar lo incontrolable o inevitable, aprendí a experimentar la incomodidad de la incertidumbre como parte de la vida. Nadie es adivino ni nadie sabe lo que realmente nos va a pasar en una hora, mañana o en un año ya que la vida es aleatoria e impredecible. 

En lugar de intentar predecir lo que podría suceder, mejor es concentrarse en lo que nos está sucediendo en este momento. ¿Y sabes por qué, querido lector? Pues, porque la experiencia (aquella que nunca es un fracaso, sino la que siempre viene a demostrar algo) no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede porque lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece, tarde o temprano. 

MARiSOL 

martes, 12 de noviembre de 2024

Los amigos son como la sangre

 

¿Será cierto que la única verdad es la realidad que nos rodea? Quizá sea más cierto que la realidad no es lo mismo que la verdad y la realidad sea sólo un conjunto de detalles que concibe sin piedad el mundo de distintas maneras en su gratuita desnudez... esa desnudez que sin filtros deja huellas, sobre todo, en los corazones que no se sienten de verdad perdidos. Y aunque se pierdan inexorablamente y no se encuentren jamás a sí mismos nunca se toparán con la propia realidad... esa realidad que es parte de ese rotundo despertar vestido de un montón de goteras porque éstas simbolizan el fluir de las emociones de tu alma, querido lector. ¿Y sabes  por qué? Porque en la mayoría de las religiones como en las culturas ancestrales, el agua tiene el significado de purificación, renovación liberación, fertilidad y abundancia.

¿Será cierto que el agua es respetada en todas las culturas por su capacidad de curar, purificar y brindar conocimiento espiritual? Sí, es cierto, pero si sólo el agua tiene forma de un arroyo, océano o lago tranquilo. Pero, ¿qué pasa cuando de las goteras en lugar de agua cae mucha sangre? Entonces, sólo queda decir que las lágrimas son la sangre del alma que nos pide a gritos reconquitar nuestra libertad para liberarnos de tanto desamor... esa maldita ausencia de amor que sólo nos castiga y no nos premia. Pienso no sólo en las terribles guerras y diversas catástrofes naturales que sacuden al mundo...

¡Ay! Entre consejos y reproches entre unos y otros, la memoria del pueblo valenciano nunca olvidará que aunque un silencio abrumador y ensordeceder quiera desmenuzar en mil pedazos la paz no sólo de miles, sino hasta de millones de españoles, ahora más que nunca se hacen presentes los amigos porque ellos son como la sangre porque cuando se está herido, como lo está Valencia hoy en día,  acuden sin que se los llame. Y es que los verdaderos amigos son aquellos que no sólo compadecen, sino quienes socorren al más necesitado.

Si algo he aprendido en esta vida es que la piedad es mucho más inteligente que el odio y la indiferencia, y que la misericordia es preferible aún a la misma justicia.  Y nunca pongas en duda, querido lector, que un verdadero amigo no es sólo aquella mano que despeina tus tristezas, sino ten presente que, al fin y al cabo, un amigo es una imagen que tienes de ti mismo. 

Hermoso es comprobar que Valencia cuenta con muchos y buenos amigos porque los amigos ciertos son los probados en hechos y no sólo en palabras.   Y es que si bien, por un lado, las palabras son la configuración acústica de las ideas y si son buenas, ¡qué mejor!, también lamentablemente, por otro lado, existen aquellas palabras que no sólo son como las hojas que abundan pero poco fruto hay entre ellas, como también hay palabras que suben como el humo y otras que caen como la lluvia. Pues aquí tengo que pensar no sólo en el antipático y arrogante de Sánchez, sino en muchos otros políticos que oprimen a sus pueblos porque el amor desapareció de su vocabulario, quizá porque no cuentan con verdaderos amigos que les canten sus verdades sea por miedo o por oportunismo y sean otros los que lo hagan y los terminen callando. 

Bien, finalmente sólo me queda decirte en nombre de los lindos recuerdos que guardo de ti, Valencia, que sigo orando por ti en estos momentos tan difíciles. Me reconforta ver desde lejos (a través del internet) que si bien el gobierno español no te está ayudando como debería ser, es maravilloso ver como tanta gente de todas partes de España como algunas ayudas venidas del extranjero se han movilizado y siguen acudiendo en tu ayuda y te apoyan en todo lo que pueden porque la sangre que corre por sus venas es la misma que corre por la tuya, querido lector. ¿Y sabes por qué? Porque todos estamos interconectados, porque lo que le ha pasado a Valencia, te puede pasar a ti como a mí también.  Es así que, por este motivo,  usemos nuestras diversas plataformas como correo electrónico, redes sociales, mensajería instantánea y videollamadas para estar comunicados unos a otros para ayudarnos y no sólo destruirnos porque sólo relacionándonos con respeto podemos eliminar nuestras barreras geográficas, culturales, religiosas y políticas para ayudar a que las generaciones futuras construyan un mundo mejor, sino que ahora, tus amigos, sobre todo, la gente joven siga dándote la mano para sacarte adelante, Valencia de mis recuerdos.

 MARiSOL

 

jueves, 6 de abril de 2017

El espacio y yo




Normalmente solemos prestar atención a las cosas que se encuentran dentro de un espacio, esas cosas que lo ocupan, pero ¿por qué son pocos los que le prestan atención al espacio mismo? Muchos piensan que el espacio es sólo nada porque está vacío.
- ¡Noooooo! - gritó excitado el espacio - Nada más lejos de la verdad. Si dejas de percibirme sólo con tu ojos externos, no podrás verme en toda su verdadera dimensión.
Perpleja quedé. Casi sin voz y en un susurro le pregunté al espacio si él tiene cierta cualidad misteriosa.
Su respuesta no se dejó de escuchar. Retumbó en mi oídos:
- Sí, si tú sólo me percibes con tus sentidos, yo me convierto en un mero objeto de conocimiento. No me mires sólo con tus ojos, como cualquier científico, sino con el corazón.
- ¡No te entiendo del todo! - exclamé un tanto irritada. 
- No me conviertas en algo - me dijo seriamente el espacio. Mira,  ¿por qué, más bien, no me ves con otros ojos?
- Cuando te escucho siento que estoy ciega - le hice saber frustrada de mi ignorancia emocional. ¿De qué diablos me habla el espacio?
- En realidad yo no tengo existencia alguna, pero permito que lo demás si exista dentro de mí - me dijo el espacio. A continuación me hizo saber que normalmente los seres humanos cuando entramos a una habitación nos percatamos de lo que hay en ella como de sus muebles, paredes y ventanas, por ejemplo.
- Pues así yo entiendo el espacio - le respondí.
El espacio se rió graciosamente y luego me dijo que estoy equivocada. Debería aprender a verlo a él, al espacio, de otra manera. Mejor dicho, de sentirlo porque él es un portal que me puede llevar a otra dimensión. Cada centímetro suyo es un milagro vestido de silencio ya que ambos provienen de la nada ... esa nada que no debe producir miedo porque éste distorsiona la visión real del mundo.
- ¿Será porque porque yo  no soy del mundo y sólo estoy en él sin poderlo entender? - le pregunté tímidamente.
El espacio me miró largamente. Si bien yo estoy todavía lejos de llegar al Portal, sí me encuentro en el camino. En ese camino el espacio no es algo, es más bien la expresión de aquello que no está manifestado sólo en palabras o en una simple teoría, el espacio es aquello que vive dentro de ti porque no es extenso sino profundo como el universo mismo.
¿No será que el mundo en el que vivimos, ese gran espacio, no es que sea importante en sí, sino su trascendencia ... aquélla que está vinculada a atravesar algún tipo de límite entre lo físico y lo simbólico?
Comienzo a entender un poco más aunque miedo y resistencia ponga yo de mi parte. Mientras mi nacimiento y muerte son terrenales, algún día accederé a mi propia inmortalidad ... allí donde el espacio se abre espacio entre mi  alma y esa energía llamada Dios.

MARiSOL





Imagen sacada de Bing

lunes, 11 de julio de 2016

Pero, ¡qué miedo!


 Bildergebnis für miedo

La verdad que nunca he creído que en sus buenos tiempos el miedo se casara por amor. El miedo mirándome de frente me hizo saber que más bien él desaparece con el amor aunque éste último nos dé miedo y es porque el amor es como una llave bellamente repujada que nos abre las puertas no sólo de la felicidad, sino también de los celos, de la rabia, de la desconfianza, del odio y "last but not least" nos abre también la puerta del miedo, algunas veces, de manera irracional. 

- ¿No será, que en el fondo, nosotros más que temerle al amor, le tenemos miedo a la soledad y por este motivo nos emparejamos, algunas veces, de manera dispareja? - le pregunté al miedo ... a ése que vive dentro mío.

El miedo me hizo saber que nunca intente negociar con él, pero que, en todo caso, nunca tema de negociar o hacer compromisos con mi pareja porque muchas parejas fracasan en el intento, sobre todo, cuando no sólo vamos tras sueños imposibles de cumplir, sino cuando nuestro corazón está lleno de miedo porque está vacío de esperanza. Además, el miedo mirándome seriamente me dijo que esto de tener miedo, en el fondo, algunas veces, no tiene nada que ver con la realidad porque el miedo es algo interior y muchas veces no se trata de un miedo real, sino neurótico. Lo importante es conquistar al miedo porque el miedo a todo peligro real o imaginario es mucho más terrible que al peligro en sí. La verdad que ya ni sé a qué le temo. 

- ¿No será que la vida ya no es tan fiera como la pintan? - le pregunté al miedo. Y mientras el miedo ya está aburrrido de conversar conmigo, la vida con voz sonora se entrometió haciéndonos saber que mejor es morir de una vez por todas a tener que vivir sintiendo miedo de por vida. Yo mordiéndome la lengua pienso que muchos les tememos más a la muerte que a la propia vida. Pero la muerte, que escuchó nuestra conversación, molesta nos dijo a todos que no es ella el problema, sino el miedo (irracional o no) que sentimos ante ella

- ¿Y qué pasa con todas aquellas personas que no creen en nada, pero que tienen miedo de todo? - le pregunté al miedo.

El miedo bostezando me respondió que nada en la vida debe ser temido, sino, más bien, comprendido.

No sé, querido lector, si me has comprendido, pero tú debes saber que no debes sentir miedo de mis palabras al menos que éstas no sean las que te paralicen, sino el miedo que te habita.  


MARiSOL




Miedo
Pablo Alborán
Empiezo a notar que te tengo,
empiezo asustarme de nuevo,
sin embargo lo guardo en silencio
y a dejar que pase el tiempo.

Empiezo a creer que te quiero
y empiezo a soñar con tus besos
sin embargo no voy a decirlo
hasta que tu sientas lo mismo.

Porque tengo miedo, miedo de quererte
y que no quieras volver a verme

Por eso dime que me quieres,
o dime que ya no lo sientes
que ya no corre por tus venas ese calor que siento al verte
no lo intentes se que me mientes..

Empiezo a soñar que te pierdo ,
empiezo ya a echarte de menos
a caso te miento no es cierto
que se esta apagando lo nuestro ,
para negar que es mentira ,
que soy el único en tu vida
te sigo notando perdida…

No me digas que me quieres
ya no me importa lo que sientes
que aquel amor que me abrazaba
ya no quema solo escuece,
no lo intentes
se que me mientes…
Ya no me digas que me quieres ,
ya no me importa lo que sientes…


 

miércoles, 19 de marzo de 2014

El faro y la ola gigante

- Nunca le he tenido miedo ni a las olas chicas ni a las olas grandes - dijo para sí el faro en voz alta mientras gaviotas volaban cerca de él. Al escucharle decir esta frase, las gaviotas le contaron a una ola gigante que reventaba con fuerza delante del faro lo que él había dicho hacía un ratito atrás.

La ola gigante molesta que el faro no sintiera miedo ante su bravura gritó diciendo:


- ¡Ey, tú, viejo faro!  ¿Por qué no me temes? ¿Acaso estás ciego para no ver lo poderosa que soy? Soy casi tan grande como tú. Y si me da la gana puedo llegar a ser más grande que tú.
- Pues, bien por ti. ¡Mira! yo no tengo nada que perder - le respondió el faro con voz cansada.
La ola se quedó desconcertada con la respuesta del faro. No tenía ninguna gracia meterle miedo a un faro viejo y cansado. Pero con tono altanero le preguntó al faro el por qué no tenía nada qué perder. No entendía su respuesta.
- Es muy sencillo - respondió el faro muy tranquilamente. Desde que ya no estoy más en funcionamiento me he quedado solo y sin luz. Un faro nuevo ha sido construido no muy lejos de aquí. Y yo soy inservible desde hace un par de meses atrás. No falta mucho para que me demuelan los hombres que me dieron vida. 
- ¡Qué mala suerte que tienes porque tú podrías estar en funcionamiento todavía!, ¿no es cierto? - le dijo la ola en tono sarcástico. Ja, ja, ja. Ninguna lástima sentía por el faro.
- Así es - contestó el faro y continuó hablando tan tranquilo como antes - Algo que me gustaría decirte, ola gigante, es que con la vejez uno aprende a esconder los fracasos como en mi caso, pero en el tuyo, tú como ola joven e inmadura tendrás que aprender a soportar los fracasos como éste.
-  ¿Eh? Qué dices? - le contestó la ola gigante rabiosa.
- ¿Si te dijera que yo soy más fuerte que tú me creerías?  - le preguntó el faro a la ola mientras le regalaba una sonrisa sabia.
- Mmmmm.... creo que te equivocas en dar esta opinión. Es todo lo contrario. ¡Yo soy más fuerte que tú! - le respondió en tono arrogante la ola gigante  y muy segura de su respuesta.
- Pues, tengo que defraudarte porque si bien la fuerza, como la tuya, es la que reina en el mundo, en todo caso, es la opinión, como la mía, la que hace uso de la fuerza para hacerte callar.
- ¡Faro estúpido! ¡Te detesto! - gritó histérica la ola gigante.
El faro sólo sonrió nuevamente ante los embates de la ola gigante. No estaba dispuesto a que la crueldad de aquella ola lo destruyera.

Hace pocos días me enteré que el faro va a ser remodelado porque un pintor de unos setenta años, viudo y solitario lo ha comprado. Sus hijos y nietos están fascinados con la idea. Le han prometido de ayudarle a hermosear al faro. Lucirá tan joven o más que la ola gigante. Y yo tengo ganas de visitarlo aunque no le tema a las olas chicas, pero a las grandes, sí.

MARISOL

 

Imagen sacada de google